La Ley 31/1995, de 8 de noviembre de Prevención de Riesgos Laborales (BOE nº 269, de 10 de noviembre) marcó un antes y un después en la gestión de la prevención de accidentes a realizar por las empresas ubicadas en territorio nacional. Desde entonces mucho ha sido el beneficio recogido por empresas y trabajadores en cuanto a la reducción de accidentalidad, a la menor gravedad de las lesiones y, por consiguiente, al menor costo asociado a los accidentes. Así lo muestran las series estadísticas del Ministerio de Trabajo y de Asuntos Sociales en sus boletines de estadística laboral (BEL). Otro tema es si el nivel actual de siniestralidad se puede o no considerar aceptable, y la respuesta es un contundente NO.

Son muchas las posibles causas por las puede mantenerse inaceptablemente alto la accidentalidad laboral, si se deja al margen a los empresarios sin escrúpulos que el valor de la salud, seguridad y bienestar de sus empleados está a un abismo por debajo del de sus ingresos, muchos son los que aún andan al encuentro de una gestión eficaz de seguridad. Lo que a continuación se ofrece debería servir de reflexión a quienes disponiendo en su poder de una evaluación legal positiva, mantienen un nivel de accidentes injustificadamente alto. Si esto ocurre, algunas causas inmediatas podrían estar vinculadas a:

• La gestión de seguridad no está adecuadamente integrada al sistema productivo,

• No se considera seguridad como un factor económico en la empresa,

• Gerencia, supervisores, mandos y empleados podrían estar involucrados en seguridad pero con un dudoso compromiso,

• Hay una constante preocupación no soportada por el nivel real de ocupación y desempeño.

En el encabezamiento del presente artículo se afirmaba que la Ley 31/1995 constituyó un antes y un después, ¿pero comprendieron las empresas que el gran reto se presentaba en realizar un cambio cultural en materia de seguridad? Posiblemente no. La cultura de seguridad constituye un factor clave sobre el que sostienen los hábitos, acciones y comportamientos seguros de todos los empleados de la empresa, imprescindibles para conseguir el éxito en seguridad.

Las Observaciones del Comportamiento (OdC) son una actividad básica y esencial de los gerentes que les permite determinar lo qué se está haciendo, si se hace conforme a los estándares de operación y comportamientos deseados, así como hacer reflexionar y autocorregir por medio de la comunicación, y el reconocimiento de los comportamientos excelentes. Las OdC se basan en la observación del trabajador durante la ejecución de la tarea, y en la posterior comunicación – reflexión – entre observador y observado.

La optimización del tiempo empleado en las OdC recomienda centrarse en los trabajadores críticos, entendiendo como trabajador críticos los:

• De nuevo ingreso.

• Trasladados a una nueva posición.

• De desempeño deficiente.

• De comportamientos arriesgados.

• Con problemas de habilidad, destreza.

• y también las de desempeño sobresaliente por su aportación positiva.

Y sobre las tareas críticas:

• Alto potencial de pérdida.

• Mayor exposición al riesgo.

• Alto historial de accidentes.

• Tarea nueva (persona, método o equipo)

En ningún caso debe confundirse las OdC con las inspecciones técnicas, ya que mientras las primeras actúan sobre los comportamientos humanos en el puesto de trabajo, las segundas inspeccionan equipos, maquinas, herramientas, productos, etc.

Resumen del artículo técnico publicado en PW Magazine nº 19.

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Santiago Montejo del Burgo – Consejero de Seguridad, y Especialista en Seguridad Vial por el IMSV, consultor de Prevensis, S.L.

Fuente Revista PW Magazine 19

Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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