La salud ocupacional
Cuando se habla de la salud en relación al trabajo siempre es necesario definir ambos conceptos. El criterio de salud siempre está sujeto a discusiones, ya que varía según el enfoque de quien lo enuncia. Asumimos la perspectiva de que la salud es un estado cambiante de bienestar, que supone un buen equilibrio biológico, mental y social. Es una situación que, para ser tal, debe incluir el sentirse bien y al mismo tiempo tener parámetros objetivos de normalidad biológica. Pero en las esferas psíquica y social, los criterios de normalidad varían de acuerdo a la escala de valores individuales o de las diferentes corrientes de pensamiento. Nuestra concepción incluye el aspecto social como de una importancia similar a los anteriores. Esto significa que el malestar social es también un indicador de enfermedad individual.

El trabajo, como rasgo distintivo del género humano, no puede comprenderse sin analizar la organización económico-laboral y todos los aspectos que incluye esta cuestión.

Existen múltiples enfoques de lo que es o debiera ser la salud ocupacional. En la medicina clásica, el concepto de medicina del trabajo está presente desde 1701 cuando el italiano Bernardo Ramazzini expuso el primer estudio sistematizado de enfermedades originadas en distintos oficios. Aunque parezca llamativo, en la práctica actual, se da muy poca importancia al vínculo causal entre la aparición de enfermedades y las condiciones de trabajo y su medio ambiente.

Por razones que tienen que ver con el sistema económico-laboral vigente y con las ideas predominantes en los ambientes profesionales y gremiales, la llamada “medicina laboral” está virtualmente reducida a dos aspectos: la accidentología y el control de ausentismo.

Sin embargo, la salud ocupacional debe abordarse como una rama de las ciencias de la salud que incluye la medicina, la psicología, la sociología, la ingeniería, la ergonomía, la física, la química, la economía y por qué no, las propias ciencias de la comunicación social *.

Accidentes de trabajo y enfermedades profesionales
Puede parecer extraño a alguien que recién se relaciona con esta problemática, que se le mezclen tantas cosas para saber o comprender una enfermedad o un accidente. Veamos un ejemplo simple y muy antiguo. Un obrero minero está enfermo de silicosis. Es una enfermedad que se produce por el depósito en los pulmones de pequeñas partículas de sílice, un elemento que está en la tierra. La polución de esas partículas en un ambiente con deficiente ventilación posibilita que el minero las aspire y le dañen sus pulmones. La ventilación de un ambiente es resorte de la ingeniería y la seguridad industrial. La organización del trabajo en la mina depende no sólo del ingeniero, sino del tipo de empresa y su economía. Las características de los poblados mineros, su cultura y su apego a la tierra, el significado de la mina, se comprenden con un análisis psico-social. El resultado final de que un minero enferme y muera de silicosis tiene que ver con todas estas circunstancias.

En el sector prensa, existen diferentes oficios y profesiones con sus características diferenciadas: periodistas, fotógrafos, diseñadores, especialistas en informática, camarógrafos, técnicos de audio, bibliotecarios y otros auxiliares, como por ejemplo, chóferes. Sin duda que el mayor contingente lo componen periodistas y fotógrafos.

Un periodista puede sufrir un accidente en el transcurso de su actividad. Lo más probable es que ésto ocurra en sus desplazamientos de un lugar a otro buscando información. Pero hay otra circunstancia en la cual el periodista o el fotógrafo pueden correr riesgos. Por ejemplo, cuando actúan como corresponsales de guerra o en escenarios bélicos. Y también – ¡ cómo no lo vamos a mencionar aquí! – cuando son víctimas de un agresión deliberada por razón de su propia actividad profesional. Los dolorosos casos recientes de Mario Bonino y José Luis Cabezas son los más dramáticos. No puedo dejar de señalar aquí, que de acuerdo a las ideas predominantes y las normativas legales vigentes hoy día, no se acepta que estos crímenes son, además, accidentes de trabajo. Es en este terreno donde se revelan las concepciones contrapuestas sobre la salud, el trabajo y la medicina ocupacional. El debate sobre estas ideas debe plantearse.

Un trabajador de prensa también puede enfermar a causa de su trabajo. Esta afirmación seguramente será cuestionada por quienes sustentan la idea que las enfermedades profesionales sólo son aquellas que tienen un vínculo físico, químico o biológico como la del ejemplo del minero.

