La norma europea EN13306 define el mantenimiento como “el conjunto de todas las acciones técnicas, administrativas y de gerencia durante el ciclo de vida de un bien destinadas a mantenerlo o repararlo para ponerlo en un estado en el que pueda realizar las funciones requeridas”, abarcando actividades tan variadas como la inspección, ensayo o comprobación, medición, sustitución, ajuste, reparación, conservación, detección de fallos, cambio de piezas, revisión, lubricación o limpieza.

Fundamental para la seguridad de las empresas

Las tareas de mantenimiento se llevan a cabo en todas las actividades y lugares de trabajo, siendo fundamentales para garantizar que no disminuye el nivel de seguridad de herramientas, equipos, e instalaciones, influyendo directamente en las condiciones de trabajo puesto que la falta de mantenimiento o que se lleve a cabo de forma inadecuada, puede provocar daños a la salud en muchas ocasiones de consecuencias muy graves.

Este trabajo implica llevar a cabo actividades que no son habituales, frecuentemente en condiciones excepcionales (trabajos a la intemperie, en lugares confinados, posturas forzadas, etc.) y tener un contacto directo con máquinas y equipos de trabajo que, de otro modo, estaría limitado por las protecciones de seguridad de las mismas.

Todos estos factores hacen que aumente considerablemente la probabilidad de que se produzca un accidente laboral.

Si a esto le unimos que, en la mayoría de los casos, es necesario parar la producción o la actividad de la empresa para llevar a cabo el mantenimiento o la reparación y se presiona a estos trabajadores/as para que terminen lo antes posible, el riesgo de cometer un error humano es muy grande y, por tanto, lo es aún más de que haya daños para la salud, tanto de los que realizan el mantenimiento (por llevar a cabo actuaciones inseguras como trabajar sin EPIs, no desconectar las máquinas o la toma de corriente, usar herramientas para un uso que no es el suyo, etc.), como del resto (por ejemplo por fallos en equipos que no han sido reparados adecuadamente, caída de objetos del personal de mantenimiento, falta de señalización de estas tareas, etc.)

Trabajadores/as expuestos a múltiples riesgos

Como por ejemplo:

  • Físicos: ruido, vibraciones, radiaciones, temperaturas extremas…
  • Químicos: amianto, gases, disolventes, polvo…
  • Biológicos: legionella, hongos…
  • Ergonómicos: posturas forzadas
  • Psicosociales: falta de tiempo, turnicidad…

Según la VI Encuesta Nacional sobre las Condiciones de Trabajo (Año 2007), los operarios/as de mantenimiento están más expuestos al ruido y a las vibraciones de la mano, del brazo y de todo el cuerpo, así como a sustancias, gases y humos peligrosos que el resto de trabajadores/as. También están más expuestos al calor en verano. (44% frente al 19% correspondiente a otras ocupaciones), al frío en invierno (44% frente al 17%) y a una elevada humedad (25% frente al 13%), pudiendo desarrollar múltiples patologías como: Trastornos musculoesqueléticos, problemas de audición, problemas respiratorios, asma, enfermedades dermatológicas, alergias, asbestosis, cáncer, hepatitis A, legionela, estrés o fatiga.

Garantizar un mantenimiento seguro

Además de ser fundamental la participación de los trabajadores/as y sus representantes puesto que mejora tanto la seguridad como la calidad del trabajo, hay cinco normas básicas que nos ayudarán a tener un mantenimiento seguro:

  1. Planificar: para ello tendrá en cuenta el alcance de la tarea (qué se va a hacer, dónde, durante cuanto tiempo, etc.), los riesgos existentes (el empresario/a debe evaluar los riesgos de la actividad contando con la participación de los trabajadores/as), qué se necesita (recursos tanto humanos como materiales), las medidas de emergencia (medios de extinción de incendios, evacuación, botiquines, etc.) y la formación/información de los trabajadores/as (tanto del personal de mantenimiento como del que trabaja con él o del que pueda verse afectado por estas tareas).
  2. Asegurar el área de trabajo y trabajar en un entorno saludable, impidiendo el acceso al personal no autorizado mediante señales y barreras, interrumpir el suministro eléctrico, bloquear los equipos, etc.
  3. Utilizar los equipos adecuados, tanto herramientas como equipos de protección individual.
  4. Seguir el plan de trabajo aunque se trabaje a contrarreloj, simplificar o improvisar puede provocar un accidente. Además, es importante que haya procedimientos de trabajo ante sucesos imprevistos.
  5. Control final. Hay que comprobar y revisar el trabajo para garantizar que se ha realizado el trabajo completa y adecuadamente. Para terminar, habría que elaborar un informe describiendo el trabajo, las dificultades encontradas y recomendaciones de mejora, de modo que puedan aplicarse en el futuro.
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Secretaría de Salud Laboral de Castilla y León - Boletín BOICCOOT nº 80

Secretaría de Salud Laboral de Castilla y León – Boletín BOICCOOT nº 80

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Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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