La actual crisis financiera conlleva una serie de cambios no sólo en lo que a economía se refiere, sino también en las interacciones socio – laborales y sobre el concepto personal del propio trabajador y su entorno. Un entorno que se percibe como hostil y amenazante, siendo génesis de un mayor índice de trastornos mentales y enfermedades psicosomáticas.

Las actuales condiciones laborales y económicas o el riesgo a perder el empleo, llevan a una situación estresante de carácter crónico para el trabajador, aumentando la probabilidad de trastornos cardiovasculares y desórdenes de carácter ansiógeno. Ante ello, la imposibilidad de causar bajas laborales debido a la precariedad de la situación profesional y las políticas de regularización de empleo. Este hecho dará lugar a una bajada en la calidad y motivación del trabajador durante la jornada laboral, aumentando el riesgo de problemas psicosociales dentro del entorno laboral.

“Ni la genética, ni el sistema sanitario son tan decisivos para la salud como los factores sociales que nos rodean”. Es una de las conclusiones de Benach, profesor de la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona. Y está en lo cierto, porque la realidad es que nuestra vida no la construimos nosotros solos, sino en gran medida los demás. Aquellos que nos ven, nos reconocen y diferencian. Y es son ellos los que a través de las relaciones que tenemos dan dirección a nuestra vida.

En tiempos de crisis financiera los socavones van haciendo estragos en cada una de las parcelas de la maquinaria capitalista en la que andamos navegando; y también en nuestras relaciones en el entorno laboral y con los que nos rodean. El desarrollo profesional se ve afectado y, en contra de lo que dice el tópico, quienes más sufren los efectos del trabajo o la ausencia del mismo no son los ejecutivos que se quejan del “jet lag”, sino aquellos a los que les cuesta llegar a fin de mes y viven en un continuo estado de estrés.

Este tipo de estrés, el de tener que sobrevivir y hacer maravillas con los escasos ingresos para salir adelante, también produce enfermedades cardiovasculares. No hay que olvidar que las crisis económicas siempre se han llevado por delante a las clases sociales medias, haciendo más profundo el abismo entre el suelo y el techo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé un aumento de las enfermedades mentales y los suicidios durante estos años de crisis en la población mundial. Es evidente que esta situación se vive como una amenaza.

Se generan por tanto las condiciones básicas para que aparezca el estrés, que será tanto más nocivo cuanto más se alargue la situación de crisis. Según los últimos estudios de la American Psychological Asociation (APA), en EE.UU., 8 de cada 10 ciudadanos ya están sufriendo estrés por la crisis financiera.

¿Qué podemos hacer ante ella?

El temor a perder el empleo genera reacciones específicas. Artazcoz cuenta que ante un posible despido o reestructuración de plantilla se generan respuestas egocéntricas y falta de solidaridad y compañerismo. Nos miramos nuestro propio ombligo y pensamos que lo importante es uno mismo. El trabajo remunerado nos da estatus y reconocimiento, relaciones sociales y una cosa muy importante, que es la estructura del día. Tenemos motivos para levantarnos a una hora, y a partir de ahí empezamos a ordenar la jornada, siendo éste uno de los aspectos que mejor puede explicar la relación del paro con el estado de salud mental y como no, físico.

¿Y qué pasa cuando estamos obligados a realizar jornadas de más de 40 horas semanales para paliar los estragos de esos despidos masivos?Las personas más vulnerables se ven expuestas a un amplio abanico de trastornos para la salud: ansiedad, depresión, hipertensión, aumento de probabilidad de trastornos cardiovasculares y aumento del consumo de sustancias adictivas.

Siguiendo la teoría de los constructos de Kelly, el trabajo y las condiciones precarias del mismo tendrán mucho más impacto en la salud para aquellas personas que han hecho de su actividad el eje fundamental de sus vidas, que para aquellas otras cuyos intereses están más repartidos. De hecho, el estrés laboral no se presenta igual para mujeres y hombres o para gente soltera o con economía conyugal compartida.

Según los últimos estudios, el estrés provoca diez años de envejecimiento adicional, así que como afirma Mª Jesús Álava, autora del libro “Trabajar sin sufrir”, nadie nos paga por sufrir. No hay empresa que pueda compensar el sufrimiento de un trabajador”.

Consejos para luchar contra el estrés laboral y financiero

– Intenta no tomarte las noticias tan en serio. Disminuye tu tiempo de escucha.

– Mantén el equilibrio en tu vida. Algo complicado dentro del desequilibrio social en el que ahora mismo flotamos.

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Yojana Pavón – Licenciada y Doctora en Psicología Laboral, Técnico Superior en Prevención de Riesgos laborales con las tres especialidades

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Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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