Recientemente se han puesto de moda los «Observatorios de Salud Laboral» (del todo o de parte del problema) vinculados a Institutos de dependencia sindical, principal pero no exclusivamente.
De entrada, cualquier contribución desinteresada y rigurosa que aporte claridad en materia preventiva, debe ser bienvenida…, siempre que se garantice la objetividad y el desinterés.
Un observatorio implica, a diferencia de un estudio o investigación, una continuidad en el tiempo, con unos recursos materiales y humanos relativamente estables y abocados, en primer lugar, a justificar su existencia y perdurabilidad, más que a abordar y resolver el problema.
El perfil profesional requerido para integrar estos observatorios sólo puede encontrarse en universidades y en algunos departamentos de la administración pública.
Si, además, una de las herramientas favoritas de investigación “cualitativa” es la técnica Delphi, que es un método de análisis del estado de opinión de un grupo de expertos, no se acaba de entender el papel de los sindicatos en este proceso.
En una visión simplista y tradicional, podría pensarse que los sindicatos obreros ya están suficientemente implantados en las empresas, que han cumplido con sus responsabilidades básicas en materia preventiva por la vía de la participación de los Delegados de Prevención y de la negociación colectiva y que se trata de dar otra vuelta de tuerca a un sistema global de gestión, si no perfecto, al menos suficientemente operativo y eficaz.
Si no fuera así, cabría esperar que se trabajase desde y hacia las empresas y con los técnicos que hacen la prevención en ellas (no conviene quemar etapas ni profesionales).
Somos bastantes los prevencionistas, invitados a participar, o no, en paneles de expertos de primer o segundo nivel, quienes nos sentimos cada vez más preocupados por la deriva mercantil e institucionalista de la actividad sindical en prevención y por la escasa eficacia de sus resultados, de lo que el “LIBRO BLANCO de la salud laboral de las Islas Baleares” es un ejemplo paradigmático.
Resulta paradójico que haya sido la patronal de los Servicios de Prevención Ajenos la que más empeño ha puesto en negociar un convenio del sector, y que este no se ponga en marcha hasta que no le ha interesado a las Mutuas Patronales (por otro nombre Entidades Colaboradoras de la Administración).
Ni se ha dado, ni se espera, un esfuerzo sindical por organizar y encuadrar al colectivo de técnicos dentro de sus propias estructuras orgánicas, ni por contactar con las asociaciones profesionales existentes, antes de iniciar dicha negociación.
Parecen dispuestos a seguir hablando en nuestro nombre, representándonos por imperativo legal, sin consultarnos, en el convencimiento de que conocen nuestras aspiraciones mejor que nosotros; no en vano muchos cuadros sindicales tienen una o varias especialidades, además del asesoramiento permanente de expertos cualificados e independientes, todo ello con cargo al “Exceso de excedentes de gestión de (cotización a) las Mutuas”.
A pesar de ello, elevo una instancia, a quien corresponda, para que, si procede, se tenga en consideración la posibilidad de:
– La promoción activa de elecciones sindicales en las empresas de prevención antes de cerrar el acuerdo del convenio sectorial.
– La constitución de áreas propias de encuadramiento de los técnicos en los sindicatos, con voz activa en la negociación del convenio propio.
– El establecimiento de acuerdos de colaboración y consulta de los sindicatos con las asociaciones de técnicos existentes de cara al convenio propio y a los convenios sectoriales en su aspecto de gestión preventiva.
– La presencia, al menos consultiva, de las organizaciones de técnicos en los foros de decisión públicos en la materia, en especial respecto de la carrera universitaria y las posibles responsabilidades civiles o penales personales derivadas de la actuación profesional.
No se necesita un «Observatorio» ni paneles de expertos para establecer objetivos y acciones para la mejora de la calidad y efectividad del Sistema Preventivo español, tenemos ya miles de “Observadores Participantes” intentando hacer prevención desde dentro, sólo hay que facilitarles los cauces naturales de participación asociativa, sindical y colegial.
A quienes, desde una nueva forma de despotismo ilustrado, intentan sustituir la voz de los interesados por la opinión mediatizada y reinterpretada de expertos, recordarles que se recurre al método Delphi cuando se debe tomar una decisión… «Sin poder apoyarse en un estado de conocimiento contrastado, y sin querer admitir que la decisión se apoya en una simple especulación…» (J.I. Ruiz Olabuenaga “La descodificación de la vida cotidiana. Métodos de investigación cualitativa. Universidad de Deusto).
En esta técnica el Investigador Central, sistematiza y categoriza el problema y selecciona los Paneles de Expertos según un criterio aleatorio o subjetivo.
En el primer grupo, de unos 30 expertos el cuestionario es abierto y desestructurado dando una mayor libertad y la posibilidad de destacar aspectos no mencionados o poco desarrollados.
En el segundo cuestionario, dirigido a un grupo distinto y más amplio, las categorías y temas están cerrados y sólo se pueden expresar jerarquía y grado de acuerdo-desacuerdo.
Tras dos o tres fases más de revisión y búsqueda del consenso o la ratificación de la postura inicial, se llega a una conclusión (del Investigador Central) que se presenta como síntesis del trabajo de todos los participantes (no hay votos particulares).
Si, además, los participantes en los paneles lo hacen gratuitamente, el método es ideal para proyectos subvencionados por una administración más preocupada por las formas (o formalismos burocráticos) que por el fondo.
La prevención no puede ser un juego, sea el «Estratego» o el «Escatergoris» ni un negocio financiado con dinero público. Aunque se nos niegue la participación no aceptamos “Pulpo” como animal de compañía.
José Mª Castañares Gandía – Presidente de la Asociación Balear de Técnicos de PRL – Licenciado en Sociología Industrial
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