Características

Las dioxinas pertenecen al grupo genérico de los organoclorados que comprende unos 11.000 compuestos. Son compuestos aromáticos tricíclicos y halogenados, derivados del núcleo de la dibenzo-p-dioxina. La más conocida de todas ellas es la 2,3,7,8 tetraclorodibenzo-p-dioxina (la TCDD), que es la única reconocida como cancerígena por la O.M.S. Existen otros grupos químicamente relacionados y que frecuentemente aparecen asociados a las dioxinas: son los dibenzofuranos y bifenilos. Existen 75 congéneres teóricos clorados para las dibenzodioxinas, 135 para los dibenzofuranos y 209 para los bifenilos.

¿De qué se trata?

Las dioxinas son compuestos químicos tóxicos que el hombre obtiene como substancia secundaria no deseada, como producto residual general y mayormente en pequeñas cantidades.

Por supuesto, debería minimizarse la liberación hasta niveles despreciables, pero la “Dioxina Cero”, como algunos pretenden, no tiene sentido. Si queremos realmente alcanzar el nivel cero, deberíamos suspender toda la calefacción que funciona con combustibles fósiles, todo el tráfico, cerrar todas las fábricas, tanto si usan cloro como si no, porque debido a todo ello se aportan al aire, al agua y a la tierra, ínfimas cantidades de dioxinas y trazas de otros compuestos químicos. Y por fin, pero no por ello menos importante, deberíamos parar el ciclo de la Naturaleza, porque esta produce dioxinas debido a los incendios naturales y a la biodegradación de la madera. La primera dioxina clorada fue sintetizada en 1872 por Merz y Weith, pero su estructura no se conoció hasta 1957. En este mismo año se efectuó la síntesis de la 2,3,7,8 tetraclorodibenzo-p-dioxina.

Aunque formalmente dioxina es el nombre aplicado a un grupo de más de 75 dioxinas cloradas (dibenzodioxinas policloradas o PCDFs), de modo impreciso, aunque aceptado comúnmente, se denomina dioxina al compuesto 2,3,7,8-tetraclorodibenzo-p-dioxina, nomenclatura química que se abrevia en las siglas TCDD.

Se trata de una sustancia incolora e inodora, soluble en grasas y sólo ligeramente soluble en agua; es sólida a temperatura ambiente.

Es un contaminante ambiental común, procedente generalmente de actividades de combustión (por ejemplo, la incineración de residuos que contengan sal) o de algunos procedimientos de la industria química (procesos en los que se utilice por ejemplo triclorofenol o pentaclorofenol). Se originan de modo habitual en la industria del cemento; en la fabricación de herbicidas; en la fundición del hierro y acero, especialmente aquellas industrias que utilizan chatarra, y está comprobado que es el mayor impulsor de dioxinas a escala mundial con un 54% del total.

También se originan durante los procesos de combustión del caucho y de los productos petrolíferos, incluyendo los gases procedentes de motores de gasolina con o sin plomo, con o sin convertidores catalíticos y Diesel; niveles más altos han sido medidos para los hornos de reciclaje de aluminio y cobre; los jabones líquidos han sido identificados como una fuente de dioxina en lodos de aguas residuales; las reacciones de encimas y la luz ultra violeta convierte también algunas substancias químicas depositadas en los lodos en dioxinas; las emisiones de las estaciones de energía de combustibles fósiles; los sistemas de calefacción doméstica; las incineradoras de deshechos hospitalarios; y los calentadores de encendido a gas que también emiten dioxinas.

Todo el material que se recicla a altas temperaturas desprende dioxinas y cualquier material que pueda quemarse desprenderá dioxinas cuando se queme por accidente o se incinere, dependiendo esto último de la calidad del incinerador, la temperatura de incineración, la aplicación de las nuevas tecnologías que también las hay en este campo. Todo ello ayuda a autoeliminar las dioxinas que se han generado.

Las fábricas de pulpa de papel y reciclado de papel sueltan dioxinas al aire y al agua, incluso en aquellas que han aplicado cambios en los procesos para disminuir el uso de cloro. Tales acciones reducen, pero no eliminan, las emisiones de dioxinas.

Recientes investigaciones indican que las dioxinas pueden formarse en el proceso de creación del abono compuesto. Esto refuerza el hecho de que la descomposición natural de materiales orgánicos en los jardines, campos y bosques emiten de forma natural importantes cantidades de dioxinas. Esto es consistente con las investigaciones efectuadas desde mediados de los años 80 que demuestran que las dioxinas y otros orgánicos clorados son producidos por una gran variedad de organismos como son las plantas terrestres y marinas.

También con el humo de los cigarrillos se generan dioxinas; se calcula que fumar 20 cigarrillos diarios significa una entrada en el organismo de aproximadamente 4,3 picogramos (la Mil millonésima parte de un miligramo) por kilo de peso del fumador y día.

Los estudios efectuados sobre la toxicidad de las dioxinas muestran resultados poco concluyentes debido a que éstas se presentan en concentraciones extremadamente bajas, medidas en partes por mil millones, lo cual permite aunque sea de forma involuntaria, que cualquier desviación en su medición pueda dar resultados alarmantes, cuando la realidad es muy otra.

Además, los efectos tóxicos se presentan con una intensidad muy diferente según las especies de animales de experimentación estudiadas. Por otro lado, en las exposiciones reales que se han producido, ha habido también mezcla de otras sustancias químicas potencialmente tóxicas, por lo que no puede hacerse una atribución de la toxicidad de modo selectivo a una única sustancia.

Por vía inhalatoria el nivel “seguro” establecido por la FDA (Food and Drug Administration) en Estados Unidos es de 70 nanogramos (la Millonésima parte de un miligramo) por día.La inmensa mayoría de las exposiciones no alcanzan nunca estas cifras.

Con todo este amplio repertorio reseñado que no cuantificamos pero si preguntamos ¿Por qué hay quienes todavía se atreven a atacar al PVC? Nosotros contestaremos por ellos: Verdaderamente hay quienes intentan transformarlo en el chivo expiatorio de su liturgia.

Conclusiones

Todos los integrantes de la sociedad de hoy, sin excepciones, debemos minimizar la liberación de dioxinas en todos los ámbitos hasta alcanzar niveles despreciables, para ello debemos:

– Prestar un gran apoyo a la investigación para así comprender mejor y cuantificar los efectos que las dioxinas puedan tener sobre la salud humana y sobre el medio ambiente.

– Favorecer el desarrollo de nuevos procedimientos y avances tecnológicos, encaminados a minimizar la formación y emisión de las dioxinas que llegan al medio ambiente, procedente de las actividades de la actual sociedad.

– Asegurar la protección de la salud pública.

– Aumentar las medidas de control de la contaminación del medio ambiente en materia de incineración, vertederos, incendios forestales y procesos de producción.

– Favorecer el desarrollo de la incineración controlada de residuos, de forma que las dioxinas producidas en la misma sean eliminadas y no lleguen al medio ambiente exterior.

– Potenciar el reciclado de materiales procedentes de los Residuos SólidosUrbanos, efectuándose una recogida selectiva de los mismos.

– Propiciar una estrecha colaboración entre las Administraciones para alcanzar todos estos objetivos.

Para más información:
http://www.amiclor.org
Gabinete de prensa:

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AMICLOR Organización de Usuarios y Trabajadores de la Química del Cloro – Boletín informativo AMICLOR, Edición número 14, 2º Trimestre de 2001

Fuente

Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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