El catorce por ciento de los canarios de entre 30 y 44 años sufre acoso psicológico en el trabajo por parte de sus superiores o de sus compañeros, según la Encuesta de Salud de Canarias 2004.
Este tipo de práctica, conocida también como mobbing, supone el arrinconamiento del trabajador, estar cuestionado continuamente por sus jefes y compañeros y soportar todo tipo de burlas y comentarios jocosos.
Como consecuencia de ello, el trabajador sufre problemas de concentración, estrés y apatía, entre otros síntomas, informa la Consejería de Sanidad en un comunicado.
La Encuesta de Salud de Canarias 2004 revela que el acoso psicológico afecta prácticamente igual a hombres y a mujeres, pero existen diferencias notables según la edad de los trabajadores.
La población de entre 30 y 44 años es la más hostigada psicológicamente en el trabajo y así, el 17,7 por ciento de este grupo de edad admite haber sufrido acoso psicológico en alguna ocasión, frente al 12,5 por ciento de la población comprendida entre los 45 a 64 años.
La Encuesta de Salud de Canarias 2004 revela que existen diferencias según las islas, de manera que Fuerteventura es la más afectada, con un 26 por ciento de su población que dice haber sufrido acoso psicológico en el trabajo, seguida de La Palma, con un 22,9 por ciento.
Por encima de la media del archipiélago se sitúa también Gran Canaria, con porcentajes que se sitúan entre el 15 y el 18 por ciento, mientras que en Tenerife, La Gomera y El Hierro es donde menos se produce, con porcentajes que no superan el 12,7 por ciento.
El acoso psicológico suele comenzar con un cambio de actitud drástico por parte de los jefes y/o de los compañeros de trabajo a partir del cual se tiende a aislar a la persona que lo sufre y la convierte en objeto de todo tipo de burlas y comentarios degradantes.
El acosador suele desprestigiar el trabajo de la persona sometida a acoso e incluso deja de asignarle tareas, de forma que el trabajador suele experimentar sentimientos de fracaso y ansiedad, además de padecer estrés y problemas para concentrarse.
Las consecuencias del acoso psicológico van más allá de los daños emocionales y puede provocar patologías físicas como dolores y trastornos funcionales.
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