Si se considera que al menos un tercio o más de la vida que se pasa en el trabajo, parece evidente que el trabajo y la salud se encuentran íntimamente relacionados, y cuando mas intensos puedan ser los agentes potencialmente agresores mas patentes será esta relación.

Por otro lado, es evidente que el trabajo potencia las capacidades físicas e intelectuales y, asimismo, es necesario para satisfacer las necesidades básicas de supervivencias.

Pero al margen de este aspecto positivo, hay que considerar que el trabajo, cuando las condiciones en que se desarrollan son inadecuadas o insalubres, pueden ejercer un efecto negativo sobre la salud, ya sea de forma brusca, a través de accidentes, o de forma mas o menos lenta, a través de las enfermedades profesionales.

La patología de origen profesional se caracteriza por la posibilidad de establecer una relación causa-efecto entre los elementos presentes en el ambiente de trabajo y la patología calificada como enfermedad profesional.En contraste, se califica de enfermedad no profesional a la enfermedad común, que no tiene relación con el ambiente de trabajo.

Esta dicotomía es un planteamiento muy simplista, ya que entre ambas se despliega un abanico de entidades patológicos que, aun no teniendo una relación directa con el trabajo y su entorno, pueden aparecer, ser desencadenantes o agravadas por el ejercicio dé una actividad que, sin ser el factor casual, actúa como desencadenante o acelerador.

A las enfermedades que resultan de la interacción de un riesgos laboral con otros factores agresores externos, hay que considerarlas enfermedades relacionadas con el trabajo.

Así, por ejemplo, se sabe que las personas con habito de fumar presentan una incidencia mas alta, entre otras, de patología bronco pulmonar, sobre todo si estas personas trabajan en un ambiente pulvigeno, con gases irritantes o tóxicos.

Es el caso de los soldadores o de los trabajadores de las industrias de materiales refractarios; en este grupo se desencadenara el mayor índice de casos de patología bronco pulmonar.

Así mismo, el trabajo puede influir en el equilibrio psíquico del individuo, ya sea cuando infrautiliza su capacidad, o cuando, por el contrario, el nivel de exigencia supera sus posibilidades. Este conflicto puede dar lugar, a la larga, a fenómenos de anquilosamientos intelectuales que se traducirá en alteraciones de carácter psíquico, o incluso social.

Así, pues se ve claramente como el trabajo puede convertirse en un vehiculo de perdida de la salud, física, mental y social.

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Ing. Edgar Sousa – Jefe. Dpto. Seguridad Industrial y Física – Ecuador

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Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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