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Agresiones físicas, amenazas verbales, intentos de violación, robos, intimidaciones, falta de higiene… es el ambiente que se vive en el centro de menores Ángel Ganivet de Granada, según trabajadores del centro pertenecientes al sindicato CSI-CSIF. La situación, que consideran insostenible, ha sido denunciada en varias ocasiones, y tras hacerla pública, la delegada de Asuntos Sociales en Granada ha asegurado que se investigará.

Manuel de la Chica trabaja en el centro de menores Ángel Ganivet.Había sufrido ya amenazas verbales, pero la que recibió en abril fue más grave. Fue el 30 de abril, cuando un menor, según relató el agredido, «despreció la comida, la tiró al suelo y fue a la cocina a por otra cosa», lo que está prohibido por el reglamento. Ante esto, recordó al joven que no podía hacerlo, le cogió del brazo para hacerle salir y éste le tiró al suelo y le «retorció el brazo hasta que me partió la muñeca». Para poder retenerlo, el trabajador lo agarró, momento en que el menor le dio un cabezazo en la boca que le hizo sangrar.

Es tan sólo una de las agresiones sufridas por los funcionarios y trabajadores de este centro de protección de menores dependiente de la Junta, según el sindicato CSI-CSIF.

Según explicó la presidenta del sector de Administración general de sindicato, Margarita Blasco, en los últimos dos años han existido amenazas verbales, con cuchillos y con otros objetos punzantes, agresiones físicas a los empleados que han necesitado asistencia médica y a otros menores del centro, robos, e incluso intentos de violación, como el sufrido por una de las empleadas del centro por parte de cuatro de los chavales.

Las agresiones se han incrementado, según sus datos, de forma peligrosa, hasta tal punto de que se preguntaron si «será preciso la muerte de un trabajador para la que administración tome medidas».

Desprecian, escupen y acosan

En este sentido, las más perjudicadas son las mujeres que trabajan en el centro, a las que los menores desprecian, escupen y acosan. Pero las agresiones no se producen tan sólo entre los internos y los trabajadores. El ambiente que se respira en el centro también lo sufren los menores y prueba de ello es, según este sindicato, que el mes pasado un joven intentó agredir a otro con un cuchillo.

Pese a que el CSI-CSIF mandó una carta el 20 de mayo a la delegación de Asuntos Sociales para que tome medidas, aún no han recibido respuesta. Sus pretensiones no son otras que se otorguen facultades al personal de estos centros para cumplir sus funciones, un seguro de accidentes específicos para los trabajadores de los centros, la contratación de una empresa de seguridad, y colocar detectores de metales en la entrada al centro y en las habitaciones para evitar que los menores porten objetos punzantes. Además, exigen que se analice la edad de los menores con una segunda prueba ósea, puesto que muchos amenazan a los médicos para falsear los datos.También explicaron que se encuentran abandonados por la administración y la justicia. No en vano, «cuando uno de ellos delinque, se persona la policía judicial, lo interroga y vuelve a su habitación como si nada».

Por su parte, la delegada provincial de Asuntos Sociales María José Sánchez, matizó que el centro es de protección, por lo que los menores que se encuentran allí no son, en principio, infractores, aunque sí reconoció que son «niños difíciles».

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Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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