El estrés mental hace que las paredes interiores de los conductos sanguíneos se contraigan, lo que puede elevar el riesgo de muerte cardiaca repentina, según indican investigadores de la revista Circulation: Journal of the American Heart Association.
Acontecimientos repentinos, como la ira, las discusiones o la guerra, pueden desencadenar una muerte cardiaca repentina, pero aún no se sabe exactamente cómo se produce esto, según los autores del estudio, pertenecientes al Hospital de la Universidad de Zurich en Suiza.
Este estudio proporciona la primera evidencia de que el estrés mental repentino induce las disfunciones endoteliales, es decir la rigidez o imposibilidad de dilatación de los conductos sanguíneos. El efecto aumenta mediante un compuesto químico denominado endotelina-A (Eta). Como resultado, las venas no pueden responder adecuadamente a los cambios en las demandas de sangre (por ejemplo expandiéndose y contrayéndose para ajustarse a los distintos flujos de sangre). Esta condición puede aumentar el riesgo de ataque cardiaco o infarto.
Para llegar a estas conclusiones, los autores del estudio analizaron a personas de entre 20 y 31 años de edad sin factores del riesgo cardiovasculares. Se fue midiendo en ellos la capacidad de sus conductos sanguíneos de contraerse y dilatarse después de una tarea mental estresante. Se observó un notable descenso de la dilatación de las venas después del estrés mental. Éste estrés aumentaba la presión media de la sangre de 83 a 96 milímetros de mercurio y el ritmo cardiaco de 63 a 81 latidos por minuto. La dilatación mediada por el flujo de sangre se reducía a la mitad, de 8 a 4,1.
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