En el enfoque que sostenemos, la enfermedad profesional es la que ocurre cuando se produce algún daño en la salud como resultado de una exposición más o menos prolongada en una determinada actividad. La noxa o factor agresivo o enfermante incluye la esfera de la salud mental. Aquí es dónde nuevamente entran en juego las distintas concepciones sobre la salud y el trabajo. Los factores psico-laborales son de gran influencia. Todos los aspectos que se relacionan con el contenido del trabajo, la organización del trabajo y las relaciones de trabajo pueden generar alteraciones en la esfera psíquica, que posteriormente pueden devenir en enfermedad mental, en enfermedad biológica (orgánica) o en una combinación de ambas, que es lo más frecuente.

Las enfermedades cardiovasculares (como la hipertensión arterial, la angina de pecho o el infarto de miocardio), las enfermedades digestivas (como la gastritis y la úlcera gastroduodenal), las enfermedades respiratorias (como el asma bronquial) y diversas enfermedades inmunitarias (como algunas afecciones de la piel) pueden tener su origen en aquellos trastornos de la salud mental. El reduccionismo fácil de denominar a este grupo de afecciones como “enfermedades de la civilización” – y que por lo tanto serían comunes a todos los individuos – oculta precisamente el componente laboral o profesional , incluso como factor primordial.

Lo que ocurre es que, a pesar de que la medicina contemporánea ha avanzado muchísimo en el descubrimiento de lo que se llama fisiopatogenia – es decir el mecanismo por el cual se genera una enfermedad – estos conocimientos no se suelen aplicar para explicar y comprender el origen (la etiología) de muchas enfermedades que tienen como causas los factores laborales.

En síntesis, queremos reafirmar que la enfermedad profesional o relacionada con el trabajo existe. Y esta calificación no puede ser desestimada por el hecho que enfermedades similares se produzcan en circunstancias ajenas al trabajo. Y tampoco las enfermedades profesionales pueden ser encasilladas en un listado rígido y limitado como lo hace con un lamentable poco rigor científico, la actual legislación vigente en Argentina.

Mitos Insalubres
Como en muchos ámbitos de la actividad humana, en el terreno de las enfermedades profesionales existen los mitos. Veamos un ejemplo. Desde hace mucho tiempo, existe la idea de que la leche “desintoxica” o “previene” alguna intoxicación. Esto ha sido muy común en los trabajos en los cuales se manipula plomo, como el de los antiguos tipógrafos o los armadores de baterías. Más allá del alto valor nutritivo de la leche, ésta no tiene ninguno de esos presuntos efectos desintoxicantes o preventivos. Sin embargo, esta falacia está tan arraigada que incluso figura como cláusula en algunos convenios colectivos de trabajo que prescriben la obligatoriedad de la leche para esos oficios y los trabajadores creen estar recibiendo una protección que no es tal. Y esto se ha hecho con el consentimiento de profesionales y técnicos que saben perfectamente que no es verdad.

En muchos trabajos contemporáneos ya se ha instalado la informática. Esto ya es patrimonio común de muchas profesiones, entre ellas, la prensa. Junto con las pantallas de video-terminal se ha instalado el hábito de colocar filtros que “protegen” al operador, de reflejos y brillos. Si se observa y reflexiona, se puede comprender que el tal filtro no es otra cosa que un verdadero anteojo oscuro que en vez de haber sido colocado sobre los ojos del operador, se ha puesto sobre la pantalla. Es cierto que en determinados casos individuales, una persona por indicación oftalmológica puede necesitar anteojos oscuros en su labor cotidiana. Pero de ninguna manera ésto puede ser una indicación generalizada. Para eliminar reflejos debe adaptarse la ubicación de la pantalla en relación a la luz natural y la iluminación artificial. Los brillos son defectos de calidad del aparato. Por lo tanto, de lo que se trata no es de colocar indiscriminadamente presuntos “protectores” que a la mayoría de las personas les dificultarán la visión, sino poner en práctica la ergonomía, que es la disciplina que estudia la relación del hombre con sus instrumentos de trabajo. Lo correcto es instalar un equipo sin deficiencias y ubicar la mesa y la silla del operador en forma adecuada, lo mismo que la iluminación.

Desterrar los mitos basados en la ignorancia también es imprescindible para mejorar la salud ocupacional.

El stress y las enfermedades del trabajo
Refiriéndonos a la salud de los trabajadores de prensa, no podemos dejar de abordar el tema del stress, a cuya popularización han contribuído precisamente los medios de comunicación.

