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Los cálculos realizados estiman que la sustitución de las luminarias de vapor de mercurio por las de sodio a baja presión en el alumbrado público supondría un ahorro energético del 40% en Andalucía.

El coordinador del área de Ingeniería Eléctrica en la E.T.S. de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad de Granada, Antonio Espín Estrella, forma parte del comité técnico que se encarga de ultimar en estos días la elaboración de la norma para la protección de la calidad del cielo frente a la contaminación lumínica; para la que se ha tenido en cuenta la legislación vigente de Cataluña y Gran Canarias así como recomendaciones internacionales.

El objetivo de esta normativa es regular los requisitos que deben cumplir las instalaciones y los dispositivos luminotécnicos del alumbrado exterior y, en algunos casos interior, de uso tanto público como privado, en relación a la contaminación lumínica y el uso eficiente de la energía.

Desde hace dos años también colabora en el Foro de Contaminación Lumínica de Granada, formado por miembros del Instituto Andaluz de Astrofísica, elAyuntamiento de Granada, Agenda 21, la Agencia Provincial de la Energía de Granada, Ecología en Acción y Astrónomos Amateur.

Resplandor en la oscuridad

La contaminación lumínica es el brillo de luz en el cielo nocturno producido por la reflexión y la difusión de luz artificial en los gases y en las partículas del aire. Se produce sobre todo en las ciudades por el uso de luminarias inadecuadas y/o excesos de iluminación.

Esta iluminación incorrecta se traduce en un despilfarro de energía eléctrica y hay que tener en cuenta que España es un país sin recursos energéticos, pues el 77,9% de la energía primaria consumida es importada del exterior. En este sentido, al coste de la energía perdida hay que añadir el de mantenimiento y amortización de las instalaciones. En definitiva, un gasto que repercute en el bolsillo de todos.

Por otro lado, este incremento en la demanda de energía obliga a las centrales hidroeléctricas y térmicas a una mayor producción de electricidad, lo que a su vez aumenta las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera como el dióxido de carbono (CO2), principal responsable del calentamiento global del planeta.

Al mismo tiempo, este fenómeno está uniendo la noche con el día, y los astrónomos buscan desesperadamente las estrellas que parecen caídas del cielo. La tecnología punta empleada en las observaciones astronómicas para determinar el origen, estructura y futuro del universo está eclipsada por un sol artificial.

Otros estudios desvelan cómo afecta a la vida de muchos animales, por ejemplo, en la pérdida de orientación, migración de especies a otros lugares, en la reproducción, etc. En las personas ocurre igual, la exposición a la luz a deshoras provoca trastornos en el ritmo biológico, sobre todo en lo que se refiere a la vigilia y el sueño, causando insomnio, estrés, fatiga, etc.

Iluminación adecuada

Tras su larga trayectoria en el tema del alumbrado público, el investigador asegura que el punto clave está en la relación entre la calidad de iluminación, y el menor coste y contaminación.

Segúneste principio, la iluminación correcta implicaría, en primer lugar, la sustitución de lámparas de vapor de mercurio en la medida de lo posible -pues por ejemplo no se pueden eliminar de los jardine- por otras de sodio a baja presión. Estas últimas son menos contaminantes, ya que no generan un residuo tóxico, como lo es el mercurio, y no emiten en tantas longitudes de onda.

Pese a que estas lámparas son algo más caras, la inversión inicial se rentabiliza pronto, pues duran más y son más eficaces que las de mercurio. A esto hay que añadir que “en Andalucía existe aproximadamente un millón de cien mil lámparas, de las que un 66,5% son de mercurio, con un consumo actual de 870.000 MWh al mes. Los cálculos realizados estiman que esta sustitución supondría un ahorro entre el 30% y 40% del consumo energético”, según indicó Espín Estrella.

Otro aspecto fundamental es conseguir un nivel de iluminación adecuado. Se tiende a incrementar el número de farolas en las calles y demás espacios públicos, como medida de seguridad ciudadana. A menudo esto causa el efecto contrario, la mala ubicación de las luminarias a veces alumbra más las fachadas de las casas y crea zonas oscuras en el exterior. En otros casos, lo que provoca son deslumbramientos que ponen en peligro la circulación vial.

Junto a una buena ubicación y distribución de los puntos de luz es necesario diseñar las luminarias de forma que no emitan al cielo más del 25% de la luz. Finalmente, sería conveniente establecer unos horarios de encendido de escaparates en los comercios, letreros luminosos, ferias, etc. No se trata con esto de dar un paso atrás en nuestra tradición cultural sino en hacer un uso racional de la energía.

Atendiendo a estas iniciativas planteadas, la solución a esta problemática parece sencilla, ya que no implica cambios drásticos ni requiere la incorporación de tecnologías sofisticadas. En definitiva, y en palabras del investigador “se trata de usar los medios técnicos que ya están, pero adecuadamente”.

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Andalucía 24 Horas

Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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