¿Que razones de carácter político y social podrán ser perniciosas e incomprensibles?

Pues, la inmensa desconfianza en el poder constructor de los trabajadores.

El desprecio de años y la discriminación permanente basada en la idea absurda y no comprobada científicamente, que los trabajadores portan los males de la humanidad: el abandono de sí mismo, la flojera congénita, la falta de probidad, los vicios sociales como el alcohol, etc., estigmatizándolos en forma demoníaca. La falta absoluta de inteligencia en el trato a los trabajadores, llevada adelante por los mandos superiores, durante muchos años, ha debido producir un estado de castración productiva del hombre, resentido en lo más profundo de su dignidad. Al mismo tiempo la empresa hizo el peor de sus negocios, porque, hoy se sabe, y los investigadores en RR.HH, lo confirman, que el valor de las personas que colaboran con la empresa, es cientos de veces superior al de las máquinas, elementos materiales de por sí reemplazables, pero, no lo es, la voluntad de trabajo, la experiencia, la lealtad y el compromiso del trabajador con su empresa, cuando este es recíproco.

Ghandi, el líder del pacifismo ya lo decía años ha. El día que los trabajadores estén conscientes que ni una máquina se puede mover sin su colaboración sería el día del triunfo de estos sobre quienes les desprecian, asunto que más bien se aplica a la India antigua, pero que cabe traerlo a colación.

¿Cuánto desarrollo se hubiera logrado si los capitales extranjeros y nacionales, que amasaron grandes fortuna con la agricultura, la minería, la pesca, etc., se hubieran preocupado un poco más de llevar reconocimiento y cultura a sus trabajadores. Una omisión imperdonable, pero posible de remediar.

Una grave omisión

Existió una omisión grave en la obligación empresarial de estimar la organización de los elementos de la producción, en el solo sentido de las utilidades que la justifican.

La Empresa, es un asunto de mayor seriedad y máxima trascendencia. En ella juegan factores que insertos en el seno de una sociedad deben responder a los objetivos básicos de esta. El capital que financia no es el fruto de un hombre afortunado, es el fruto de la inteligencia de muchos hombres y de la colaboración de otros, incluidas sus familias y círculo social. Los insumos, generalmente son de la misma tierra que pertenece a todos, y al hablar de todos estamos proyectándonos a la humanidad, porque la Tierra es una sola y en ella debemos tener cabida todos los seres humanos. Los colaboradores o trabajadores, no solo se encuentran realizando tareas por la remuneración, sino que, cuenta también en ellos, el propósito de proyectar su existencia en obras duraderas que trasciendan a sí mismos, que prolonguen su recuerdo aún después de sus días, tanto para su satisfacción personal, como para ejemplo de las nuevas generaciones, a quienes debemos cuidar y proteger con buenas prácticas.

La Empresa no hizo lo que debía hacer en su oportunidad. En parte, es causa que hoy se observe como la delincuencia juvenil asola nuestras calles y plazas, y transforma la vida social en un peligro permanente para nosotros y nuestras familias.

Este error debe enmendarse, por quienes llevan la dirección de la economía en un sistema liberal de mercado, en que el Estado es solo un invitado de piedra, observante de los movimientos económicos e impedido de actuar por principios Constitucionales, adoptados precisamente, por quienes, tienen la obligación de actuar: La Empresa y los Empresarios.

Solución en el corto plazo

En un sentido práctico podemos delinear que el problema de la Cultura Prevencionista, a corto plazo, depende de factores internos propios de la empresa. Los niveles de gestión Empresarial en Prevención de Riesgos; los Niveles de Cultura General de los Ejecutivos; la capacidad de comprensión del personal en sus limitaciones y destrezas; la capacidad de compromiso del nivel Gerencial y su liderazgo frente a los trabajadores, van a permitir que el sistema interno actúe sinérgicamente, como un solo ente capaz de dirigir el comportamiento práctico, observable y concreto de los trabajadores, quienes cada día se encuentran más decepcionados de acciones preventivas clichés, calcadas unas de otras, aburridas y sin imaginación proactiva, producto en gran parte de la pésima comprensión que los mandos tienen del concepto Cultura Preventiva y el ningún concepto de Cultura Preventiva Integrada a la Empresa y a la Producción.

Es posible que en una etapa a ajuste estas señales causen pequeñas confrontaciones con los niveles operativos. Pero las posibles pérdidas momentáneas, derivadas del afiatamiento, no tendrán comparación con el aumento de la productividad en condiciones realmente seguras y confiables, cuando los principales causantes y a la vez víctimas, el personal operativo, haya adquirido confianza y fuerza, de estar trabajando conciente de los riesgos, pero bajo el orden de las buenas prácticas y de la correcta forma de hacer las cosas. Confianza que perfectamente puede significar un salto importante en la productividad, y consecuencialmente, en una disminución substancial de los costos.