Es necesario aclarar que el stress o síndrome general de adaptación** es una reacción de alarma del organismo frente a una situación de exigencia física o psíquica. Este mecanismo se pone en marcha a partir de la corteza cerebral que, conciente de este requerimiento, envía las órdenes a todo el organismo para que adapte su funcionamiento a la nueva situación de alarma. Es así que aumenta la frecuencia cardíaca (se acelera el pulso), la presión arterial, la respiración, mejora la contractilidad de los músculos aumentando la circulación y la oxigenación de los mismos, etc.

La cuestión es que este mecanismo fisológico está preparado para sostenerse en circunstancias de alarma relativamente breves. Pero cuando las causas que dieron origen al inicio del stress se prolongan , los mecanismos fisológicos (normales) se transforman en fisiopatogénicos (anormales). A partir de ese momento, esos mecanismos comienzan a ejercer efectos dañinos que pueden devenir en enfermedad.

No es el stress la enfermedad sino la cronificación de las causas que lo desencadenaron y que no permiten al organismo recuperarse, lo que puede provocar una enfermedad.

Es aquí donde la relación entre el trabajo, el stress y la enfermedad cobra relevancia. Cuando las condiciones del trabajo y su medio ambiente son causantes de stress en forma constante, es adecuado hablar de stress laboral. Por eso es importante no vulgarizar el término y el concepto de stress, que ha llevado a desvalorizar su importancia. Tampoco es admisible la idea que niega la existencia del stress laboral, alegando que la mayoría de las situaciones de la vida cotidiana son stressantes.

El análisis de cada uno de los factores que integran la situación de trabajo permite establecer si existen o no condiciones que generen stress laboral. Lógicamente que aquí vuelven a aparecer las diferentes concepciones de salud y enfermedad. Para la concepción según la cual la enfermedad profesional es sólo el resultado de alguna noxa física, química o biológica, virtualmente el stress laboral no existe. Y lamentablemente, cuando esto tiene traducción jurídica se convierte en una desprotección legal y en ausencia de medidas de prevención sanitaria, ya que no se va a prevenir lo que no existe. Por el contrario, quienes adherimos a la idea que la salud ocupacional comprende todos los aspectos de las condiciones y medio ambiente de trabajo, una situación laboral mal estructurada o de extrema tensión permanente, puede ser causante de stress laboral.

Hace dos o tres décadas, predominaba la idea acerca que el stress y las enfermedades que provienen de su cronificación, eran padecimientos de empresarios y ejecutivos. La realidad sanitaria laboral ha demostrado lo contrario.

En nuestra práctica clínica hemos observado la alta frecuencia de enfermedades como la hipertensión arterial (incluyendo las crisis hpertensivas durante la jornada de trabajo), la insuficiencia coronaria (incluyendo la angina de pecho o el infarto de miocardio también en la jornada laboral) o la úlcera gastrodudoenal, en obreros de la industria con gran sobrecarga física. Lo mismo podemos decir respecto de trabajadores de servicios como los de hospitales o clínicas o los empleados del Poder Judicial.

Los trabajadores de prensa, por razones laborales diferentes, tampoco están excentos de padecer enfermedades originadas en stress laboral.

Evoquemos por ejemplo, las rutinarias situaciones que se plantean en los “cierres” de los medios periodísticos escritos, o las “corridas” y las “guardias” de los cronistas callejeros. O también, las tensiones que se generan por la obtención de determinada información. O la angustia que se padece al conocer una información cuyo contenido es desagradable o dramático, como ocurre en el caso de crímenes u otro tipo de delitos o tragedias. O las situaciones que vive el trabajador de prensa cuando constata que su material es mutilado o censurado. O más directamente, cuando es presionado para mentir.

En la actualidad, a todos los factores propios de esta profesión, debe añadirse la problemática creada en la salud de los trabajadores de todos los oficios, por la precarización del trabajo. Sea en la cuestión salarial, en los horarios y períodos de descanso y en la propia inseguridad de mantener el empleo.

Como se ve, son múltiples las situaciones que pueden generar stress laboral en el trabajo de prensa y que tienen relación directa o indirecta con la organización del trabajo, con el contenido del trabajo o con los vínculos laborales. La prevención en salud ocupacional debe tomar en cuenta estos aspectos socio-laborales.

Patología de la informática
La revolución tecnológica e informática ha abierto un promisorio horizonte en las comunicaciones para todo el género humano y para los propios trabajadores del sector. Pero al igual que en épocas históricas anteriores cuando ocurrió la revolución industrial, las nuevas tecnologías informatizadas también introdujeron riesgos o han renovado antiguos peligros para la salud.

