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El trabajo, además de otros factores, puede ser perjudicial para la salud. Las actividades demasiado repetitivas, como la mecanografía, podrían dañar los ligamentos, los tendones y los huesos, según apunta un nuevo estudio. Quizás algún día, los teclados de los ordenadores incluyan carteles como los de las cajetillas, con consignas del tipo “Trabajar puede dañar sus huesos”.

Los investigadores de la Universidad Temple (Philadelphia, EE UU) ejecutaron una serie de pruebas en ratas para ver si la realización reiterativa de una tarea puede causar, por sí sola, un detrimento físico. La doctora Ann Barr, directora del estudio, explica que “debido a que son varios los factores que juegan un papel en el desarrollo de los desórdenes musculoesqueléticos, como las actividades en el trabajo o en la casa y las condiciones médicas, como la diabetes o la cardiopatía, nosotros hemos estudiado el trabajo de forma individual para poder aislar su impacto”.

Según publica Journal of Bone and Mineral Research, las ratas experimentaron daños que redujeron el movimiento e incluso algunas dejaron de realizar la tarea. En este sentido, Barr apunta que los resultados muestran la existencia de “una relación causal entre el movimiento suave y repetitivo y la inflamación de los músculos, huesos, nervios y el tejido conector”. Además, “cuanto mayor sea la repetición más graves serán los síntomas”.

Los tendones, los ligamentos y los huesos son las partes que más se suelen dañar en el trabajo, afectando a dos de cada tres personas con problemas de salud ligados al ámbito laboral. Se trata de una serie de afecciones que pueden derivar en patologías como la osteoartritis, la tendinitis o el síndrome del túnel carpiano, que provoca que los tendones o los ligamentos de la muñeca se alarguen o se inflamen, produciendo dolor en la zona.

De hecho, el estudio muestra cómo este tipo de efectos secundarios, provocados por la excesiva repetición de las actividades, no tardaron en aparecer en las ratas. El síndrome de túnel carpiano requirió un mayor tiempo para desarrollarse a pesar de que, como subraya Barr, “entre las tres y las seis primeras semanas los tejidos de los animales ya se vieron dañados”.

Los resultados obtenidos, según destacan los autores, podrían ayudar a detectar con una mayor antelación la presencia de estas complicaciones. “Se trata de una información fundamental para ayudar a que la industria y la medicina establezcan guías sobre salud laboral que puedan prevenir el desórden musculoesquelético relacionado con el empleo”, concluye la autora.

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El Mundo Salud

Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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