Han tenido que pasar nueve años para que la Justicia se pronuncie sobre la muerte de un trabajador en la central térmica de Sabón. Y ese retraso sirvió para reducir la condena a los procesados, que de los dos años de prisión que pedía al fiscal quedaron en 4 meses al aplicar el atenuante de dilaciones indebidas -los imputados no tendrán que ingresar en la cárcel al carecer de antecedentes penales y la pena ser inferior a 24 meses-. El accidente mortal sucedió el 6 de agosto del 2003. Días antes, se había subcontratado a una empresa para acometer la excavación y posterior cimentación de una torre de alta tensión en el interior del recinto de la central térmica de Sabón (Arteixo). La obra consistía en la sustitución de cuatro apoyos (torres metálicas de soporte de la línea de alta tensión) existentes y en servicio en la subestación de Sabón, al pasar parte de las líneas aéreas a subterráneas en parte del trazado.
Lo primero que se hizo fue la excavación de los cuatro pozos. Cada uno de ellos tenía una profundidad de 4 metros y la base era cuadrada, con 2,3 metros de lado. Así se llegó al día del accidente mortal, con la obra en fase de conclusión del último de los cuatro pozos previstos para la cimentación sobre la que se anclaría la torre. Para descender y salir había una escalera. En la obra estaba el empleado fallecido, con la categoría profesional de ajustador instalador eléctrico, junto a otro compañero. Se produjo un corrimiento de tierras, quedando sepultado el trabajador. Nada se pudo hacer para salvarle la vida.
Juzgado el asunto, en el banquillo de los acusados se sentaron algunos de los responsables de la empresa, y de la propia obra. Finalmente, el juez les impuso una condena de cuatro meses de prisión como responsables de un delito de homicidio por imprudencia grave, ya que no instruyeron al empleado en ese trabajo ni pusieron ninguna medida de seguridad que evitase el accidente.
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