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Las alarmas sonaron en la planta de la Compañía Logística de Hidrocarburos de Valladolid sobre las dos menos cuarto de la tarde. Una súbita llamarada en la boca del tanque número 38 se acababa de producir alcanzando de pleno al operario de una subcontrata, Fernando R. H., que se encontraba realizando tareas de mantenimiento en el depósito, ya vacío y a la espera de que se succionasen los residuos para la posterior desgasificación. Fue el oficial que lo acompañaba en estas tareas, Manuel B. P., quien logró tirar de él y sacarlo de las llamas, recibiendo también quemaduras, aunque leves, en las manos.

Instantes después de producirse estos hechos, se activaban todos los sistemas automáticos de seguridad y se daba aviso a las autoridades, tal y como requieren los protocolos. Así, además de Bomberos, fueron alertados Guardia Civil, Protección Civil y sanitarios del 061 y de Cruz Roja.

Lluvia de agua y espumógenos

La activación del plan de emergencias arrancó inmediatamente los mecanismos de refrigeración de todos y cada uno de los 19 depósitos de combustibles de que consta la planta, con capacidad para 119 millones de litros. Además, sobre el tanque siniestrado comenzó a caer una lluvia de agua y espumógenos lanzados a presión desde tres cañones orientados hacia éste. Al mismo tiempo, cuatro camiones de distintas compañías que se encontraban repostando fueron inmediatamente obligados a salir de las instalaciones, donde ya la Guardia Civil había establecido un retén de seguridad.

La rapidez de estos mecanismos provocó que las llamas cesasen a los pocos minutos de la deflagración -los cuatro camiones de bomberos que intervinieron sólo realizaron tareas de prevención-. No obstante, el peligro permanecía dada la volatilidad de los residuos de gasolina de 98 octanos que quedaban en el depósito, más susceptibles de producir una explosión que el propio líquido de gasolina aunque, finalmente, la temperatura logró controlarse y el foco del peligro nunca pasó del tanque siniestrado.

Mientras esto ocurría, los dos operarios heridos en el siniestro eran trasladados a centros hospitalarios. Así, Fernado R. H. fue llevado al Hospital Río Hortega y de allí, trasladado en helicóptero hasta la Unidad de Grandes Quemados del Hospital La Paz de Madrid. Tiene quemaduras de segundo grado en el ochenta por ciento de su cuerpo y de otro tipo en el 90 por ciento. Su estado es crítico. Fuentes de la compañía CLH informaron ayer que la deflagración se produjo cuando los operarios habían tapado la válvula de salida y procedían a soltar la tubuladura de entrada para sellarla también. Sobre la chispa que lo provocó, serán los técnicos quienes investiguen ahora lo sucedido.

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Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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