Avanzamos de manera lenta, pero segura hacia la consecución de una actividad laboral controlada y normalizada, en lo referente a los riesgos laborales.

De hecho, las constantes mejoras en la legislación sobre salud y seguridad laboral, así como las novedades en el campo de la protección industrial, han contribuido a una disminución en la gravedad de las lesiones y muertes en el lugar de trabajo. Sin embargo, existe un factor de riesgo cada día más importante, dentro de los peligros que invaden nuestra actividad laboral.

Nos referimos a la tensión laboral que a menudo debe soportar el trabajador, debido a las exigencias, cada vez mayores del mercado de trabajo.

La necesidad de conseguir unos objetivos, cada vez más difíciles, como una mayor producción, un menor índice de errores, la existencia de puestos de trabajo eventuales, los cambios de sistemas de producción, la feroz competencia, etc., son solo algunos de los factores que influyen en este mal moderno de nuestro tiempo.

De hecho, en Japón existe un término denominado karoshi (muerte por exceso de trabajo) que alude a este aspecto, como la causa de fallecimiento de más de 30.000 personas al año. Incluso hay informes que relacionan los problemas relacionados con el empleo, directamente con el aumento de suicidios, especialmente entre las personas de 50 a 59 años.

Por otro lado, cuando las empresas atraviesan periodos de reestructuración o de reducción de personal, con el objetivo de obtener una mayor rentabilidad, se ejerce una mayor presión sobre los trabajadores, lo que resulta en un efecto negativo en la salud y el rendimiento a largo plazo.

Quienes trabajan demasiado y acumulan tensión no solo son un peligro para ellos mismos, sino también para las personas que están a su alrededor, tanto compañeros, como clientes y familiares entre otros.

Un estudio realizado en Gran Bretaña descubrió que muchos oficinistas están irritados con sus compañeros la mayor parte del día, lo que provoca reacciones violentas, incluso en algunos casos, con graves consecuencias, de hecho según la revista Harvard Bussiness Rewiew, comenta que “cada año cientos de empleados agreden o hasta matan a algún compañero”.

Otros aspectos, como el mantener un horario laboral excesivamente largo, el cansancio prolongado, los malos hábitos en el trabajo, como la falta de organización y limpieza, o la desobediencia habitual de las normas de seguridad, contribuyen a que haya tensión laboral y aumenten los accidentes.

Ante esta situación la pregunta que surge es: ¿qué podemos hacer para que en nuestro lugar de trabajo haya menos tensión y sea, por tanto, más seguro?

Existen dos factores que nos ayudaran a conseguir este objetivo: El auto examen y el escuchar a los demás.

Comenzando con el primer punto quizás pudiéramos preguntarnos: ¿Somos personas propensas a la ira, a la respuesta fácil e hiriente que aviva la tensión?

Un antiguo proverbio bíblico dice: ”La respuesta cuando es apacible aparta la furia, pero la palabra que causa dolor hace subir la cólera”.

Es posible que si reflexionamos en nuestra propia actitud ante el comportamiento de los demás, replanteemos nuestro modo de ver o hacer las cosas, y ello influirá positivamente en nuestras relaciones laborales.

Quizás si analizamos la raíz de la hostilidad, descubramos que detrás de lo aparente, existe una tensión y frustración acumulada, como consecuencia de otros problemas totalmente ajenos a nosotros.

O puede que existan diferencias de opinión sobre un tema en particular, que pueden resolverse con una adecuada disposición mental.

Un segundo aspecto que pudiera contribuir a la mejora de nuestras relaciones ínterlaborales es el escuchar a nuestro interlocutor. De esta manera comprenderemos mejor lo que está envuelto en cierta cuestión y llegaremos y encontraremos más fácilmente un punto de acuerdo.

Recordemos, la seguridad en el trabajo no solo depende de una legislación adecuada y de unos medios mecánicos de protección. También nuestra estabilidad emocional, nuestro modo de ver las cosas, influyen decisivamente, en nuestra salud laboral.

En resumen, seamos razonables, demostremos paciencia, tengamos buen humor, y contribuyamos a un ambiente laboral saludable.

¿Qué beneficios obtendremos? Bueno, son varios y diversos. Por un lado, a corto plazo, el ambiente en el trabajo será más distendido y relajado, lo que ayudará a conseguir una mayor eficacia en nuestros objetivos, tanto individuales como de grupo.

La relación con nuestros clientes también mejorará, lo que resultará, en un aumento de los beneficios.

Y lo que es más importante, mejorará nuestra salud física y mental, y hará de nosotros personas más agradables, tanto en el trabajo, como en nuestro hogar, con nuestros amigos. En conclusión, hará de nosotros mejores personas.

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Sergio González Manterola – Dirección Comercial Seguretat Arsol SL

Fuente Revista PW Magazine 5

Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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