“El primer concepto básico es el que se formuló en la Conferencia Internacional del Trabajo como «una cultura de prevención en materia de seguridad y salud a nivel nacional».

Según las Conclusiones:

Una cultura nacional de prevención en materia de seguridad y salud en el trabajo implica el respeto del derecho a gozar de un medio ambiente de trabajo seguro y saludable a todos los niveles; la participación activa de los gobiernos, los empleadores y los trabajadores para asegurar un medio ambiente de trabajo seguro y saludable a través de un sistema de derechos, responsabilidades y deberes definidos, y la atribución de la máxima prioridad al principio de la prevención. A fin de instaurar y mantener una cultura de prevención en materia de seguridad y salud se han de emplear todos los medios disponibles para aumentar la sensibilización, el conocimiento y la comprensión general respecto de los conceptos de peligro y riesgo, así como de la manera de prevenirlos y controlarlos.

Tal cultura de la seguridad se compone, por lo tanto, de diferentes elementos, entre los cuales la prevención es el esencial.

Hemos venido sosteniendo la necesidad de reestablecer en nuestro país una “Cultura Prevencionista” con el sólido fin de evitar los daños a la persona de los trabajadores y de paso ahorrar al país y a los empresarios miles de millones de dólares anuales.

En otras palabras intentar convencer que la inversión en Prevención de Riesgos, es una buena inversión del punto de vista de la economía empresarial y a nivel país, y que contribuye a establecer una instancia social de un Chile mejor.

También nos hemos atrevido a sostener que la inversión realizada en los últimos años en materia de prevención ha ido en permanente aumento. Sin embargo, una situación defícil de comprender desanima la búsqueda de resultados exitosos. Efectivamente, a pesar de este aumento en inversión preventiva, se ha notado en este último año un aumento de siniestralidad, lo que nos parece una contradicción evidente.

En la búsqueda de las razones de dicha ocurrencia encontramos a lo menos las siguientes:

1.- La inversión en prevención de riesgos no se lleva adelante en un sistema de gestión de prevención de riesgos. Se ha hecho sin una orientación adecuada, sin metas, sin estudio acucioso de los resultados ignorándolos muchas veces con el objeto de disfrazar las situaciones comprometedoras para el ejecutivo encargado o para la misma empresa.

2.- La falta de Gestión Empresarial en Prevención de Riesgos es otra razón de peso para estimar como se dilapidan los aportes a la educación preventiva.

3.- El Estado no ha contribuido fuertemente, ignorando también las perniciosas concecuencias que para la economía tiene el alto número de días perdidos en el año de trabajo. En efecto las disposiciones tienen un fuerte carácter punitivo, más no preventivo y todas ellas, o al menos la mayoría entra a operar cuando el accidente o la enfermedad ya se ha manifestado.

4.- Los sindicatos no han captado la importancia de tomar como una bandera actual, vigente, de elevada importancia en el plano solidario.

5.- Nos hemos percatado que los empresarios se encandilan con proyectos generalmente originados para situaciones ocurrentes en países de alta tecnología y pretenden, muy mal asesorados, implantar mecánicamente formas de prevención de riesgos ajenas a la idiosincrasia, costumbres y manera de ser del trabajador chileno.

6.- Un desenganche de los actores al tema de la prevención. Estos actores son: El Estado; Los Empleadores y Los Trabajadores. Mientras no se extienda el compromiso en términos modernos, de colaboración y concertación con vista a implantar una “Cultura Prevencionista” a nivel nacional, la inversión particular, privada y coyuntural, expresada en la buena voluntad de algunos empresarios conscientes del problema, este subsistirá sin remedio alguno.

Las expresiones: «cultura de la seguridad» y «cultura de la prevención», así como otras variantes, se han utilizado en numerosos países como un componente importante de Marco de promoción en el ámbito de la seguridad y la salud en el trabajoLa cultura de la seguridad se ha estimado como: «el conjunto de características y actitudes en las organizaciones e individuos que aseguren que, como prioridad esencial, las cuestiones de seguridad de las centrales nucleares reciban la atención que merecen en razón de su significación». Según otra definición, formulada por la Comisión de Salud y Seguridad del Reino Unido en 1993, «la cultura de la seguridad de una organización es el fruto de valores, actitudes, percepciones, conocimientos y pautas de comportamiento, tanto individuales como de grupo, que determinan el compromiso con respecto a la gestión de la salud y la seguridad de una organización, así como la idoneidad de esa gestión».