La informática no es dañina o insalubre. Su uso inadecuado puede serlo.
Los problemas de salud más frecuentes se presentan en el uso de las pantallas de video-terminal en relación al operador. Hoy día, gran cantidad de trabajadores de prensa tienen su puesto de trabajo sentados frente a una pantalla y un teclado.

Lo que puede denominarse como síndrome de las pantallas abarca una variada cantidad de síntomas, signos y/o enfermedades.***

1) Los trastornos músculo-esqueléticos.- Estos trastornos devienen de la postura inadecuada en la silla frente a la pantalla y afectan a la columna vertebral, en sus segmentos cervical (cuello) y lumbar (cintura). El defecto puede originarse en cosas tan simples como una silla defectuosa, con mal respaldo o sin apoya-brazos. O también el defecto puede estar en la iluminación y los reflejos sobre la pantalla, que obliga al operador, a forzar movimientos de cuello y cabeza en forma constante. Por último, los movimientos de brazos, antebrazos y manos en forma reiterada y sin descanso adecuado. pueden ser causantes de una enfermedad que también puede aparecer en los operadores de las clásicas máquinas de escribir . Se trata de la tendinitis o tenosinovitis, que puede llegar a generar importantes incapacidades.

2) Los trastornos de la visión.- El tema de la iluminación de la pantalla, de los brillos y los reflejos en la misma, como el tamaño y tipo de la escritura, tiene importancia de primer orden en este puesto de trabajo. Por eso, instalar en forma adecuada la mesa de trabajo y la iluminación del ambiente, debe ser preocupación fundamental. En la práctica, hemos visto florecer estos puestos de trabajo enchufando computadoras y pantallas en forma desordenada y sin tomar en cuenta cuestiones elementales. Igualmente, el examen médico oftalmológico de cada trabajador, debe ser rutinario.

Ya nos hemos referido al mito de creer que estos trastornos se “previenen” con pantallas-filtros, lo que no es así, salvo en casos particulares. Una recomendación muy simple es tener en cuenta que lo ideal es que la pantalla reproduzca el fondo blanco y la letras oscura, igual que los documentos o papeles escritos a máquina.

3) Los trastornos en la salud mental.- El trabajo en informática, crea una relación nueva y especial entre el hombre y la máquina. Las maravillas que la tecnología nos depara, en el sentido de que el hombre “puede hablar” con su computadora, es generadora de situaciones que pueden afectar a determinadas personas. Otro aspecto, es la modificación en el lenguaje que van adoptando muchos operadores, adoptando palabras propias de la computación, y que de a poco, se refleja en el lenguaje en sus relaciones con otras personas.

Por supuesto, los eventuales trastornos de salud mental que pueda padecer un trabajador, estarán en relación con su propia personalidad previa. Es precisamente la salud ocupacional la que debe saber discernir esta problemática. Como en las patologías anteriormente señaladas (1 y 2), la prevención es la principal acción de salud. Y en esta esfera psicológica, debe partir del conocimiento de estos problemas.

4) Los trastornos de la piel.- Son menos frecuentes y se trata habitualmente de reacciones alérgicas en la piel, en personas con predisposición a padecer estos fenómenos con distintos tipos de alergenos. Conociendo esta predisposición, deben abordarse con el mismo criterio médico.

5) Los trastornos reproductivos.- Se han desarrollado estudios sobre los efectos dañinos del trabajo en pantallas de video-terminal en mujeres embarazadas, pero los resultados no son concluyentes. Por prevención se recomienda alejar de este puesto de trabajo a una embarazada durante el primer trimestre del embarazo.

En general, para prevenir la aparición de trastornos de salud, la recomendación es que en el puesto de trabajo en pantallas no se trabaje más de cuatro horas diarias. El trabajador debe alternar su jornada laboral con otra actividad. Se trata entonces, de planificar adecuadamente la organización del trabajo informático, para optimizar el rendimiento individual sin crear riesgos para la salud.

*En el III Congreso de la Asociación Médica del Caribe (AMECA) LA SALUD DEL TRABAJADOR (La Habana, Cuba, abril l998), esta disciplina fue incorporada orgánicamente a la Salud Ocupacional.

**La descripción del stress y del síndrome general de adaptación es original del investigador canadiense Hans Selye en la década del ‘30.

***La descripción original de este cuadro fue hecha por el investigador japonés Tokomosho, por lo cual fue conocida como síndrome de Tokomosho.

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Dr. Abel Bohoslavsky – Ponencia para el 1º Congreso Mundial de la Comunicación – UTPBA – Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires

Fuente

Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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