Desde que el 8 de noviembre de 1995, se publicara en el BOE la ley de Prevención de Riesgos Laborales, y posteriormente el Real Decreto 39/1997 por el que se aprueba el Reglamento de los Servicios de Prevención han aparecido numerosas instituciones que se dedican a impartir formación en materia preventiva a nivel básico, intermedio y superior.

De manera que actualmente nos están bombardeando masivamente a través de todos los medios de comunicación habidos y por haber (radio, televisión, prensa, web…) con cursos o Master de Prevención de Riesgos Laborales creando, a mi entender, unas expectativas inexistentes en el mundo laboral de profesionales en este campo. Asimismo, muchas universidades ofertan numerosas titulaciones a jóvenes indecisos que en la mayoría de las ocasiones no tienen definido con exactitud sus objetivos y metas profesionales, aportando posteriormente trabajadores insatisfechos con su elección profesional.

Y mi pregunta desde hace unas semanas es la siguiente ¿por qué es tan fácil conseguir una formación universitaria y postuniversitaria, y tan difícil encontrar un empleo de calidad acorde a ella? Tal vez, pienso a veces, se debería limitar de alguna manera este número creciente de empresas de formación, definiendo por parte de la Administración unos criterios más precisos en cuanto a requisitos que deben de cumplir para poder desempeñar sus funciones, en los que se considere por ejemplo un porcentaje mínimo de solicitudes por parte de asociaciones empresariales de un tipo específico de profesionales, y además, calidad de educación y enseñanza acorde con las pretensiones económicas de dichas instituciones, o yendo más allá, unas pautas mínimas de calidad educativa a nivel nacional.

Por mi experiencia personal, tal y como está diseñado e implantado la obtención del título Superior en Prevención de Riesgos Laborales, entre otros, existen grandes vacíos que pueden dar pie a una impartición precaria de dichos estudios. No se trata de atacar a una institución concreta, sino de generalizar basándome en opiniones de muchos profesionales con los que he hablado al respecto. Las quejas radican principalmente en el desinterés por parte de muchas empresas de formación de proporcionar una educación de calidad. Lo más grave, a mi entender, es que muchos de estos estudios van avalados por Mutuas de accidentes de reconocidos prestigio nacional.

¿Es posible que el dinero pueda hacernos jugar con la vida de las personas? Porque al fin y al cabo esto es lo que está sucediendo en cuanto no se alcanzan las expectativas previas del alumnado ni se garantiza la formación de profesionales que posteriormente son encargados del sistema preventivo dentro de sus empresas, en las que lamentablemente muchas personas están perdiendo la vida a lo largo todo el territorio nacional. Aunque bien es cierto, que esto no implica que el nivel de conocimientos alcanzado por la totalidad de los alumnos sea nefasto. Si bien un profesional se puede formar a si mismo en caso de así necesitarlo a través de numerosas publicaciones existentes al alcance de todos, pero… ¿Es esto justo después de haber pagado importantes sumas de dinero para ello? ¿Quién sale perdiendo el alumno o la sociedad? Un poquito de sensatez… ¡por favor!

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Estrella_1977

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Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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