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A los médicos también les toca ser pacientes, ya que nadie está exento de padecer enfermedades. Sin embargo, el riesgo de trastornos y el deterioro de la salud de los trabajadores sanitarios es palpable cada vez con mayor frecuencia en los hospitales y centros de salud. El estrés es el síntoma más extendido y éste se debe principalmente a la actitud de los pacientes, cada vez más agresiva e inconformista, y por el endurecimiento de las exigencias demandadas por el sistema, como apunta Guillermo Narbona, médico psiquiatra.

Sin embargo, las patologías pueden llegar a ser mucho más graves. El personal sanitario, con frecuencia, padece trastornos de adaptación provocados por un cambio de responsabilidad o por un traslado de centro sanitario, crisis de pánico, depresión, ansiedad generalizada, esquizofrenia o consumo de sustancias que pueden degenerar en problemas de drogodependencia. El personal sanitario de atención primaria y los del servicio de urgencias son los más afectados.

El origen de estas patologías puede venir desencadenado por diversos motivos. El comportamiento violento de algunos pacientes que han llegado a agredir y amenazar a los trabajadores ha creado en ellos una situación extrema de inseguridad laboral que propicia la aparición de estos trastornos psíquicos. Guillermo Narbona aseguró que muchos trabajadores viven estresados y angustiados y que intentan no elegir especialidades que comporten un trato directo con el público.

Este conjunto de alteraciones físicas, psicológicas y de conducta, cuando se convierten en un proceso crónico, puede derivar en lo que se conoce como síndrome de burnout (quemado), una enfermedad específica de los médicos y que se puede extender a otras muchas profesiones. Este síndrome se diagnostica cuando el trabajador refleja un profundo agotamiento emocional, adopta actitudes negativas, de insensibilidad y de cinismo hacia los pacientes, muestra falta de realización personal, una baja autoestima y tiende a evaluar su trabajo de forma negativa con poca eficiencia en el ejercicio de la profesión.

Al contrario de lo que suele ocurrir cuando se nota algún síntoma de malestar, que suele ser acudir al médico cuanto antes, a los profesionales cuando les toca vivir el papel de pacientes rehuyen a los médicos y evitan tener que sentarse frente a un compañero médico en su consulta para que determine un diagnóstico y posterior tratamiento. La tendencia más habitual es a la automedicación. Guillermo Narbona expuso como principal justificación que “un médico es el peor enfermo que existe porque ya lleva el diagnóstico hecho de antemano, ya sabe lo que tiene y lo cuestiona todo. Es un paciente temeroso porque conoce todas las posibles complicaciones.”

Como en todo proceso, cuando falla el elemento motriz se desequilibra todo el engranaje. Del mismo modo, las enfermedades que puedan padecer los trabajadores sanitarios tienen una repercusión negativa directa sobre el tratamiento con los pacientes. Todos los trastornos conllevan a una progresiva desmotivación laboral y una pérdida de fiabilidad. Sin embargo, desde la Administración es muy difícil dar solución a esta cuestión, ya que son los propios médicos afectados los que no muestran disponibilidad para dejar su profesión o darse de baja.

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Diario de Málaga

Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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