En toda escena de Mobbing siempre tiene que haber aquellos que hostigan y aquellos otros que son hostigados. Según Leymann, el móvil que el hostigador suele tener se basa en el afán por camuflar sus propias deficiencias, tanto sobre su carrera profesional como sobre determinados aspectos de su vida personal.
A toda costa pretende eliminar a la víctima de su camino. Dentro de la literatura sobre el tema, podemos decir que se enumeran determinados perfiles de personalidad que se han atribuido a los acosadores.
Destacamos la distinción que hace Romero (2003) en la que el autor nos habla de personalidades de corte psicopáticos, narcisistas o paranoides entre otros. Pero, ¿qué pasa con las víctimas? Si bien es cierto que parece un poco descabellado decir que podrían también dibujarse ciertos patrones característicos en ellos, a priori no podríamos aseverarlo de una manera tan tajante; es decir, cualquiera de nosotros podría sufrir una situación de acoso en su trabajo. Algunos estudios que parecen interesantes y que apuestan por la primera hipótesis revelan que sí que podrían existir ciertos rasgos representativos que predisponen y/o facilitan la actuación de los hostigadores sobre ellos. Piñuel (2000) los define como:
– aquellos trabajadores que suelen ser envidiables dentro de la organización (líderes dentro del grupo, sobre-cualificados para sus funciones, etc.)
– aquellos que son vulnerables (por sus rasgos de personalidad de corte dependiente, sumisos, etc.)
– aquellos que son amenazantes para la organización (suelen ser peligrosos porque ponen de manifiesto las normas establecidas y pretenden mejorar la cultura empresarial subyacente.)
En la mayoría de los protocolos de actuación y manuales de autoayuda que se publican encontramos que se dan pautas de afrontamiento de corte genérico sin tener en cuenta que existen características personales en las víctimas que propician un mecanismo de afrontamiento determinado. Siguiendo con Piñuel, por ejemplo, podemos encontrar distintos tipos de afrontamiento que correlacionan con algunos patrones de personalidad de las víctimas, tal y como destacamos a continuación:
1. Afrontamiento activo y asertivo ante el acosador. Suele ser propio del tipo de trabajadores envidiables o amenazantes como hemos descrito anteriormente.
2. Afrontamiento pasivo/sinérgico: consiste en poner la otra mejilla al hostigador o en la ausencia de respuesta debido a la parálisis que provoca el miedo al acosador o a la respuesta de la institución. Propio del tipo de trabajador vulnerable.
3. Afrontamiento agresivo: la victima puede llegar a usar conductas tan agresivas como su hostigador, entrando en una espiral de violencia bidireccional. No en todos los casos pero puede darse en el tipo de trabajador amenazante.
Lo que se intenta en un apoyo psicosocial a la víctima es canalizar los distintas conductas que se usan de manera irracional o descontrolada por otras de corte activas y asertivas, orientándola hacia los distintos procesos de actuación tanto a nivel administrativo como judicial, si es esto lo que se desea. Si bien es cierto que todavía los casos de Mobbing no están reconocidos dentro del catálogo de enfermedades profesionales (actualización del Real Decreto – 2006), no hay que olvidar que las secuelas tras haber sufrido el fenómeno van desde trastornos por estrés crónico, hasta síntomas de estrés postraumático. Estas secuelas pueden durar años, imposibilitando así el poder tener una vida laboral normal. Por lo tanto, no sólo hay que reorientar el tipo de afrontamiento mientras se está sufriendo la situación de hostigamiento laboral. Los procesos de denuncia judicial suelen ser largos y complicados y se precisan de conductas de afrontamiento específicos. Cómo no, también está el hecho de volver a realizar una actividad profesional después de la situación vivida, y por lo tanto, los esfuerzos para afrontar la nueva situación han de ir enfocados a la lucha contra posibles flashback o pensamientos intrusivos de corte negativo, y de fracaso que suelen darse con mucha facilidad en las víctimas.
Yojana Pavón – Licenciada en Psicología, Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales
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