Está comprobado que el comportamiento animal y las actividades biológicas están influenciadas por la presencia de la luz natural; la actividad y el reposo –denominado sueño y vigilia- son de carácter cíclico y de tipo circadiano (del latín circa: alrededor de y dies: día), es decir, que tiene una duración de 24 horas; dividiéndose en un individuo adulto en: 8 horas de trabajo, 8 horas de sueño y el resto en actividades de tiempo libre.

El ser humano posee un reloj biológico endógeno, localizado en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo anteroinferior, que permite la sincronización de los ritmos fisiológicos y conductuales, incluidos el sueño y la vigilia, siendo la luz y la oscuridad indicios fundamentales del entorno que van a influir directamente en el ser humano. Existen variaciones circadianas en las que la persona experimenta cambios en el rendimiento físico e intelectual, en relación temporal con otros parámetros biológicos de tipo hormonal (como el cortisol, la hormona del crecimiento, la prolactina y la temperatura corporal; siendo ésta un elemento clave del sueño-vigilia). En el mundo laboral, de todos los ciclos biológicos el más importante y condicionante es el ciclo circadiano, ya que es el que condiciona el trabajo a turnos.

Cada persona necesita un tiempo de vigilia y de sueño específico, son dependientes de la edad, estado de salud, contexto cultural, obligaciones socio-laborales,…pero lo que si es cierto que debido a los cambios horarios, al ritmo de trabajo actual, el mundo laboral y las actividades productivas,… han llevado a crear diferentes turnos laborales, rompiéndose con ello en muchas ocasiones, el ritmo biológico. Estudios recientes confirman que se duerme 1,5 horas menos que a principio del siglo pasado; por lo que nuestra sociedad sufre un estado de insuficiencia crónica de sueño nocturno.

Debido a estos turnos laborales, la persona deberá modificar y adaptar sus horas de sueño y de ocio, siendo en algunas ocasiones de gran dificultad, lo que puede llegar a ocasionar serios problemas (malestar general, trastorno digestivo, fatiga, cambios de humor,…); ya que depende de las características individuales de cada uno: hay quienes soportan mejor los cambios de horarios, tienen mejor capacidad de adaptación, la edad, … por lo que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) recomienda no realizar turnos rotatorios ni nocturnos en personas de avanzada edad, mujeres embarazadas o que se encuentren criando a hijos de corta edad. Los momentos claves de bajo rendimiento corresponden de las 13 a las 15 PM y de las 03 a las 04 AM; viéndose reforzado por la ingesta de comida; en la madrugada, la alta tendencia al sueño y la pérdida de rendimiento coinciden con la mínima temperatura central del cuerpo durante estos momentos críticos, siendo cuando se producen mayor número de accidentes laborales y de tráfico, mayor número de errores y de actuaciones desafortunadas.

El resultado de una mala calidad del sueño nocturno, se va a manifestar durante el día en una excesiva somnolencia diurna. Una falta de sueño provoca en la persona, serios cambios psicológicos: irritabilidad, ansiedad, impaciencia, depresión,…además de verse afectado su rendimiento (dificultad de reacción, memoria, menor capacidad de adaptación a nuevas situaciones), falta de atención y de concentración en su trabajo; además de sufrir serias alteraciones del sistema inmunológico y endocrino. Muchas de las personas que sufren este estado patológico (5-10% de la población), caracterizado por la incapacidad de mantener un rendimiento psicológico, físico e intelectual- tanto en la vida laboral como personal y de ocio-, suelen utilizar medidas suplementarias que le ayuden a disminuir el estado de somnolencia, mediante substancias activantes, excitantes (caseína, nicotina y alcohol) o euforizantes; la sociedad japonesa se encuentra en el primer lugar de las sociedades consumidoras de fármacos relacionados con el sueño. Hay quienes ante una excesiva somnolencia, deciden descansar unos minutos (conocido como dar una cabezadita) lo que puede implicar un riesgo añadido dependiendo del trabajo que se encuentre realizando, y en otras ocasiones desemboca en involuntarios despistes. El sueño se rige por el ritmo biológico; se encuentra formado por un ciclo de cinco etapas diferenciadas de sueño a lo largo de la noche: Cuando una persona se acuesta, el cuerpo comienza a relajarse, si se hiciera en ese momento un electroencefalograma, se podría apreciar ondas alfa, relativamente lentas, propias del estado de vigilia pero relajado, según se vaya comenzando a dormir, el ritmo de la respiración será más lento y las ondas cerebrales aminorarán el movimiento apareciendo ondas irregulares del sueño de la etapa 1, poco tiempo después la persona se relajará más profundamente iniciándose unos veinte minutos del sueño de la etapa 2, la cual se caracteriza por la aparición periódica de puntas del sueño (irrupciones de actividad de las ondas cerebrales), siendo posible aún el despertarse con facilidad; aunque la persona ya está dormida. Minutos después se atraviesa la etapa 3 de transición, que lleva al sueño profundo de la etapa 4, siendo a partir de la etapa 3 cuando el cerebro emite amplias y lentas ondas delta, de ahí que estas etapas, sean conocidas con el nombre de sueño delta; durando aproximadamente treinta minutos, durante los cuales difícilmente se podrá despertar la persona. Es en la etapa 4 -el sueño es más profundo- cuando la persona puede levantarse, caminar, hablar, … incluso los niños mojar la cama. Una hora después de conciliar el sueño, en vez de continuar sumido en un profundo sueño, se remonta la escala del sueño: se pasa por las etapas 3 y 2; llegando a la fase más sugestiva, el periodo de sueño con movimientos rápidos de los ojos (MOR. Siglas de movimientos oculares rápidos) de una duración aproximada de diez minutos, las ondas cerebrales son más rápidas (como las de la etapa1) aunque con la diferencia que el ritmo cardiaco aumenta, la r espiración es más rápida e irregular.

Las causas por las que una persona puede tener un descanso poco reparador son diversas, aunque se clasifican en individuales y físicas.

Desde el punto de vista de la Medicina Laboral, la somnolencia diurna y los problemas referentes al sueño supone una gran preocupación; por ser causante de un gran número de accidentes y absentismo laboral, debiéndose establecer las causas y las distintas formas de expresión que tiene la insuficiencia de sueño en la persona, dependiendo de los distintos colectivos de trabajadores especialmente en aquellos de alto riesgo como son los conductores, controladores de máquinas, personal sanitario, vigilantes, controladores de vuelo…; y adaptándose medidas preventivas adecuadas, que eviten el absentismo laboral y los distintos tipos de accidentes que de ello pueda surgir.

Resumen del artículo técnico publicado en PW Magazine nº 9.
Puedes encontrar el artículo completo en el nº 9 de la Revista PW Magazine (www.pwmagazine.com)

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Carmela de Pablo Hernández – Técnico Intermedio de Prevención de Riesgos Laborales, Enfermera del Hospital General de la Defensa

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Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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