La vida pasa también por nuestro ambiente de trabajo. A veces lo hace de manera traumática y hablamos de siniestralidad laboral. Pero en ésta no todo son accidentes. También hay formas voluntarias de conducta que debemos evitar y denunciar. Una de ellas es el acoso sexual, y otra igualmente recriminable es el “mobbing”. Se trata de la persecución psicológica, con el consiguiente acoso moral, que superiores e incluso compañeros ejercen contra un empleado que no interesa o no cae bien.

Un 10% de los empleados en la Unión Europea padece acoso psicológico en su centro de trabajo, sin distinción de empleos, empresa ni sexo. Esta forma de violencia lesiona la salud y la dignidad de la víctima y supone costes por baja laboral o disminución de la productividad.

Por desgracia, la persecución psicológica se agrava con la precariedad laboral y la inseguridad en el empleo. La víctima soporta y calla. Primero atraviesa una fase de confusión; después, de ansiedad, y al final sufre depresión. No es raro que enferme, y hasta se han reportado suicidios por “mobbing”. O soportar el acoso de jefes y colaboradores, o abandonar el empleo. Terrible dilema, que tiene una solución: denunciar el caso al comité de empresa y, si cabe, a las autoridades, que conocen cada vez más esta clase de siniestralidad y apoyan su prevención. En los países escandinavos ya hay leyes contra la violencia psicológica laboral.

Puede no haber intimidación sexual ni coacción física, pero sí mucha presión psicológica, que genera zozobra de la salud y pérdida de autoestima. Pero el acoso puede ejercerse también sobre alguien que tiene una personalidad marcada, un talento especial, un ideario político distinto, una limitación física o simplemente más ganas de trabajar que el resto. La suma de competitividad y empleo en precario facilita el “mobbing”. Si además hay celos y envidia en el ambiente -tan habituales en los pueblos ibéricos-, el acoso contra el que o la que destaca está casi asegurado. “Mediocres de todos los países, uníos”, se proclama en la película “Amadeus”. Con todo, la mediocridad concertada es inoperante, aunque puede llegar a ser activa y volverse contra ella misma.

La persecución psicológica es un comportamiento que el biólogo Konrad Lorenz describió en algunas especies animales en que el grupo se abalanza sobre el individuo. Los humanos no somos una excepción. El fuerte abusa del débil, pero los débiles se coaligan también contra el más fuerte o, en nuestro caso, el que destaca, por envidiable o por vulnerable. El “mobbing” supone la discriminación persistente mediante la maledicencia, la calumnia, la ridiculización, el hostigamiento y el practicar el vacío en torno a alguien, por ejemplo sin darle trabajo, para que se hunda y se marche, a veces con el silencio de los compañeros.

Este hostigamiento está a la orden del día en empresas e instituciones de toda clase. Pero la necesidad de un salario no debe hacer tolerar esta situación. Las consecuencias son peores que las posibles ventaja. Ante el acoso, el empresario pierde casi tanto como la persona desmoronada. De modo que el “mobbing” debe ser catalogado como un problema de salud pública. Algunos partidos de izquierda así lo han considerado; ojalá prospere su iniciativa.

0 0 votos
Valoración

La Vanguardia – Norbert Bilbeny

Fuente

Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

Suscribirme
Notificar de
guest
:arrow: 
:D 
:? 
8-) 
:cry: 
:shock: 
:evil: 
:!: 
:geek: 
:idea: 
:lol: 
:x 
:mrgreen: 
:| 
:?: 
:P 
:oops: 
:roll: 
:( 
:) 
:o 
:twisted: 
:ugeek: 
;) 
 
0 Comentarios
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios