De esta manera, el TSJC rechaza un recurso presentado por la empresa, la firma Inoxarte, que negó la existencia de cualquier presión moral contra el trabajador, y confirma la sentencia del Juzgado Social número 33 de Barcelona, que declaró extinguido, a petición del propio afectado, el contrato que le unía a la compañía. El afectado es un empleado que trabajaba en la empresa demandada desde el 1 de abril de 1973, con la categoría de jefe oficial de primera y jefe de equipo, al mando de seis personas.
Según la sentencia, en 1996 se produjo una reorganización en la empresa y el empleado pasó a desempeñar las funciones de jefe de equipo pero ya sin mando y sin personal a sus órdenes. Además, se le suprimió la posibilidad de hacer horas extras, pese a ser uno de los que más horas extraordinarias hacían.
La sentencia indica que el acoso fue más allá cuando el 10 de marzo del pasado año el administrador de la empresa reunió a todos los trabajadores para tratar exclusivamente del empleado afectado y, ante ellos, “le recriminó que con su actitud estaba ocasionando pérdidas de 80.000 a 84.000 pesetas a la empresa”. El administrador también le reprochó que “estaba robando a la empresa” y que “tardaba mucho tiempo en desayunar”. El trabajador pidió la extinción de su contrato al afirmar que desde 1996 era objeto de agravios y sufría situaciones degradantes, como que se le adjudicara un puesto de trabajo situado junto a los lavabos de la fábrica o que se le colocara bajo una gotera. La empresa puso trabas para que sus compañeros hablasen o comiesen con él, lo que le produjo una depresión.
El tribunal dice que los hechos “ponen de manifiesto, palmariamente, una insistente conducta hostil hacia el trabajador” por parte de la empresa.
Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.
