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La mina ha vuelto a cobrarse una nueva vida en Asturias. El trabajador checo Jiri Kanok, de 40 años de edad, falleció en el pozo Sotón (San Martín del Rey Aurelio) debido a un derrame de carbón. Kanok, que residía en El Entrego desde hacía 6 años, deja mujer y dos hijos de 13 y 15 años. El accidente de ayer se convierte, de esta manera, en el primer incidente mortal de la minería asturiana en algo más de un año y en la primera víctima del pozo Sotón desde el año 2000. El cadáver de Jiri Kanok será repatriado a Chequia en cuanto la familia del fallecido, que reside en ese país, disponga lo necesario para su recepción.

El accidente mortal se produjo en torno a las 10 de la mañana. Kanok, empleado de la subcontrata Satra, se encontraba junto a varios mineros más en el cuarto nivel de la capa Julia, en la planta subdécima. En esos momentos, el equipo trabajaba en la guía 2-4 sur, lo que significa que estaban perforando el frente de arranque para iniciar la explotación de una nueva capa. Su empleo de vigilante lo mantenía un poco alejado del minador (máquina de perforación mediante cabezales giratorios unidos a un brazo mecánico) que en esos momentos trabajaba en el arranque a los mandos de un compañero.

Aunque las investigaciones aún no han arrojado luz sobre lo sucedido, las primeras hipótesis apuntan a que Kanok podía encontrarse un poco más adelantado que sus compañeros en el momento del desprendimiento. Nadie vio lo que pasó, la mina tembló y una nube de polvo inundó la galería antes de que el ruido del derrabe dejara claro lo que estaba pasando. Los que pudieron echaron a correr, Kanok no tuvo ninguna oportunidad. Antes ni siquiera de que el polvo se retirara, sus compañeros regresaron al lugar del derrabe para intentar rescatar al minero enterrado. Fue inútil, cuando llegaron a él, ya había fallecido.

El forense dictaminó que la causa de la muerte fue la asfixia. Ninguno de sus compañeros resultó herido. Una hora más tarde sus apenados compañeros lograban sacar a Kanok del pozo en la funesta camilla de asas.

Mientras, a las puertas de las instalaciones mineras de Hunosa, decenas de vecinos se agolpaban intentando entrar, pero los guardias de seguridad lo impedían y mantenían el tipo pidiendo acreditaciones de la empresa. La noticia del accidente había corrido como la pólvora por todo el Nalón pero no había datos. Frases como “Dios, mi primo está ahí” o “Decidme que no era un chico con barba” inundaban las puertas del pozo. En el interior del complejo, los compañeros de Kanok se retiraban despacio a los vestuarios, el cuerpo sin vida del minero ya estaba en el botiquín, a la espera de que llegase el forense para dictaminar la causa de la muerte y la funeraria para llevárselo.

Poco después de que los mineros sacaran el cuerpo llegaron las autoridades. El primero en aparecer fue el alcalde de San Martín, Ignacio Fernández, que se limitó a repartir su pésame antes de retirarse.

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La Voz de Asturias

Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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