Una vez que el periodo estival y las elevadas temperaturas hacen entrada en la geografía española, desgraciadamente nos tenemos que despertar con titulares del tipo: “Un incendio arrasa 550 hectáreas de zona forestal y cultivos agrícolas…”. “Más de cincuenta dotaciones luchan contra un incendio forestal…” etc.
Es indiscutible que la concienciación ciudadana y gubernamental ante este tipo de siniestros es cada vez mayor. Sin embargo, lo que abordaremos hoy en este artículo no es la mayor o menor concienciación ante la prevención de los incendios forestales, sino un tema mucho más concreto relacionado con las más que difíciles condiciones de trabajo a las que tienen que enfrentarse cada día aquellas personas que tienen la responsabilidad de apagarlos; nos estamos refiriendo a los trabajadores forestales.
En el caso concreto de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, los trabajadores de las cuadrillas forestales, más conocidas como “retenes de tierra”, representan uno de los colectivos con peores condiciones de trabajo de los englobados en el denominado “Operativo contra Incendios Forestales de la Junta de Castilla y León”:
– Cuando no hay incendios tienen que realizar trabajos selvícolas muy peligrosos, como talas, podas y desbroces, durante las horas más calurosas del verano, donde el desgaste físico es muy elevado, teniendo siempre que estar en alerta ante una posible emergencia.
– Tienen jornadas laborales de más de 11 horas.
– Presentan disponibilidad para acudir a la extinción de un incendio durante las 24 horas del día.
– Perciben salarios my bajos.
– No existe estabilidad en el empleo, con contratos por obra y servicio de 3 a 11 meses de duración. Los trabajadores perciben la realización de las tareas forestales como una etapa provisional en sus vidas, o como un complemento de su actividad habitual, más que como una profesión en sí.
Todos estos factores han motivado el progresivo abandono del sector por parte del peón profesional, cuyo puesto ha sido cubierto por trabajadores circunstanciales, como estudiantes e inmigrantes, que se encuentran de paso en el sector hasta que encuentran otro modo más estable y seguro de ganarse la vida.
Todo ello unido a las nefastas condiciones de trabajo en materia de prevención de riesgos laborales, motivaron que desde el año 2003 CCOO haya venido desarrollando un “Protocolo de colaboración con la Junta de Castilla y León sobre prevención de riesgos laborales en el sector forestal autonómico”. El objetivo del mismo se centra en llevar a cabo acciones de asesoramiento, información y seguimiento de los riesgos, con el fin de contribuir a la mejora de las condiciones de seguridad y salud dentro del sector.
A lo largo de estos años, y gracias al desarrollo del protocolo, hemos podido constatar en primera persona las principales carencias a las que se tienen que enfrentar estos trabajadores en el desarrollo de su trabajo. Como consecuencia de la gran precarización laboral que presenta el sector, la prevención de riesgos ha pasado a un segundo plano, y en una actividad tan peligrosa como la forestal sólo ha podido traducirse en una elevada siniestralidad. En la actualidad, y según los datos extraídos de la última campaña de visitas realizada en el año 2008, los dos aspectos fundamentales que se están incumpliendo en materia de prevención de riesgos laborales son los siguientes:
1º. No se imparte adecuadamente la formación obligatoria de acuerdo a lo establecido en la Ley de prevención de riesgos laborales.
– La que se imparte se hace una vez iniciada la campaña, por lo que muchos trabajadores tienen que intervenir en incendios sin tener siquiera los conocimientos básicos de actuación.
– Se desarrolla de manera muy puntual y en un solo día, con un pobre resultado en el nivel alcanzado.
– Únicamente se les da formación relativa a la extinción de incendios forestales. Es el caso concreto de la motosierra, a pesar de que el uso de la misma está considerada por la OIT como una de las actividades que más accidentes provoca en todo el mundo, existe la falsa creencia de que el trabajo con una motosierra consiste en una tarea muy intuitiva y que no requiere una preparación más allá del puro sentido común para poder llevarla a cabo, por esta razón en repetidas ocasiones los trabajadores tienen que arreglárselas como pueden para “no morir en el intento” al hacer uso de ella.
– La elevada tasa de trabajadores inmigrantes, que alcanza en algunas provincias el 70%, dificulta la asimilación de las clases por la barrera idiomática.
– Muchas empresas obligan a sus trabajadores a firmar un “recibí” para justificar la formación, sin que ésta se lleve a cabo, con el fin de justificarlo ante la autoridad laboral.
2º. Inexistencia de una protocolo de actuación en caso de accidente de trabajo:
Todo se deja en manos de la improvisación; no se imparte formación de primeros auxilios y únicamente se entrega un botiquín con el contenido mínimo. Si tenemos en cuenta la dispersión de las zonas de trabajo y la ubicación de los tajos en zonas de difícil acceso, en caso de accidente son los propios trabajadores los que deben aplicar los primeros auxilios hasta la posterior llegada de las asistencias sanitarias; tarea que no pueden llevar a cabo sin la formación adecuada.
Iniciada ya este año la campaña para la prevención de incendios forestales, desde el sindicato, tal y como hemos venido haciendo a lo largo de estos últimos años, realizaremos acciones de asesoramiento y supervisión con el fin de contribuir a la mejora de las condiciones de trabajo del sector forestal de nuestra Comunidad. Desde luego, y por el momento, los fuegos de Castilla y León se siguen apagando a golpe de batefuegos, azadón y mochila de agua, amén de las descargas de los medios aéreos y la acción de las autobombas y bulldozers.
Secretaría de Salud Laboral de Castilla y León – Boletín BOICCOOT nº 53
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