Caracas.- Puede que durante el día las personas asuman sus preocupaciones con la mayor calma, aunque un chirrido nocturno delate cuán tensos pueden estar. Y es que ya sin luz ni testigos que las delaten, las mandíbulas empiezan a confrontarse haciendo que los dientes rechinen, se desgasten y la articulación termine dolorida.

Algunos incluso padecen dolores de cabeza y cuello frecuentes, les cuesta abrir y cerrar la boca, mientras que otros terminan con un dolor de oído que despista por completo a los especialistas.

La verdad es que los trastornos de la articulación mandibular son muy frecuentes y poco o mal atendidos, ya que en muchas ocasiones se necesita de la participación de un equipo multidisciplinario para lograr resolverlos.

Entre los factores desencadenantes el estrés es tan sólo uno de una larga lista que incluye problemas de oclusión (fallas en la mordida), malos hábitos (como el morder lápices) y lesiones que se hayan producido en esa zona.

El epicentro en todo caso está en una región anatómica sumamente frágil que se encuentra a menos de un centímetro del oído y que permite realizar funciones básicas como hablar, masticar y bostezar.

‘Cuando hay un problema de oclusión o por falta de dientes, se crean fuerzas fuera de lo normal que afectan esta zona que sirve en la boca de amortiguador’, explicó Norberto Segall, cirujano maxilofacial. Y es que el trabajo de músculos de forma armoniosa se debe en buena parte a la existencia de un disco que funciona como almohada para que los maxilares se deslicen. Cuando los músculos se ponen rígidos por la tensión, por un golpe en la mandíbula o por una posición incorrecta, el disco se comprime, desgasta o incluso se rompe.

‘En un principio no duele porque el disco no tiene nervios, pero cuando el problema continúa y el disco se desplaza se entra en contacto con una zona sensible que ocasiona grandes molestias’, explicó el especialista.

La buena noticia es que sólo en casos extremos debe recurrirse a la cirugía, y que más bien son muchas las alternativas como el uso de férulas, el lavado de la articulación y los ejercicios de fisioterapia para poder aliviar este problema.

Lo ideal es prevenir, usando por ejemplo un protector a tiempo que permita elevar la mandíbula para hacer descansar esa zona, resaltó Segall.

El diagnóstico

En la mayoría de los pacientes con trastornos en la articulación mandibular la primera molestia se asoma tan pronto se despiertan y sienten un pequeño dolor en el punto que permite el movimiento de los maxilares.

En otros pacientes el síntoma que registran es sentir que cuando abren la boca su mandíbula chasquea o incluso se traba.

En todos estos casos lo ideal es acudir a un especialista que permita hacer un diagnóstico del problema con la ayuda de un examen dental completo y pruebas radiográficas.

A partir del origen de la molestia se determina cuál será la estrategia a seguir. A veces con el uso de una férula por tan sólo diez días se puede ayudar al paciente a romper con el hábito y relajar los músculos. De igual forma son muy importantes los ejercicios para que la persona aprenda a identificar cuando aprieta los dientes y así pueda relajar la mandíbula.

No en vano el abordaje para tratamiento de este problema incluye la práctica de una postura adecuada y el consumo de una dieta balanceada y blanda.

También se orienta al paciente con ciertas estrategias de cuidado personal como el uso de compresas calientes o la toma de ciertos medicamentos para poder aliviar el dolor.

Cuando el problema es la mordida se trabaja con la ayuda de un especialista en ortodoncia para poner la dentadura en perfecto orden, mientras que si la falla consiste en la ausencia de algunas piezas dentales, se debe acudir a un experto en restauración.

Si el rechinar los dientes (bruxismo) se produce por estrés, el paciente igualmente debe revisarse, ya que el trastorno de la articulación no se alivia si no cesa de alguna forma la causa que genera el problema.

Origen

Puede surgir como consecuencia de un trauma (especialmente en niños), por razones patológicas, mecánicas o incluso enfermedades infecciosas o inflamatorias. Alguien que haya sufrido un accidente en la cabeza o cuello, padezca dolores de cabeza frecuentes, sufra de artritis, o tenga dientes que no hacen contacto puede sufrir el trastorno.

Tratamientos

Las opciones para corregir el problema son muchas e incluyen estrategias de cuidado personal que se pueden hacer en casa (como ejercicios de rehabilitación, usar férulas o tomar medicamentos) hasta otras mas complejas como la cirugía, aunque ésta sólo está indicada el los casos particulares cuando la articulación está muy dañada.

Dificultades

El problema principal al abordar esta molestia está en saber identificar definitivamente el motivo de la dolencia para poder prevenir a tiempo otros daños mayores. Los síntomas mismos del trastorno pueden confundir a los especialistas en la consulta. Es ideal el tratamiento de un equipo multidisciplinario.

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El Universal – Ana Cecilia Reinoza

Fuente

Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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