También se han propuesto otras numerosas definiciones de la cultura de la seguridad que hacen hincapié en las actitudes, creencias, percepciones y comportamientos de una empresa o de la sociedad en general. Por ejemplo, según una reciente publicación del Gobierno de Nueva Zelandia, una cultura positiva de la seguridad es «un conjunto compartido de creencias, actitudes, valores y comportamientos que contribuyen a la prevención de lesiones».”

Estas definiciones entregadas por la O.I.T., vienen a avalar lo expresado en cuanto: Primero, se trata de un esfuerzo conjunto del que no pueden escapar los elementos involucrados para asegurar el éxito de la “Cultura Prevencionista”. Segundo, se pone énfasis en que se trata de un asunto de cultura, hábitos y costumbres, todos ellos elementos de carácter ético, de acciones positivas u omisiones concientes destinados al cuidado del otro y que se expresa en una política con resultados cero lesiones. Veamos algunas característica:

1.- Es un método de acción en constante progreso de mejoras y perfeccionamientos.

2.- Requiere de una dirección eficaz, comprometida en la aplicación de las normas de seguridad y salud.

3.- Requiere priorizar su aplicación tyanto en la teoría como en la práctica, siendo este último ámbito en el en que nuestro país no se maneja a conciencia.

4.- Aplicación llana, reforzada permanentemente a todos los niveles y sin entrar en contradicción alguna por los mandos empresariales.

5.- Preocupación integral, en el sentido que el compromiso y toma de conciencia no puede estar al margen de nadie del grupo.

En este aspecto el trabajo debe ser compartido o común, y no se debe atribuir ni limitar funcionalmente a ninguna unidad específica.

6.- ¿Qué hay con la experiencia práctica; que hay con las responsabilidades internas? Este punto debe quedar resuelto antes previo o al inicio de la planificación o gestión preventiva, a fin que todos sepan sus responsabilidades y sus obligaciones. La determinación a priori de la responsabilidad permite que las reglas del juego sean conocidas de antemano y que cada uno sepa a lo que se expone por un incumplimiento laboral en materias de tanta importancia como estas.

Sistemas de gestión en Prevención de Riesgos

Ha sido otro vano esfuerzo propuesto en nuestro país por muchos que nos dedicamos a dar conceptos preventivos con el solo fin de cooperar al desarrollo de una empresa sana. La Gestión en Prevención de Riesgos o se Salud y Seguridad Laboral, es por decirlo de una manera un pilar de sustento de la nueva empresa, especialmente la pequeña y mediana.

Es más, no podría entenderse una política a nivel país si no se contara con esta importante herramienta.

La empresa tiene muchos métodos operativos para la aplicación de la gestión en prevención de Riesgos que generalmente se basan en:

1.- Política de Cultura Preventiva.

2.- Adecuación de los niveles Organizacionales.

3.- Planificación.

4.- Aplicación.

5.- Evaluación.

6.- Acciones de mejora continua.

La superación de miedos, traumas empresariales, el temor a reconocer la falla, el liderazgo y otras condiciones personales de los niveles gerenciales constituyen el motor de la aplicación de una “Cultura Preventiva” eficiente, nacional, de raigambre y de soluciones propias.

La inversión que no agote y frustre debe dar resultados concretos medibles y transformables en utilidades o al menos disminución de costos. Ello solamente se consigue, con manifestaciones contables fuertes en cuanto exista decisión sostenida y elaborada en una perspectiva planificada a lo menos a mediano plazo. La Cultura Prevencionista es una labor de reeducación o reingeniería mental en los niveles gerenciales, es decir, obtener el convencimiento de adoptar el liderazgo carismático y de convencimiento.

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Manuel Muñoz Astudillo – U.T. Federico Santa María Talcahuano – Chile

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Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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