España va camino de convertirse en el mayor consumidor europeo de cemento. Unos dos millones y medio de trabajadores de la construcción verterán en 2006 más de 51 millones de toneladas de cemento y se calcula que entre un 5 y un 10% de dichos trabajadores podrían desarrollar una dermatitis de contacto, una reacción alérgica debida a la presencia en el cemento de cromo hexavalente (CrVI). Para tratar de evitarlo, una norma -vigente en nuestro país desde enero de 2005- limita el contenido de este metal en el cemento.

En junio de 2004, una orden del gobierno español (Orden Pre /1954/2004 de 22 de junio) estableció la prohibición de comercializar cementos y preparados del mismo cuyo contenido en cromo hexavalente, una vez mezclados con agua, fuera superior a 0,0002% del peso en seco (equivalente a 2 partes por millón). La fecha de entrada en vigor de esta orden fue el 17 de enero de 2005. Con ello se transponía a nuestro país la directiva europea 2003/53/CE.

Se trata con esta norma de prevenir una de las dermatitis de contacto más frecuente en los trabajadores de la construcción: la dermatitis por cemento causada por la presencia de cromo hexavalente en su contenido. El contacto de la piel con el cemento, especialmente si está húmedo, puede producir picor, enrojecimiento, descamación y grietas. El problema es que, tras una primera reacción el organismo queda sensibilizado, por lo que cualquier nuevo contacto con el cemento, aunque sea mínimo, provocará los mismos fenómenos hasta el punto que, muchas veces, el trabajador se verá obligado a abandonar el trabajo en el sector.

La verdadera incidencia de esta patología laboral en España es difícil de conocer. Las características del sector, la alta temporalidad y la elevada rotación en el empleo, favorecen el subregistro y muchos casos no son declarados. Las estadísticas de los países europeos también reflejan una gran variabilidad. En los años 90 las estimaciones sobre el porcentaje de dermatitis de contacto por cemento respecto al total de dermatosis profesionales variaban desde un 10% en Alemania a un 33% en Francia y llegando al máximo en España de un 47%. Según esto, dado que en España se vienen declarando poco más de 2.000 casos de dermatosis profesionales en los últimos años, el número de dermatitis por cemento estaría como mínimo alrededor de los 950 casos de media anual.

Ya en 1979, en Dinamarca se propuso la incorporación de sulfato ferroso al cemento, para reducir el cromo hexavalente a cromo trivalente, éste último mucho menos soluble que el primero y sin efectos alérgicos. Se estableció por ley en 1983. Después, en 1987, fue Finlandia quien legisló en el mismo sentido y más tarde, en 1989 y en 1993, Suecia y Alemania adoptaron normas similares.

Los resultados de esta medida preventiva en los países nórdicos no tardaron en comprobarse. En Dinamarca sólo se detectó un caso de dermatitis por cemento entre 1989 y 1994. En Finlandia también desapareció este tipo de dermatitis. Además, en este caso no se puede alegar que la limitación sea un proceso caro: se ha demostrado que esta sustitución sólo incrementa el coste por tonelada en un dólar.

En España, como siempre, vamos sobrados. Somos el primer país europeo en consumo de cemento pero, como tantas veces, hemos tardado dos décadas en adoptar la norma preventiva y sólo cuando se nos ha obligado desde la Unión Europea. Y a pesar de que se conocían los resultados positivos de la incorporación del sulfato ferroso al cemento, hasta el año 2003 no se fabricaron ni se comercializaron en nuestro país cementos con limitación en contenido de cromo. Como siempre, interesaba más el negocio que la prevención.

Dado que la eficacia del sulfato ferroso sólo tiene una duración de unos 6 meses, la norma establece la obligación de etiquetar de forma clara, indeleble y visible tanto el cemento como los productos que lo contengan con el fin de informar a los usuarios y consumidores de la fecha de envasado, el tiempo máximo de eficacia del agente Erradicar la dermatitis por cemento reductor y las condiciones de almacenamiento para que éste no pierda su capacidad.

Según el Reglamento Particular de AENOR para Cementos, se entiende por “periodo de eficacia declarado” el periodo de conservación declarado por el fabricante, durante el cual el agente reductor permanece eficaz en el mantenimiento del contenido de cromo (VI) soluble en agua hasta el límite reglamentario de la Orden Ministerial PRE/1954/2004, transposición de la Directiva 2003/53/CE, siempre que el cemento se conserve de acuerdo con las condiciones recomendadas por el fabricante.

Con todo, esta nueva regulación no significa que se puedan abandonar las medidas preventivas. No sólo porque el cromo no ha sido suprimido totalmente, sino también porque el cemento contiene otros elementos alergizantes (cobalto, aditivos).

Por otro lado la adición de sulfato ferroso no evita que el cemento, por su elevada alcalinidad, continúe siendo un poderoso irritante con riesgo de quemaduras o erupciones en la piel más o menos severas. El riesgo de quemaduras por cemento se produce especialmente si el cemento queda atrapado contra la piel. Por ejemplo si el cemento húmedo cae dentro de las botas o los guantes puede provocar rápidamente una quemadura o unaúlcera que, a veces, tarda meses en curarse. Una salpicadura de cemento puede dar lugar a serias quemaduras químicas en los ojos. A pesar de que cada vez es más frecuente el uso mecanizado de hormigón, alrededor del 16% del trabajo con cemento se continúa haciendo a mano (ajustar juntas, esquinas, escaleras, etc.).

Otro problema de trabajar con el cemento es que pueden producirse altos niveles de polvo, por ejemplo al vaciar o desechar los sacos. A corto plazo, la exposición a polvo de cemento puede irritar la nariz y la garganta.

Por tanto, proteger la piel, utilizando guantes y ropa adecuada, lavarse las manos con jabones apropiados, ducharse después de trabajar, etc., sigue siendo necesario para los trabajadores expuestos al cemento. No en vano un auténtico tsunami de cemento continúa inundando a toda velocidad nuestras costas y nuestros paisajes.

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José Mª Roel – Miquel Crespo – Revista Por Experiencia – ISTAS

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Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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