A nivel del sistema de respuesta fisiológica: Taquicardia, aumento de la tensión arterial y muscular, sudoración, alteraciones del ritmo respiratorio, sensación de nudo en la garganta, dilatación de pupilas, aumento de la glucemia en sangre, aumento del metabolismo basal, aumento del colesterol, inhibición del sistema inmunológico, etc.

A nivel del sistema cognitivo: sensación de preocupación, indecisión, mal humor, bajo nivel de concentración, desorientación, hipersensibilidad a la crítica, sentimientos de falta de control, conflictos entre compañeros, etc.

A nivel del sistema motor o conductuales: hablar rápido, temblores, tartamudeo, voz entrecortada, imprecisión, explosiones emocionales, consumo de drogas legales como tabaco y alcohol, exceso o falta de apetito, conductas impulsivas, risas nerviosas, bostezos, etc.

Los colectivos más vulnerables a los efectos de la crisis son:

– Los trabajadores jóvenes nacidos en las décadas de los 80 y los 90 del pasado siglo, que nunca han sufrido una coyuntura económica como la actual. No están acostumbrados a vivir bajo presión y son muy celosos de la conciliación de la vida laboral, social y familiar.

– Los trabajadores inmigrantes, generalmente personal de baja cualificación profesional, con contratos temporales o simplemente sin contrato, en paro principalmente por el parón de la construcción. Carecen de una red familiar y social, al estar lejos de su país, que les aporte apoyo emocional, ayuda y asistencia tanto en lo emocional como en lo no emocional.

– Los trabajadores mayores de 45 años, y en especial los que están cerca de la jubilación. La posibilidad de perder el empleo, anticiparse a las consecuencias de esta pérdida y las consecuencias derivadas en un descenso en las cotizaciones sociales y por tanto en la consiguiente pensión lo perciben como una realidad amenazante.

Respecto del impacto de la inseguridad en el empleo sobre la empresa tenemos:

– Aumento de la carga de trabajo derivada de la no renovación de contratos parciales o de nuevas contrataciones que genera en los trabajadores que quedan que tengan que ampliar su carga de trabajo, alargando su jornada laboral. Esto genera un pérdida en la conciliación entre la vida laboral, familiar y social fundamental para afrontar y reducir el estrés.

– Disminución de la carga de trabajo por la menor actividad y consumo general de las empresas. Una carga de trabajo demasiado pequeña también causa estrés. El aburrimiento y la monotonía es igualmente nocivo para la salud de los trabajadores, afectando a su autoestima. A esto debemos de añadir el descenso en el nivel de ingresos obtenidos a fin de mes debido al evidente descenso en horas extras o de las pagas variables por objetivos.

– Estilos de liderazgo amenazantes que utilizan la inestabilidad en el empleo o el despido para que los trabajadores se impliquen más y trabajen más. Esta estrategia conlleva que el trabajador vea sus tareas del día a día como especialmente estresantes, provocando estados de ansiedad o miedo crónico.

Extracto del artículo publicado en la revista Prevention World Magazine nº25

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Ricardo Fernández García. Doctor en Ciencias Químicas, Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales

Fuente Revista PW Magazine 25

Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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