Los servicios sanitarios o de emergencia, la hostelería, el sector industrial y de la producción, los servicios de vigilancia, el transporte o las telecomunicaciones; son sectores que, aunque en un principio cabría pensar que nada tienen que ver unos con otros, sin embargo presentan una característica común que ni a las trabajadoras ni trabajadores que ocupan sus puestos de trabajo se les puede pasar por alto. Y es que todos ellos tienen la necesidad de emplear trabajadores en los turnos de noche, lo que conlleva el hecho de que éstos se vean obligados a vivir a contracorriente del común de la sociedad.

La legislación española regula el trabajo en el turno de noche en el Estatuto de los Trabajadores, considerándose trabajo nocturno a aquella prestación laboral que tiene lugar entre las diez de la noche y las seis de la mañana, y trabajador nocturno al que invierte, como mínimo, tres horas de su trabajo diario, o al menos una tercera parte de su jornada anual, en este mismo horario.

Numerosos estudios llevados a cabo a trabajadores/as cuyos puestos de trabajo se desenvuelven en el turno de noche, han puesto de manifiesto de manera unánime los efectos negativos y dañinos sobre su salud. Tal es así, que las personas que trabajan de noche pierden cinco años de vida por cada quince años de jornada laboral, duermen entre 5 y 7 horas semanales menos, presentan un índice de divorcios superior al del resto de sus compañeros y tienen muchas más probabilidades de sufrir trastornos psicológicos, digestivos y cardiovasculares.

Aunque son muchos y de muy diversa consideración los efectos que el trabajo nocturno tiene en la salud de los trabajadores, hemos querido hacer un pequeño extracto con los efectos más evidentes:

– Alteración de los hábitos alimentarios: La calidad de la comida no es la misma, se suelen tomar comidas rápidas, en un tiempo corto y en un horario inhabitual, los alimentos se reparten mal a lo largo de la jornada y, en ocasiones, no son correctos en cuanto al equilibrio nutricional (una de cada tres personas que trabaja por turnos o de noche sufre problemas gástricos).

– Alteraciones del sueño: Nuestro cuerpo está “diseñado” para vivir de día y descansar de noche, el trabajo nocturno obliga a los trabajadores a cambiar su ciclo normal de actividad, con lo que el sueño se ve alterado tanto en cantidad como en calidad.

– Alteraciones de la vida social: se dificultan las relaciones sociales, cívicas, culturales, deportivas y sobre todo familiares, debido a la falta de coincidencia en horarios con los demás, repercutiendo esto en un cierto aislamiento con el resto de la sociedad.

– Incidencia en la actividad profesional: La baja actividad del organismo durante la noche puede provocar que se den una serie de repercusiones negativas en la realización del trabajo; acumulación de errores, dificultades para mantener la concentración, en percibir correctamente la información o de actuar con rapidez. (Un 90% de los grandes accidentes y catástrofes ocurren entre las 24 y 6 horas, debido al exceso de fatiga).

– Mayor probabilidad de contraer enfermedades: La falta de descanso adecuado durante el día debilita el sistema inmunológico, convirtiendo al organismo más vulnerable respecto a los ataques del exterior. Un equipo de la Organización Mundial de la Salud considera que las actividades llevadas a cabo en horario nocturno podrían incluso ser clasificadas como probables o posiblemente carcinogénicas.

Aunque somos conscientes de la necesidad del trabajo nocturno en determinados sectores, no es menos cierto que en muchos de ellos sí que se podría prescindir de los mismos. Sin embargo, la realidad social es que el día dura 24 horas y que los intereses económicos siempre estarán por encima de la salud de los trabajadores y trabajadoras, sobre todo si tomamos en consideración la especial coyuntura económica en la que nos encontramos.

Por ello desde CC.OO. proponemos una serie de medidas, que si bien no eliminarán los efectos negativos de este tipo de trabajo, sí que al menos podrían paliar los mismos o ayudar a reducirlos:

– La elección de los turnos deberá contar con la participación de los trabajadores. Es importante dar a conocer el calendario con la antelación suficiente para que los trabajadores puedan planificar de manera adecuada su vida social.

– Formación e información específica de los trabajadores nocturnos.

– Reducción de la jornada a 30 horas semanales.

– Disminuir el número de años de trabajo nocturno continuado en función de la edad u otros factores que puedan afectar a la salud. En concreto, se debería limitar a 15 años el tiempo máximo para trabajar de noche o a turnos; la OIT recomienda que a partir de los 40 años el trabajo nocturno continuado sea voluntario.

– Adelantar la edad de jubilación aplicando coeficientes reductores por cada año trabajado.

– Dotar a los centros de trabajo de locales de descanso o comedores.

– Reducir o evitar, en lo posible, una carga de trabajo elevada en el turno de noche. Programar aquellas actividades que se consideren imprescindibles e, igualmente, evitar tareas que supongan una elevada atención entre las 3 y las 6 horas de la madrugada. Es recomendable introducir pausas breves a lo largo del turno de noche.

– Establecer un sistema de vigilancia de la salud, mediante reconocimientos médicos semestrales que puedan detectar la falta de adaptación de los trabajadores al trabajo a turnos y que puedan prevenir problemas irreversibles de salud.

0 0 votos
Valoración

Secretaría de Salud Laboral de Castilla y León – Boletín BOICCOOT nº 45

Fuente

Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

Suscribirme
Notificar de
guest
:arrow: 
:D 
:? 
8-) 
:cry: 
:shock: 
:evil: 
:!: 
:geek: 
:idea: 
:lol: 
:x 
:mrgreen: 
:| 
:?: 
:P 
:oops: 
:roll: 
:( 
:) 
:o 
:twisted: 
:ugeek: 
;) 
 
0 Comentarios
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios