El trágico accidente laboral del pasado 18 de Julio durante la extinción del incendio de Guadalajara ha generado el mayor despliegue informativo visto hasta ahora sobre las brigadas de extinción de incendios, pero con la habitual carga de información sesgada y poco contrastada sobre nuestro trabajo. Por ello, resultará conveniente hacer un resumen de la situación del colectivo para situar al neófito y conseguir una mejor comprensión de la problemática preventiva de estos trabajadores.

Las competencias en extinción de incendios forestales fueron traspasadas a las CC.AA. en la década de los ochenta. El Estado, a través del Ministerio de Medio Ambiente, cuenta con medios humanos y materiales distribuidos por toda la geografía que vienen a reforzar los dispositivos autonómicos, a petición de estos, cuando la importancia del siniestro lo requiere. La dotación, organización y contratación del personal en cada comunidad autónoma es de lo más variopinta y salvo alguna excepción, basada en la temporalidad y por consiguiente, inexperiencia, escasa formación y baja calidad de los equipos y medidas de protección. Repasaremos algunos ejemplos: el dispositivo andaluz (INFOCA), se organiza a través de bases conjuntas de medios aéreos y terrestres desde donde se distribuyen los medios (Centros de Defensa Forestal – CEDEFO), dependientes de la Agencia de Medio Ambiente andaluza y contratados por Egmasa, empresa pública perteneciente a la Junta de Andalucía. Una parte del personal además de trabajar en la campaña de incendios de 3 a 6 meses continua prestando servicio algunos meses en tareas de selvicultura preventiva, pero no existe una profesionalización completa. Cataluña y la Comunidad de Madrid han optado por un modelo de extinción desarrollado por sus Cuerpos de Bomberos, con la adición en época estival de retenes de “auxiliares forestales” de 4 o 5 meses de contratación.

La Comunidad Valenciana, al igual que Cataluña, traspasó en 1994 las competencias en extinción de la administración medioambiental a la responsable en emergencias y protección civil y esta a su vez, la dirección técnica de los incendios forestales a los Consorcios Provinciales de Bomberos, manteniendo un operativo de 29 Brigadas Rurales de Emergencias durante todo el año dedicadas tanto a la extinción forestal como a la actuación en otras emergencias como nevadas, inundaciones, accidentes o rescates en el medio rural, de dificultosa cobertura por parte de los cuerpos de bomberos urbanos. Están encuadradas a través de la Ley de Emergencias de 2003 (de rango autonómico), entre los servicios esenciales de intervención en emergencias y se realizó un proceso formativo para adecuar el personal a estas nuevas funciones. Pero como los demás, todavía con contratos precarios, mal pagados, mal equipados y sin las infraestructuras adecuadas. Aún así, la apuesta de futuro más valiente y acertada en mi opinión.

Estas son algunas de las que mayores recursos destinan; en la otra parte, comunidades en las que, principalmente por su climatología y tipo de bosque, los incendios no son, en numero y virulencia, tan problemáticos, salvo años muy secos como este, por lo que los medios son escasos y la temporalidad mayor. Algunos incluso carecen de presupuesto propio y se costean con fondos europeos destinados a trabajos de selvicultura preventiva (cortafuegos).

Es este, en definitiva, un sector diverso y complejo sobre el que es difícil generalizar, pero marcado por la temporalidad, que es el germen de todos los demás males que aquejan a las brigadas de incendios forestales, como la escasez y poca calidad de los medios y equipos de protección, o las acciones formativas y preventivas deficientes, para tratarse de un colectivo con un alto nivel de riesgo laboral.

El accidente de Guadalajara es un patrón que se repite y provoca muertos cada ciertos años: Girona 1972 (20) La Gomera 1984 (20) Alicante 1993 (2), Valencia 1994 (7), Guadalajara 2005 (11),por citar algunos. La secuencia suele ser la siguiente: los medios de extinción están aproximándose a un frente del incendio, bien para hacer un reconocimiento previo o con un plan de ataque predeterminado, y una situación o reacción imprevista del fuego los coloca en su camino. Se produce una desbandada total o parcial, los vehículos que huyen vuelcan o chocan a causa del humo y los que huyen a pie, antes o después generalmente se convierten en victimas.

