El tabaquismo pasivo puede ser un riesgo laboral. Se estima que en la Unión Europea unos 30 millones de trabajadores están expuestos en su trabajo al humo de tabaco que fuman otras personas. Los trabajadores de la industria del ocio son los más afectados por estos “humos de segunda mano”. Se ha demostrado que el humo de tabaco ambiental es cancerígeno para los no fumadores y que puede provocar enfermedades coronarias y respiratorias. Un estudio realizado en el Reino Unido cifra en unos 1.200 los trabajadores que mueren cada año por exposición pasiva al humo de tabaco. Aunque con menos renombre, otros humos en el trabajo son igualmente dañinos.

Más de la mitad de la población de entre 20 y 40 años podría estar expuesta en su trabajo a ambientes con humos, gases, vapores o polvo en los países industrializados. El dato procede de un amplio estudio realizado en 2003 sobre más de 17.500 personas procedentes de diversos países de Europa, Australia y Norteamérica, en el que se observó, además, que quienes estaban expuestos a altos niveles de estos contaminantes presentaban dos veces más problemas respiratorios que el resto, y que un 4% de los intentos de cambiar de puesto de trabajo se debían a dichos problemas. También se constató que la población que sufre afecciones respiratorias de origen laboral presenta una tasa de paro un 7% por encima de la media. El estudio fue publicado en la revista Chest, diario oficial del American College of Chest Physicians y fue dirigido por el Dr Paul Blanc. Otros estudios han atribuido a la exposición a humos en el trabajo hasta un 29% de todos los casos nuevos de asma que se producen en la población.

Se sabe que el hábito de fumar es un factor adicional que agrava en general los efectos de los humos generados en el trabajo, pero también ocurre lo contrario. Investigadores noruegos, dirigidos por Tomas Eagan, han demostrado que el abandono del hábito de fumar tiene efectos menos beneficiosos en aquellas personas que siguen expuestas a humos o polvo en su trabajo.

Humos de soldadura

Los soldadores tienen entre un 30 y un 40% más riesgo de sufrir un cáncer de pulmón que la población general. Ciertos tipos de humos de soldadura contienen cancerígenos como el cromo y el níquel (cáncer pulmonar) y otros agentes sospechosos de cancerogenicidad (ozono, radiaciones ultravioletas).

Los humos de soldadura son una mezcla de óxidos metálicos, silicatos y fluoruros. Su composición varía en función del tipo de metal sobre el que se practica la soldadura, y depende también de las posibles impurezas que contenga. Se pueden encontrar partículas de hierro, cromo, níquel, plomo, manganeso, etc.

La inhalación de los humos de soldadura puede provocar daños a la salud tanto a corto como a largo plazo. Entre las afecciones agudas, es clásica la llamada “fiebre por humos metálicos”, una especie de gripe que ocurre a las pocas horas de la inhalación de humos de soldadura y que puede durar varios días. Una exposición continuada a estos humos puede dar lugar a bronquitis crónica, alteraciones nerviosas debidas al manganeso o al plomo, enfermedades cardiovasculares por monóxido de carbono, o dermatitis por contacto con cromo hexavalente.

Humos de escape diesel

Los datos epidemiológicos sugieren que el riesgo de cáncer por exposición a humos de escape diesel es similar al del humo de tabaco ambiental.

La combustión del gasóleo diesel genera hollín, gases y humos de escape que contienen miles de sustancias químicas diferentes. Los humos de escape diesel contienen entre 20 y 100 veces más partículas que los de gasolina. Estas partículas transportan sustancias con conocida capacidad cancerígena como los hidrocarburos aromáticos policíclicos. Además, contienen otras sustancias nocivas como monóxido y dióxido de carbono, óxido nitroso, formaldehído, benceno o dióxido de nitrógeno. Trabajadores de muelles de carga, mecánicos de automóviles, cobradores de autopistas, conductores de camiones o de carretillas elevadoras y trabajadores de aparcamientos subterráneos, son algunos de los colectivos que pueden estar expuestos a estos humos de manera continuada. También los policías municipales que actúan en áreas urbanas de alta densidad de tráfico.

Los efectos a corto plazo de exposiciones a elevadas concentraciones de humos de escape diesel van desde una simple irritación de los ojos, la nariz o la garganta, hasta dificultad respiratoria, vómitos, dolor de cabeza o debilidad y falta de fuerzas.

El IARC, Instituto Internacional de Investigación del Cáncer de la OMS, considera los humos de escape diesel como un cancerígeno pulmonar. También pueden provocar bronquitis crónica y otros problemas respiratorios como asma, especialmente en trabajadores con antecedentes de enfermedades respiratorias o cardíacas. Estas últimas enfermedades pueden verse agravadas por el monóxido de carbono contenido en los humos de escape.

Humos de asfalto

El asfalto es un producto de la destilación del petróleo que se utiliza sobre todo para pavimentar carreteras e impermeabilizar techos. Su composición química exacta depende del tipo de petróleo del que proviene y del proceso productivo a que ha sido sometido.

Los asfaltos para pavimentos y para techos son cuantitativa y cualitativamente diferentes, por lo que sus vapores y humos presentan riesgos distintos. Una revisión realizada por el Instituto de Salud Laboral de Estados Unidos (NIOSH) en 2003, concluye que hay suficiente evidencia de que los humos del asfalto para techos son potencialmente cancerígenos pulmonares. Por otra parte, la exposición laboral a los humos de asfalto genera efectos agudos bien conocidos: irritación de ojos, nariz y garganta, y afectación respiratoria.

Humos de las cocinasSe sabe que los humos de las cocinas pueden contener factores irritantes y otras sustancias peligrosas. Hay datos epidemiológicos que señalan un aumento de incidencia de cánceres respiratorios en los cocineros así como una asociación entre rinitis alérgica y humos de cocina. Según un estudio noruego, publicado hace dos años en el American Journal of Industrial Medicine, trabajar en la cocina de un restaurante aumenta el riesgo de padecer disnea o fatiga respiratoria.

En China y Taiwan se investiga la relación entre los humos de la cocina y el cáncer de pulmón en mujeres, dado que se han observado elevadas tasas de incidencia de cáncer pulmonar en la población femenina de estos países a pesar de lo relativamente raro del hábito de fumar entre ellas. Se han identificado distintos componentes supuestamente cancerígenos de algunos aceites comerciales destinados a la cocina, que contienen hidrocarburos aromáticos policíclicos como el benzo(a)pireno cuya cancerogenicidad está más que demostrada. La exposición a estos humos de cocina en ausencia de extractores parece una de las explicaciones de la frecuencia de cáncer de pulmón en mujeres orientales nofumadoras.

También en México se han observado elevadas incidencias de cáncer de pulmón en mujeres no-fumadoras, un hecho que los investigadores han asociado a la exposición a humo de madera en la cocina. Como afirma uno de ellos, Javier Delgado, “en México, las mujeres están expuestas a humo de madera durante varias horas al día, nuestros resultados sugieren que este humo de madera–igual que el humo del tabaco- puede estar relacionado con el desarrollo del cáncer pulmonar”.

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Pere Boix – Revista por Experiencia – ISTAS CCOO

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Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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