Pero estas normas, a pesar de sus carencias y del olvido permanente de ciertos aspectos de la realidad social, unido a la falta de sensibilidad que muchas de las Administraciones presentan ante la terrible desgracia del accidente laboral, a pesar de unas tímidas campañas de concienciación muy alejadas de las que la Dirección General de Tráfico hace para luchar contra los accidentes de circulación, deben afrontar un problema mucho mayor cual es la mentalidad, la asunción innata del riesgo como acto habitual y cotidiano.

Seguimos observando en la vida normal, en aspectos extralaborales, algunos hechos que serían determinados en cualquier obra de nuestra piel de toro, como una situación de riesgo grave e inminente y que podrían provocar la paralización inmediata de los trabajos, la toma de actuaciones por parte de las administraciones sancionadoras competentes y una locura generalizada, pero que, por el contrario las vemos con total naturalidad tanto que hasta pasan desapercibidas.

Algunas reflexiones y ejemplos que podrían servir para ilustrar esto. Aún podemos ver pasos a nivel sin barreras por donde, a diario debemos cruzar (eso sí la Administración hace campañas publicitarias para decirnos que tengamos cuidado, que los trenes corren mucho en lugar de invertir seriamente y de una vez por todas en su erradicación), o si alguien lo piensa mientras se espera el metro, podemos bajar a la vía sin ningún obstáculo, mientras que en un simple taller las protecciones de las máquinas para conseguir su certificación rozan casi el enclaustramiento y enrejado, debiendo proteger al riesgo incluso frente a la imprudencia del operario. Siguiendo esta lógica ¿podríamos colocar señalización en los bordes de los forjados en lugar de barandillas?. Seriamente considero más importante evitar una sola muerte por estas situaciones que llegar media hora de una ciudad a otra con inversiones dantescas en trenes de alta velocidad.

Otro ejemplo puede ser el uso de los cinturones de seguridad. Hace unos años cuándo se modificó el Reglamento de Circulación de Vehículos a Motor y se impuso la obligatoriedad del empleo de los cinturones para todo el mundo, quedaron exentos del cumplimiento ciertos colectivos como los taxistas, que curiosamente son los que más horas pasan al volante y por ende su exposición al riesgo es mucho mayor. Curiosa forma de pensar, sin lugar a dudas.

Pero, bajo mi opinión lo más paradójico y que a mi me resulta como lo más contrario a la prevención de riesgos laborales y a cualquier tipo de lógica dentro de los valores que se están tratando de promulgar, es el plus de penosidad para ciertos trabajos en los que se da la presencia de ruido o se está expuesto a condiciones insalubres. Es la política del “pago y por tanto estoy eximido”. ¿Cómo se puede entender esto dentro de una cultura preventiva?

En definitiva, creo que la mentalidad y la reeducación son los pilares sobre los cuales levantar la idea, el concepto. Debemos crear una conciencia preventiva, en la sociedad, modificar nuestra forma de ver la realidad y ser mucho más críticos con ello sino crearemos gigantes con pies de barro.

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Sergio Castillo Gaitán

Sergio Castillo Gaitán – Responsable Servicio de Prevención Propio de Tracoinsa

Fuente Prevention World Magazine nº 6

Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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