Sudores fríos durante toda la jornada, angustia, ansiedad, crispación, nervios y un malestar sólo descriptible con exabruptos. Eso es el mobbing, un tormento que afecta a los trabajadores en horario laboral y que carcome la vida a más de un millón y medio de españoles y a 12 millones de europeos.
El acoso psicológico en el trabajo es la única forma de despedir que hasta el momento nunca ha provocado una huelga. Sobre esta epidemia global, el catedrático en psiquiatría José Luis González de Rivera analiza las estrategias para defenderse del mobbing y de otras formas de acoso, en el libro El maltrato psicológico.
El nuevo anglicismo se está poniendo de moda por culpa de los tratos degradantes, persecutorios y humillantes que crecen como la mala hierba. Según los expertos, el mobbing es un tipo de estrés cuyas secuelas postraumáticas son comparables a las provocadas por atracos, atentados, catástrofes o violaciones. Hasta el momento, los únicos remedios consisten en caer enfermo, solicitar una baja por depresión o dejar el trabajo.
La traducción literal del verbo inglés equivale a atacar o molestar a alguien, lo que para la jerga es lo mismo que hacer la vida imposible a uno para que pierda la autoestima, odie su actividad laboral y sucumba en el autodespido. Técnicamente, el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo define este suplicio como el ejercicio de violencia psicológica extrema, de forma sistemática y prolongada en el tiempo sobre una persona en el puesto de trabajo.
Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.
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