Los Bomberos de la Generalitat de Cataluña mantuvieron ayer varios retenes en Tivissa (Tarragona) para evitar que se reavivara el fuego forestal desencadenado el viernes tras la explosión de un camión cisterna cargado de gas licuado que causó la muerte del conductor y 14 heridos. El incendio, que no pudo ser extinguido hasta la tarde de ayer, arrasó 50 hectáreas. Durante todo el día trabajaron 13 dotaciones con la colaboración de un helicóptero.
De todos los heridos por la explosión de la cuba, sólo dos permanecían ayer ingresados. Se trata de dos mossos d esquadra, uno con quemaduras en la cara y brazos, y el otro con traumatismo craneal. Ambos evolucionaban bien y se espera que hoy sean dados de alta.
Francesc Sancho, delegado del Gobierno catalán en las comarcas del Ebro, confirmó que el tacógrafo del camión quedó destruido, por lo que será imposible recurrir a la caja negra para confirmar lo sucedido. Sin embargo, todo apunta a que el camionero cogió muy rápido la curva, frenó y, debido al efecto tijera, volcó.
Sancho respondió a las críticas de Fermí Pellisé, alcalde de Tivissa, que definió el tramo de la C-44 donde ocurrió el accidente como “un punto negro”. Francesc Sancho dijo que se examinará todo el trazado de la vía y que la revisión del Plan de Seguridad Exterior de la Química de Tarragona ya prevé mejorar la señalización en esta carretera.
Por su parte, César Puig, delegado del Gobierno catalán en Tarragona, anunció la puesta en marcha de una campaña de sensibilización dirigida a los responsables del transporte de mercancías peligrosas, especialmente a los conductores.
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