Quiero manifestar en un ejemplo anecdótico, un problema común que ilustra lo que expreso: El ingeniero operativo el día Viernes a las 15 hrs., observa con desesperación que parte de las tareas se encuentran en un atraso que no permitirá terminar antes que la semana laboral se escurra, lo que implica horas extras de trabajo, molestias adicionales y tardanzas de las que deberá responder al Director de la obra. ¿Qué hace nuestro ingeniero? Pues, ordena acelerar a fondo, olvidándose de la planificación previa y de las medidas de seguridad que en ese momento representan un obstáculo al mayor esfuerzo ordenado. El momento es clave. Nos encontramos frente a una circunstancia proveedora de malas prácticas laborales, de negligencias, torpezas y olvidos. Estamos en las puertas de un accidente. Pero, llega al lugar un observador más objetivo y se percata de las circunstancias, que hacen previsible un error, para todo el mundo, menos para nuestro ingeniero, obnubilado por la obsesión de terminar oportunamente la tarea. En este momento se produce un roce entre el ingeniero que está con atraso y el supervisor o Prevencionista que exige respetar las medidas de seguridad. Entonces, viene el gran argumento: “Si disminuimos el ritmo, vamos a gastar en horas extraordinarias”. Presupuesto, el departamento, se romperá la cabeza.

Todo ello es real. No son anécdotas inventadas. En fin, la discusión la ganó, por grado el ingeniero operativo. A las 17 hrs. se produjo el accidente. ¿Se ahorró dinero? ¿Se ganó en eficiencia? ¿Se aceleró el trabajo?

En nuestra proposición estos hechos jamás ocurrirían. La Cultura Prevencionista Integrada a la Empresa y la Producción habría entregado las herramientas y los conocimientos, así como la “voluntad de hacer bien las cosas”, a nuestros protagonistas.

Acción catártica

Para la implementación de un sistema de esta naturaleza hay que partir en el confesionario de la Empresa. En efecto, nada se obtiene si antes de realizar cualquier modelo de gestión, primero no se han expiado las culpas. En un artículo interesantísimo de algunos años Don Hernán Pizarro, uno de los importantes Gerentes de Codelco, hoy al parecer de la Mina Los Pelambres, explicaba a sus Gerentes, que los culpables de los costos por pérdidas son exclusivamente ellos. El personal ninguna culpa tiene en los desastres. Ello es una forma honrada, real de señalar que los Generales (ejecutivos) son responsables de los actos de su tropa y de la tropa misma.

Un ejemplo: Si se destruye una importante máquina por no mantención adecuada, ¿quien es el culpable? ¿El empleado encargado de hacerla funcionar o el ejecutivo de mantenimiento?

Otro ejemplo: Si explota un tanque de combustible que se trabajaba con soldadura al oxígeno estando dicho estanque con una importante cantidad de inflamable. ¿Quién es culpable? ¿Los que murieron o los encargados de dirigir la faena? ¿O el ejecutivo de reparaciones o el Prevencionista?

No estamos de ningún modo exculpando a los responsables directos. No. Eso desde ya debe quedar fuera de discusión.

Lo que estamos señalando es que en materia de Prevención de Riesgos, los niveles ejecutivos son los dueños del liderazgo, el que se hace más evidente a cargo de mayor responsabilidad. Mientras esto no se entienda en forma pedagógica, como producto del estudio teórico y de la apreciación empírica, nada va a funcionar en nuestra empresa modelo. Desde ahí que al abrir el confesionario tendremos que golpearnos el pecho y confesar que: No me he preocupado suficientemente de la Prevención de Riesgos en mi departamento.

No he sido un líder en esta materia y he abandonado a su suerte a mis subordinados.

No le he dado la importancia que la situación requiere.

No me he preocupado de estudiar los avances en Prevención de Riesgos en el ámbito de gestión.

No me he percatado que la Prevención de Riesgos es solo una parte e las disciplinas de la seguridad en el trabajo, etc.

Ejemplo ilustrativo: Un día conversando con un ejecutivo de una empresa a quien daba una conferencia, invitado por la Administradora del Seguro, le pregunté, para aliviar tensiones sobre su labor en Prevención de Riesgos, como participaba él, dentro de la empresa. Grande fue mi sorpresa cuando me respondió, no sin cierto grado de desprecio: “no, no, ese es un problema del Prevencionista, yo me preocupo de problemas mayores”. Bueno, si yo fuera el gerente general o el dueño de la empresa, este amigo mío, habría dejado de ser mi “colaborador” hace mucho tiempo.

Reacondicionamiento del líder

Ahora, sin ser drásticos, podríamos decir que los niveles de mando pueden reeducarse fácilmente y a un costo mínimo, atendidas las facilidades de capacitación existentes. Sólo que también para ello se requiere una mayor voluntad y no convertir el tema de la capacitación en la tortura de Sísifo, en otras palabras, no hacer de la capacitación una reiteración de charlas y conferencias inútiles, que no dan resultado, no son aprehendidas y agotan a los ejecutivos y empresarios.

