Técnicos de laboratorio del Ayuntamiento participaron ayer en unas jornadas de prevención y control de la legionella para conocer el funcionamiento de las torres de enfriamiento y distinguir las instalaciones con riesgo de desarrollar esta bacteria.
El estudio del real decreto sobre prevención de legionella, la definición de las competencias municipales o la estrategia de actuación en caso de brote son algunos de los apartados que abordaron estas jornadas organizadas por la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP).
El director del encuentro, Antonio Falcó, explicó a los periodistas que se trata de informar a los inspectores sobre las características de los puntos de riesgo, como piscinas climatizadas, calderas de vapor, saunas o fuentes.
Competencias
Respecto a las competencias de las distintas administraciones en el control y seguimiento de este tipo de instalaciones, subrayó que actualmente están a cargo de los ayuntamientos, aunque este asunto «no está bien definido» y el decreto «no detalla» si corresponde a la Junta o a las corporaciones locales.
Falcó consideró que la legionella tiene «más alarma social de lo que realmente es» y que para que se produzca un brote se tienen que dar una serie de circunstancias «realmente improbables».
Esta bacteria vive en aguas con temperaturas que oscilan entre los veinticinco y cuarenta grados, se transmite por vía aérea y puede manifestarse «como una simple gripe» o como una neumonía».
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