Un primer factor preventivo importante es la experiencia de los medios. La mejor forma de no tener que afrontar esas situaciones es, obviamente, no encontrarse en el momento inadecuado en el lugar incorrecto; saber verlas y evitarlas. Los brigadistas muertos en Guadalajara tenían un máximo de cuatro campañas de 114 días en las que ardieron anualmente en su provincia 385, 289, 1.666 y 248 hectáreas del 2001 al 2004. Sin futuro, el personal va y viene. Experiencia y temporalidad son incompatibles y matan con más facilidad, en territorios donde los incendios son problemáticos cada 10, 15 o más años.

Otro son las medidas de protección con las que se cuenta. El Equipo de Protección Individual que se utiliza en incendios forestales tiene un nivel de protección contra el fuego muy inferior a los de intervención en incendios urbanos; debe ser ligero al ser una actividad en campo abierto y con gran movilidad, pero eso no quiere decir que no existan, como en todo, calidades y calidades. El problema es que solo existe una norma de mínimos aplicable para la extinción de incendios forestales, elaborada por el Ministerio de Medio Ambiente a través del CLIF (Comité de Lucha Contra incendios Forestales) perteneciente a la DGCN y formado también por técnicos de las diferentes Comunidades Autónomas. Por encima de esas características (casco industrial, botas tipo militar, tela ignífuga conforme a la EN-531, etc.) no están obligados a nada. La Administración no se dice a si misma gástate más dinero. Al fin y al cabo, para tres o cuatro meses y el año que viene volver a gastárselo por las continuas renovaciones del personal, compran lo más barato… y juegan con nuestra salud. De nuevo la temporalidad como factor de riesgo.

Y conviene dejar claro que la calidad del equipo de protección que hoy día se utiliza no hubiera salvado la vida a nuestros compañeros de Guadalajara ni a otros, es el equipo con que no se cuenta el que hubiera resultado crucial en muchos casos.

Equipos de respiración autónoma o trajes de intervención para incendios urbanos no permiten trabajar en la montaña pero dentro del frente de fuego no los necesitamos. Este tipo de accidentes múltiples casi siempre se producen en la proximidad de los vehículos y allí si podríamos contar con equipo para defendernos con una maniobra de autoprotección si no hay más remedio.

Aunque pueda resultar paradójico, la situación más segura dentro de un incendio es el propio frente de fuego, trabajando en él desde un punto de partida seguro, con la zona quemada cerca como refugio, que solo en situaciones muy extremas de carga de combustible muerto puede generar gran cantidad de humo, peligroso también, pero no es ni mucho menos habitual, ni tan letal como permanecer en zona verde. El incendio forestal es más peligroso en la distancia. También sabemos que generalmente los propios vehículos, sobre todo los camiones, han resultado ser los lugares más seguros en esos momentos, incluso sin la realización de maniobras de autoprotección.

Existen en el mercado equipos de respiración autónoma ligeros, para emergencias, de entre 4 y 5 Kg. y de 15 a 20 minutos de aire, fáciles de usar y con carga suficiente para garantizar suministro en los peores momentos. Se puede dotar a las brigadas de uno de estos equipos por trabajador en los vehículos y una dotación minima de trajes de intervención en urbanos para los trabajadores que se ocupen de hacer la defensa desde el exterior de los vehículos.

Estos medios, unidos al entrenamiento, serían de gran ayuda para nuestra seguridad. Se deben estudiar mejor estas situaciones y elaborar las técnicas de autoprotección más adecuadas. Temporalidad y formación no son buenas compañeras.

Acabar con la precariedad laboral de la extinción de incendios forestales es indispensable para pasar de lamentar muertes a trabajar por evitarlas. La estabilidad y la formación continua son las mejores armas con las que defendernos. Nos va la vida en ello.

Fuentes: ASEMFO y Ministerio de Medio Ambiente

Resumen del artículo técnico publicado en PW Magazine nº 10.

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Jose Ramón Goberna García – Capataz de Brigadas Rurales de Emergencias, Delegado de Salud Laboral de Tragsa en Valencia, España

Fuente Revista PW Magazine 10

Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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