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Una de las trabajadoras de la empresa de aerografía textil Aerotex, Concepción R., declaró hoy ante la sección tercera de la Audiencia Provincial de Alicante que juzga el caso Ardystil, que tras los primeros fallecimientos los empresarios les “obligaban” a realizar la jornada laboral por la noche, ya que por la mañana la empresa Aerotex permanecía cerrada.

Concepción R. afirmó también, en la décimo octava sesión del juicio oral, que durante el periodo en el que estuvo trabajando en esta empresa –unos meses del año 1991 y de marzo a noviembre del año 1992– había sistemas de ventilación que “no se usaban”, había “alguna” mascarilla de papel “sucia y tirada por el suelo y que se formaba neblina “todo el tiempo”.

Los hechos juzgados ocurrieron entre los meses de febrero a noviembre de 1992 cuando un total de seis personas fallecieron por el uso de productos químicos combinados utilizados en la estampación textil de varias empresas de Alcoi, Cocentaina y Muro de Alcoi (Alicante), sin los conocimientos para hacerlo y en unas condiciones de trabajo insalubres, según el escrito inicial del fiscal. Por estas condiciones, también resultaron afectadas otras 67 personas de neumonía, hiperreactividad bronquial, fibrosis pulmonar y bronquitis obliterante con neumonía organizada (BONO).

Concepción R. aseguró que las mascarillas homologadas con filtros se compraron “tras morir gente” y porque los empleados amenazaron a los empresarios con “no seguir pintando” si no tenían mascarillas.

Otra de las trabajadoras de Aerotex, Elisa R., coincidió con Concepción en el tema de las mascarillas e indicó que se realizaron inspecciones de Seguridad e Higiene en el trabajo “a última hora, cuando ya habían muerto algunas chicas”. Así mismo, recordó que en una de estas inspecciones, los dueños de Aerotex llevaron mascarillas a la fábrica ordenando a los operarios que se las pusieran porque “venía una inspección”; unas mascarillas que, según dijo, no “habíamos visto en la vida”.

En la caja fuerte

Por su parte, el también empleado de Aerotex, José María T., aseguró que en el año y medio que trabajó en esta aerografía no vio funcionar los extractores y dijo que “tampoco vio mascarillas” a no ser que estuvieran en la caja fuerte”. Por último, Silvia María V., dijo que en esta empresa “no se abrían las ventanas ni en verano” porque “se volaban los papeles del transfer –técnica de estampación de telas mediante planchado–“.

Otro de los testigos que declararon ante la sala fue el encargado de la empresa Aerografía Textil, Francisco S., responsable de realizar las mezclas de la pasta usadas en la pintura de la aerografía. El testigo explicó que realizaba la mezcla siguiendo una fórmula que le suministró uno de los dueños de Aerografía Textil.

Afirmó que en esta empresa “no había ninguna mascarilla” en el periodo de tiempo que va de octubre a mayo de 1991 y que fue a partir de esta fecha cuando “trajeron mascarillas de plástico”. A partir de “salir todo lo de Ardystil” los trabajadores solicitaron mascarillas homologadas a los propietarios, según explicó, quienes les suministraron “mascarillas con filtro” sobre el mes de junio de 1992.

Esta empresa tuvo una inspección de Trabajo, según dijo, en la que “no dijeron nada” sobre el sistema de trabajo de los empleados de Aerografía Textil.

El letrado encargado de la defensa de estas dos empresas, Miguel Angel Garijo, afirmó durante el descanso de la vista ante los periodistas que los testigos “se contradicen entre ellos”. Así mismo, Garijo dijo que “lo único claro es que hay unas personas afectadas pero no el por qué ” ya que los testigos “no dan mucha luz a la hora de declarar”.

Además Garijo explicó, respecto al uso de las mascarillas, que a ningún empresario se le “obligó” al uso de mascarillas en los puestos de trabajo porque la “Administración no obliga” por lo que, concluyó, “ya veremos quien es el responsable”.

También declaró durante la vista oral de hoy el empleado de la fábrica de aerografía textil Aeroman, Roque R., quien afirmó que en esta empresa los dueños les dijeron que “debíamos gastar mascarillas y nos las proporcionaron”.

Por su parte, otro de los empleados de Aeroman, Jorge V., especificó que en había mascarillas “individualizadas” pero que se “usaban según el ambiente” y aseguró que en esta nave industrial las ventanas estaban “permanentemente” abiertas, al igual que la puerta de entrada que era “de grandes dimensiones” y que “no había ninguna estufa”.

La última en declarar fue la empleada de Ardystil, Belén V., quien dijo que los empleados contaron con mascarillas “a última hora”, es decir, “cuando ya había muerto Isabel Miró –la primera víctima– y cuando enfermaron las dos hermanas –Soraya y Yovana González–. Lo mismo ocurrió en Ardystil, según señaló, para instalar los extractores e incluso afirmó que Soraya González, cuya hermana ya estaba enferma, “se negó a ir hasta que no fueran instalados”.

Los diez testigos que declararon ante el tribunal afirmaron haber sufrido el denominado síndrome Ardystil e incluso alguno de ellos dijo sufrir secuelas posteriores como dolores fuertes de cabeza, ahogos, asma, cansancio o mala circulación. Al menos una de las trabajadoras que declaró hoy afirmó tener la jubilación absoluta por incapacidad para el trabajo.

La vista oral continuará mañana miércoles, 26 de marzo, con la declaración de Juan González, padre de las hermanas fallecidas –Soraya y Yovana González– empleadas de Ardystil. También declararán nuevos trabajadores de Ardystil, de Aerotex, y una empleada de Aeroreig.

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Europa Press

Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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