Tengo un amigo que trabaja como ingeniero técnico en una gran empresa en la que han ocurrido algunos accidentes, algunos de ellos mortales y en un tiempo relativamente corto. Tiene a su cargo algunos trabajadores y me llamó la atención cuando al preguntarle sobre el cumplimiento de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales en su actividad diaria, me dijo que respecto a los trabajadores, cuando a alguno le indicaba la obligación de utilizar los equipos de protección individual (cascos, guantes, etc.) que la empresa les había proporcionado, le increpaban con frases como “llevo toda la vida haciendo esto, a mí me vas a decir tu lo que tengo que hacer…” Claro mi amigo es joven y los trabajadores a su cargo son bastante más mayores y experimentados, aunque inconscientes.

Esta situación que en la práctica me imagino pasará muchas veces, conviene analizarla desde un punto de vista social-preventivo.La prevención de los riesgos en el trabajo debe iniciarse desde abajo, es decir, es imprescindible aparte de obligatorio, que el empresario haga participar a sus empleados en la actividad preventiva, pero no como una imposición, sino con la intención de cambiar su predisposición hacia lo que significa el prevenir que ocurran accidentes de trabajo y enfermedades profesionales.

Sabemos que la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL) establece en su artículo 18 la obligatoriedad de la empresa de permitir la participación de los trabajadores, en el marco de todas las cuestiones que afecten a la seguridad y salud en el trabajo. Que una eficaz evaluación de riesgos es la que recoge las sugerencias de las personas que mejor conocen su puesto de trabajo basado en su propia experiencia diaria, como son los propios trabajadores, por lo tanto cuando la empresa a través del Servicio de Prevención ha detectado los riesgos existentes, y para los que no puedan eliminar se proponen una serie de medidas de control, desde acciones técnicas y organizativas, a la necesidad de adoptar medidas de protección colectivas o individuales, debe incluirse la participación.

En la necesidad de la utilización de equipos de protección individual, deben participar los trabajadores, sencillamente porque el imponerles la obligación de utilizar el equipo de protección en base al resultado de la evaluación de riesgos nos llevaría al fracaso. El técnico de prevención debe cambiar la aptitud de personas generalmente con una concepción muy diferente de lo que significa prevenir riesgos en el trabajo, y máxime si el técnico es una persona joven, con poca experiencia, o ajeno a la empresa (servicio de prevención ajeno).

Este cambio de aptitud de los operarios debe provocar que la comunicación con la empresa sea ascendente, que la participación sea continua, que los directivos y responsables de la prevención sean accesibles para todo el personal y en cualquier momento. Hemos de procurar crear un clima de confianza y que la prevención se integre en las tareas cotidianas como parte inherente al trabajo, y evitar llegar al extremo de utilizar por parte del empresario el régimen disciplinario como medida disuasoria para imponer la prevención en el centro de trabajo.

En el caso de mi amigo, en base a la reflexión anterior le aconsejaría:

– Acercarse a los trabajadores como uno más del grupo, y con la finalidad de que expresen sus opiniones y temores sobre la seguridad en su actividad laboral.

– Buscar un rato para charlar con ellos, mejor antes del periodo de descanso o al inicio de la jornada laboral, así tendrán de que hablar el resto del tiempo, y evitar la reunión al final de día, están cansados y deseando irse a su casa.

– Que no sea un monólogo, cualquier opinión es válida, y que no duré más de media hora. Nuestro lenguaje será claro y adecuado a las personas a las que nos dirigimos, se nos tiene que entender lo que decimos.

– Tratar el tema de la accidentabilidad a nivel nacional, mostrarles datos fiables del número de muertos y de accidentes graves ocurridos recientemente, sobretodo en el sector donde esté encuadrada la empresa.

– Explicarles para que sirve la evaluación de riesgos, que se pretende con ella, la empresa no quiere cumplir solo con la Ley para evitar sanciones, lo principal de una empresa es su personal, es su mayor valor, y el empresario quiere que sus trabajadores estén a gusto en sus quehaceres, y que ninguno sufra un menoscabo en su salud por culpa del trabajo.

– Respecto a los equipos de protección individual, que capten el mensaje de que en cualquier momento le puede salvar la vida. En este apartado sería conveniente que los trabajadores se expresen libremente sobre la necesidad o no de utilizarlos, por supuesto el técnico estará preparado para responder todas sus dudas, pero vuelvo a insistir con total naturalidad y con un tono de voz amigable, utilizar argumentos creíbles, poner ejemplos reales que conozcamos, etc.

– Al margen de estas reuniones, alternarlas con la colocación de carteles de seguridad, repartir folletos informativos, posibilidad de cursos de formación. Que todos los trabajadores de la empresa sepan como contactar con el técnico, ya se directamente o a través del superior jerárquico.

En definitiva, la actividad preventiva nada tiene que la teoría con la práctica, pero lo que si es cierto es que debe de dejar de ser una conjunto de normas de obligado cumplimiento para convertirse en una práctica habitual en el mundo laboral, y esto se consigue con la participación de TODOS.

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José Manuel Ortega Rodríguez – Técnico Superior de Prevención de Riesgos Laborales

Fuente Revista PW Magazine 12

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