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La precariedad laboral y los contratos temporales son el escenario propicio que alimentan el aumento de los casos de acoso laboral. Todo ello, aunque se explican pocos episodios respecto a los que realmente se producen. El miedo a perder el trabajo y el exceso de burocracia judicial frenan las denuncias y más aún las demandas. Entre enero y septiembre de 2018 se han multiplicado por cuatro las denuncias por mobbing a la Inspección de Trabajo de Catalunya, según los datos que aporta el sindicato CCOO.

La sección de Salud Laboral de CCOO de Catalunya advierte que el acoso laboral sigue siendo un tema tabú porque las víctimas consideran que resulta difícil de demostrar. “Las cifras reales todavía son bajas”, comenta Francesc Montoro, responsable de Salud Laboral del sindicato. CCOO recibió el año pasado 38 consultas y admite que el número de peticiones se ha duplicado en los últimos tres años. Montoro señala que la realidad del mobbing es más grave que la que dibujan las estadísticas y precisa que “cada caso contabilizado esconde cuatro o cinco detrás”. En la mayoría de casos, antes de comenzar un proceso judicial, los trabajadores terminan abandonando la empresa.

Montoro añade otro elemento que incide en el incremento de los casos. “Una organización de trabajo desregulada que aprovechan algunas empresas contra determinadas personas”. El responsable sindical lamenta que “la Inspección de Trabajo esté entrando de forma muy timorata y haciendo actuaciones poco profundas”. Incluso, si finalmente el trabajador se decide a emprender un procedimiento judicial, Montoro alerta de que “el juzgado contencioso administrativo puede tardar hasta tres años en resolver” la denuncia.

En este contexto, CCOO advierte que la burocracia y la lentitud judicial desaniman a los trabajadores para iniciar cualquier acción judicial. Por su parte, el secretario general de Treball de la Generalitat, Josep Ginesta, insta a las empresas a que “tengan protocolos de actuación” para afrontar los casos de acoso. Las compañías que más episodios acumulan de mobbing son las de más de 50 trabajadores de los ámbitos de la industria, sanidad y comercio.

Considerar la práctica del acoso laboral como violencia. Esta es la propuesta que plantea la Asociación Alto al Mobbing (ASAM). La entidad apunta a que la discriminación y el acoso sólo la terminan resistiendo los funcionarios, colectivo con una estabilidad laboral alta. “Muchos trabajadores no se atreven a denunciar por miedo a perder el puesto de trabajo”. El presidente de Asam, Manel García, describe la dureza de la situación. “Vas a trabajar vacío por dentro y los efectos devastadores del mobbing aparecen en tu vida laboral, personal y social”. Asam sitúa a la enseñanza, el ámbito sanitario, los cuerpos policiales y las grandes empresas algunos de los escenarios donde se produce el acoso.

Un estudio de la Asociación contra el Acoso Psicológico y Moral en el Trabajo, con datos de 2017, concluye que en España un 15% de los trabajadores sufre mobbing en su entorno laboral. Soportar esta situación agrava e incrementa las posibilidades el riesgo de sufrir un problema cardiovascular.

Los gritos, las humillaciones y el desprecio de los jefes o de otros compañeros aumentan un 60% el riesgo de tener problemas cardiovasculares. Las cifras, extraídas de un estudio de la Universidad de Copenhague, se refieren a los casos de mobbing visible. Pero en las situaciones en que las víctimas han denunciado episodios de violencia, la probabilidad sube un 25%. El peligro total, en el que el riesgo de tener enfermedades de corazón crece hasta el 120%, se genera en las personas que han sufrido diariamente el acoso laboral en su lugar de trabajo.

Desde la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), la profesora de Economía y Empresa, Ana Isabel Jiménez-Zarco, destaca que tras la reivindicación de igualdad salarial entre los hombres y las mujeres también existe una demanda para reducir el acoso laboral . “Debemos interiorizar la necesidad de igualdad de sueldos, la paridad de cargos de responsabilidad y el reparto de los trabajos domésticos”. Con estos elementos, Jiménez-Zarco cree que se reduciría el acoso laboral, especialmente en las mujeres, uno de los colectivos que más lo padece.

La profesora en psicología social Ángeles Viladot, también de la UOC, explica que otro de los retos que tiene el mercado laboral es “la visibilización de las mujeres que poseen cargos directivos y la lucha contra los roles estereotipados”. Esta mala imagen y el rechazo hacia este colectivo propician situaciones de acoso laboral y de género. Al final, las mujeres tienen más posibilidades de sufrir mobbing por los modelos de rol, afirma.

Las expertas, las víctimas y los sindicatos coinciden en la necesidad de que la Administración se implique más para luchar contra el acoso laboral. La falta de proactividad, la reducción de burocracia y la simplificación de los procesos judiciales son las exigencias que demandan que los trabajadores y trabajadoras tengan herramientas para denunciar los casos silenciados de acoso laboral.

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publico.es

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