Cultura Prevencionista Práctica

La Cultura Prevencionista aplicada requiere de un modelo de acción práctico, adaptable a las necesidades y de acuerdo a las posibilidades de la empresa y los trabajadores. Una etapa de seguimiento y comprobación y la calificación final. Esta calificación debe abarcar dos motivaciones importantes: El grupo, departamento o unidad de trabajo dentro de la empresa, y la calificación y certificación del trabajador, el que por su desempeño en el trabajo aplicando los conceptos de la Cultura Prevencionista Integrada a la Producción y a la Empresa (CPI.PE), deberá recibir parte del ahorro aportado a su empresa una regalía temporal anual que no constituye remuneración, sino un reconocimiento al aporte en seguridad a la empresa y a sus compañeros de trabajo. Es pues, un reconocimiento ético y solidario, más que económico.

Apreciación real de la solución

La Prevención de Riesgos Laborales, ¿es un problema de la Empresa o es un problema país?Es indudable que la obligación de cuidar a los trabajadores es del empresario. Este no puede delegarla ni transferirla. Sólo puede asegurarla, si encuentra Compañías de seguro que le den una cobertura conveniente y de bajo costo. Desde otro punto de vista es la Empresa la creadora del Riesgo y por esa razón debe asumirlo como suyo cuando se consuma.

Pero hay dos consideraciones que la Ley no ha tomado en cuenta. La primera que la Constitución Política del Estado expresa que la Seguridad Social es una garantía de carácter Constitucional, y que el Estado debe asegurar a todos los habitantes de este país. Los Accidentes y Enfermedades Profesionales son parte de la Seguridad Social, como política de ella. De lo anterior asumimos que el Estado Chileno tiene un mandato Constitucional que le obliga a atender este problema, más allá de las normas legales existentes, pues, de lo que en la práctica se trata es de evitar que las arcas fiscales tengan un recargo en la atención de las necesidades de viudas, huérfanos o desvalidos a causa de este flagelo. Su financiamiento es un asunto de política contingente al que no nos referiremos, pero, el hecho real es que la carga económica inmensa, hablamos en términos indirectos de más de 3.000 millones de US$ americanos como costo anual por estos hechos.

Un segundo asunto es que de no hacerlo de este modo el sistema económico desigual para la pequeña y mediana empresa impedirá en forma permanente un salto a otra etapa o nivel, dado que no se encuentra en condiciones de soportar los costos directos proveniente de los accidentes laborales y de las enfermedades profesionales. Asunto de real importancia debido a que la mayor mano de obra y absorción de la cesantía es a través de este tipo de empresas.

Es posible afirmar, entonces, que la política del Estado debe estar destinada en parte a corregir estas desigualdades, de por sí discriminatorias y obstáculo para la generación y sostenimiento de las pequeñas y medianas empresas sostenidas por las capas económicas medias, con quienes siempre se ha estado en deuda.

La conciencia del colectivo debe entender que en el desarrollo de la producción, además, de los desechos materiales, va quedando en el camino, también en carácter de residuo, parte importante o mejor dicho, miles de hombres y mujeres que después de haberlo dado todo al sistema, al Estado y a la Sociedad, deben recogerse en el abandono y la miseria, o al menos lejos de la situación decorosa que alcanzaron cuando fueron ciudadanos productivos (en términos de empresa). Muchos de ellos por enfermedades derivadas o adquiridas en sus labores o productos de accidentes en el trabajo. Su atención debilita las probabilidades de los jóvenes y sus necesidades específicas, especialmente vocacionales.

De lo anteriormente aludido puedo concluir que el asunto de la Prevención de Riesgos es un Problema País. Como tal, la solución debe ser de todos y no solamente del sistema productivo o empresarial, quien realmente debe proveer en la medida que ética, política y económicamente corresponde, pues, no hay duda alguna que cuando los trabajadores realizan esfuerzos extraordinarios de colaboración, especialmente en tiempos difíciles. Las Empresas no han respondido de igual forma en tiempos de auge. Es en esta ocasión cuando los sistemas de ahorro y cooperación para la Seguridad Social y en especial para el Seguro Social deben obtener los mayores aportes, a fin de no hacer que sean los trabajadores quienes deban llevar en sus hombros, siempre esta dura carga.

Efecto de la Cultura Prevencionista Integrada

Una Cultura Prevencionista Integrada a la Producción y a la Empresa, implica un cambio cultural con un efecto extraordinario. Multiplicador de acciones benéficas de carácter económico, político, social y cultural. Es decir, toda una nueva forma de enfocar la actividad empresarial y productiva de bienes y servicios, que va empujando la acción como en un efecto dominó, desde que la aplicación como Gestión en Prevención de Riesgos, puede de alguna manera romper el círculo del fatalismo determinista, en el sentido de desechar definitivamente la creencia que nos es posible metas como “CERO ACCIDENTE”, y promover el desarrollo económico privilegiando la productividad, gracias al clima de seguridad laboral consciente y sostenido, no solo en una empresa, ni en una ciudad, sino en todo el país.

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Manuel Muñoz Astudillo – U.T. Federico Santa María Talcahuano – Chile

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Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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