El empleo asalariado ha crecido en más de dos millones y medio de personas desde el año 1995 al 2000. Esto es, sin duda, un dato positivo. Hay más de dos millones y medio más de personas que hoy están trabajando, pero también son dos millones y medio de trabajadores más expuestos al riesgo de un accidente laboral.

Por eso, para analizar de modo riguroso la evolución de los datos de accidentes laborales, hay que verlos no en valor absoluto, sino en valores relativos. Relativos al total de trabajadores, es decir, hace cinco años había 9,8 millones de afiliados con la contingencia de accidentes cubierta, y hoy hay 12,3 millones.

La forma de relacionar el número de accidentes laborales con el número de trabajadores son los índices de incidencia. Esto es, la relación del número de accidentes laborales por cada cien mil trabajadores. Así vemos cuántos de esos cien mil trabajadores han tenido un accidente. La elección de este coeficiente se debe a que es el que utiliza la Oficina de Estadística de la Unión Europea.

Obviamente, lo negativo en sí mismo es el propio hecho del accidente de trabajo; sin embargo, la evolución de los índices de incidencia de graves y mortales son positivos. Es decir, aunque en valor absoluto el numero de accidentes aumente, en cuanto estos datos se ponen en relación con la cantidad de trabajadores, entonces los datos no son negativos, sino todo lo contrario.

Estos índices hacen referencia a los accidentes de trabajo producidos en la jornada de trabajo, dado que una correcta medición de la evolución de los accidentes pasa por saber realmente cuáles se producen en el tiempo que cubre la jornada de trabajo.

También hay que tener en cuenta la cobertura de los accidentes de trabajo. La cobertura proporcionada por un buen Estado de bienestar, supone la existencia de un abanico amplio de situaciones que estén cubiertas por la cobertura de accidentes de trabajo y lo que implica el seguro laboral. En este punto convendría hacer tres consideraciones.
En primer lugar, dentro de los accidentes se están incluyendo los accidentes in itinere. Es decir, los accidentes producidos al ir y al volver del trabajo y fuera de la jornada laboral. Esto es un logro social de este Estado de bienestar. Estos accidentes no siempre se deben a que su causa esté motivada por las condiciones laborales, pero en cambio tienen las mismas prestaciones económicas que el accidente laboral.

En segundo lugar, la tendencia de los valores relativos es hacia las disminución de los accidentes graves y mortales en índice de incidencia. Los accidentes leves son los que registran crecimiento, lo que implica el aumento de los accidentes totales. Por el contrario los accidentes mortales (salvo en el año 1997) y los graves (excepto en el año 1999), en jornada de trabajo muestran una clara tendencia descendente.

Si consideramos los índices de incidencia de 1995 al 2000, los accidentes graves se han reducido en un 15,7% y los mortales un 8,9%, lo que supone que en proporción al aumento de personas expuestas al riesgo estos accidentes no sólo no han aumentado, sino que han disminuido.

Podemos tomar el ejemplo del sector que siempre se tiene en mente al hablar de accidentes de trabajo: el de la construcción. Este sector, es uno de los que más riesgo tiene y por tanto el que, en proporción, más accidentes produce. Sin embargo, esta proporción también ha disminuido en el último lustro pasando en el caso de los graves de 296,6 accidentes por cada cien mil trabajadores en 1995, a 236,7 por cien mil trabajadores en el año 2000. En el caso de los accidentes mortales se ha pasado de 31,4 accidentes por cada 1.000 trabajadores en 1995 a 23,1 por mil en el 2000.

En tercer lugar, tampoco se puede olvidar que dentro de los accidentes mortales, tenemos un 30% que se deben a las denominadas patologías no traumáticas, es decir, muertes, en su mayoría naturales, que se consideran accidentes de trabajo porque se producen dentro de la jornada laboral, pero que no tienen una clara causa-efecto con la actividad laboral desarrollada, y que a efectos de prestación económica también se benefician de la consideración de accidente de trabajo.

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El Mundo – Félix Requena. Subdirector general de Estadísticas Sociales y Laborales.

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Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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