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La sección quinta de la Audiencia de Valencia ha confirmado que un empresario, Juan Fulencio C.A., deberá pagar 49.583 euros a un tupista de su carpintería que perdió en 1999 cuatro dedos de la mano izquierda cuando trabajaba con una máquina que carecía de todas las medidas de seguridad. Asimismo, le ha condenado a pagar 240 euros por una falta de lesiones por imprudencia leve.

La Audiencia desestima así el recurso interpuesto por el empresario contra la sentencia dictada por el juzgado de instrucción número 1 de Requena (Valencia) alegando error en la valoración de la prueba.

No obstante, la Audiencia señala que de la prueba testifical de la sentencia apeladada y del resultado de la inspección de trabajo es “incuestionable” que la máquina tupi con la que el empleado estaba trabajando “funcionaba sin ninguna medida de seguridad”.

De hecho, el día del accidente la máquina tenía fuera de servicio unos topes que sujetan las piezas a confeccionar, defecto que, según la sentencia de la Audiencia, el empresario “sabía y había advertido” y añade que el uso de esos elementos habría evitado el resultado.

Después del siniestro, se dotó a la máquina de cintas protectoras, que impiden que la mano del operario quede al alcance de las cuchillas.

La sala considera que si el condenado hubiera sido lo “suficientemente diligente” con arreglo a la obligación que tenía, “ni habría consentido expresamente como hizo que la máquina funcionase sin sus topes sino que por el contrario la habría provisto de cintas protectoras”. Por todo ello, recalca que la única causa que se advierte en el siniestro es “la total falta de medidas de seguridad en la máquina”.

Los hechos sucedieron en 17 de noviembre de 1999 cuando en una carpintería de Buñol (Valencia) uno de sus operarios sufrió un accidente con la máquina tupi con la que estaba trabajando en ese momento y que le ocasionó la amputación traumática de cuatro dedos de la mano izquierda.

Como consecuencia del accidente, precisó tratamiento médico y quirúrgico y tardó 160 días en curarse durante los cuales estuvo incapacitado para trabajar. Además, le ha quedado como secuela la pérdida de los dedos segundo, tercero, cuarto y quinto de la mano izquierda a nivel del tercio medio de los metacarpianos correspondientes.

Esta secuela le provoca una importante limitación funcional de la mano izquierda que dificulta sus tareas de la vida diaria y le impide totalmente las de su ocupación habitual, por lo que la Administración le ha reconocido la incapacidad permanente total.

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Europa Press

Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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