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Los tumores son la segunda causa de muerte en la provincia. Cada año fallecen 1.300 jienenses. Las causas que producen esta enfermedad tan destructiva son muy variadas y los científicos han identificado numerosos factores de riesgo en los ambientes en los que nos desenvolvemos (una alimentación no adecuada, la contaminación atmosférica…).

Un estudio que acaba de hacer público Comisiones Obreras ha evaluado la capacidad cancerígena que tiene un grupo de 900 elementos físicos, químicos y biológicos perfectamente catalogados y que usamos a diario en nuestras ocupaciones profesionales. Las conclusiones no pueden ser más inquietantes. Se ha demostrado que 60 de esos 1.300 óbitos que se registran en Jaén están relacionados directamente con el contacto con estas sustancias. Nadie se libra de esta amenaza. Los últimos informes revelan que el 25,4 por ciento de la población activa está expuesta a los agentes que provocan cáncer, por lo que antes o después podrían desarrollar esta patología. Si trasladados esta proporción a Jaén, significaría que al menos un colectivo de 60.000 trabajadores (sobre un censo de 230.600 ocupados) corren peligro.

La falta de datos empíricos impide analizar con precisión la incidencia, pero todos los expertos coinciden en que se puede establecer una correlación con las clases de neoplasias más comunes y que desgraciadamente muchas veces acaban con el deceso del individuo. Así el cáncer laboral más frecuente es el de pulmón. Se estima que 12 de las 60 defunciones se deben a este motivo.

El humo del tabaco destroza el sistema respiratorio de los que tienen que pasar la mayor parte del día en lugares cerrados y en los que se permite el consumo de cigarrillos. Por este motivo el sector más perjudicado es el de los empleados de la hostelería y la restauración, que se convierten en víctimas pasivas de una situación que ni tan siquiera se ha conseguido regularizar con la ley que entró en vigor el pasado 1 de enero y que obligaba a los dueños de este tipo de negocios a determinar si en su local se permitía fumar. La experiencia ha demostrado que más del 90 por ciento de los establecimientos de menos de 100 metros cuadrados se han decantado por no hacer ningún tipo de prohibición para no perder clientes.

Un cigarro contiene hasta 4.000 sustancias químicas activas, de las que al menos 43 son cancerígenas. Entre los componentes más peligrosos se encuentran el isocianato metílico, que mató a más de 2.000 personas en la India cuando fue liberado en el aire; la acetona, que es un removedor de pintura; el amoníaco, el arsénico y el cianuro, que se emplean como venenos; y una larga serie de gases tóxicos como el benceno, el butano o el monóxido de carbono.

En los varones el segundo cáncer laboral que más se detecta es el de vejiga (3 de los 60 finados). Los pintores son los que tienen más papeletas para sufrirlo. No se sabe a ciencia cierta qué ingredientes de los esmaltes son los más perjudiciales, pero se tiene constancia de que hay varios que pueden ser muy dañinos. También son demasiados normales en los hombres los de faringe y laringe (3 de los 60). Aquí deben andar con mucho cuidado los diferentes oficios relacionados con la construcción.

La protección de las vías respiratorias es básica, ya que es la puerta de entrada de partículas muy negativas para el organismo. El amianto con el que se hacen las tuberías de PVC, por ejemplo, produce mesoteliomas cuando se inhala. También deben estar ojo avizor los operarios de obras públicas que manipulan el alquitrán que se utiliza para pavimentación de caminos y carreteras y los técnicos que se encargan de los hornos de coque en los tejares (el hollín es muy lesivo). Otro de esos componentes críticos que nunca se deben inspirar es el formaldehido, que se emplea mucho en la fabricación de los muebles a pesar de tener una serie de sustitutivos.

En las mujeres los más habituales son los de mama (3 de las 60 muertes por cáncer laboral) y los de útero (2 de las 60). En los primeros tienen influencia los productos de limpieza y en los segundos, los disruptores endocrinos (plaguicidas y herbicidas, alquifenoles, dioxinas, disolventes…), que distrofian las hormonas y que afectan a la reproducción.

Para la secretaria de Salud Laboral de CC OO-Jaén, Isabel Delgado, muchas veces se baja la guardia y no se adoptan una serie de conductas que podrían evitar la aparición de este tipo de males. Uno de los principales problemas -comenta- es el gran desconocimiento que existe respecto a esta materia, y por eso es fundamental mejorar la prevención en aquellas actividades más inseguras. A su juicio, para mejorar la formación se requiere de la máxima implicación de los delegados sindicales, pero también es imprescindible que la administración adopte algunas iniciativas encaminadas tanto al control estricto de las empresas que puedan ser especialmente conflictivas como al replanteamiento del listado de las enfermedades profesionales, a fin de incluir todas estas afecciones.

Considera que el Ejecutivo debe destinar más dinero para la puesta en marcha de investigaciones que permitan profundizar mucho más en este campo, en el que existen grandes lagunas de conocimiento, y también se hace necesaria la complicidad de los médicos y de los responsables sanitarios, para que se haga más hincapié en estos casos y se ahonde hasta descubrir el verdadero origen de los cánceres.

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Terra España

Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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