Después de unos años en el sector de la prevención de riesgos laborales, creo que puedo exponer unas cuantas ideas que me rondan la cabeza y compartirlas con vosotros.
La primera es el por que en los últimos años la prevención haya sido un objetivo de fuerzas políticas, sindicatos y hasta de la prensa.
Creo sinceramente que no es por un hecho de buena voluntad, sino simplemente como parte de un proceso comercial e industrial de grandes proporciones. En los últimos años el mundo ha sufrido grandes cambios. Han caído imperios, se han abierto fronteras y dentro de la liberalización comercial internacional ha aumentado la competencia. Los países industrializados deben competir en determinadas áreas con productos provenientes de países en desarrollo, o grandes rivales comerciales.
Tengo un hermano economista y me describía el proceso de la siguiente forma: “es como cuando ponen un nuevo gerente, llega habiendo prometido grandes resultados y hasta su contrato depende de si los consigue, pero se encuentra que la maquinaria da un número de piezas por hora fijo, no se puede mejorar. Los obreros, aunque no son máquinas, si tienen un límite mayor del que parece. Así que se les puede hacer rendir más, pero eso lleva tiempo.
Por ultimo están los gastos fijos, consumibles, electricidad, calefacción, bancos. Si se reducen su efecto en la cuenta de resultados es inmediato y el gerente se puede lucir. Se puede llegar a extremos como racionar el papel de fotocopiadoras o situar contadores, eliminar las cafeteras en los lugares de descanso, controlar los horarios a rajatabla, controlar el uso del papel higienico (os aseguro que es verídico)…etc.”
La aplicación de esta descripción a la política macroeconómica estaría en lo siguiente:
Los sueldos no se pueden reducir de una forma inmediata, así como la protección social de los estados, ya que generaría grandes presiones sociales. ¿que podemos mejorar? La productividad afinando los procesos de producción, disminuir los rechazos por falta de calidad, y por último disminuir los costes por accidentabilidad laboral, el costo es mínimo y el grado de lucimiento electoral máximo, además de una rentabilidad económica. Así nos encontraríamos que esta presente tendencia no está motivada por el interés humano un disminuir el sufrimiento y mejorar la calidad de vida, sino por un puro y simple interés económico. Yo a esto lo llamo “egoismo positivo”. Aquellos que hemos trabajado en empresas privadas hemos visto claramente, que todo aquello que el empresario no percibe como beneficio económico es muy difícil de abordar.
¿Debe ser esta idea un freno a nuestra actividad preventiva? NO. Debemos aprovechar esta tendencia y esa idea fundamental: la seguridad en el trabajo es rentable, siendo conscientes que como toda “moda” tendrá un momento en que no será un objetivo tan claro, sobre todo en momentos de crisis económica. Si basamos nuestro discurso en el bienestar humano los empresarios no moverán un dedo, salvo en contadas excepciones. El principal objetivo es la obtención de beneficios y todo aquello que le aparte de ese objetivo es un estorbo.
Por otro lado creo que el cuerpo legislativo y judicial debe ser reforzado y esos cambios publicitados convenientemente, de manera que los responsables de las empresas no crean que con contratar un Servicio de Prevención y no mirar para él tendrán la espalda cubierta.
Mi experiencia personal me dice que muchos ejecutivos de empresas “olvidan” la prevención por las siguientes causas, entre otras posibles:
1º) En sus contratos se establecen primas por beneficios de forma proporcional, así que todo beneficio inmediato se traduce en dinero para su persona.
2º) Su ciclo en la empresa esta limitado en pocos años, en muchos casos de dos a cuatro, y después se produce el relevo por otro ejecutivo, con lo cual el planificar políticas de futuro es difícil y el que llegue detrás que se aguante con lo que le dejen.
3º) Los fallos en calidad se traducen en pérdidas identificables día a día, y por lo tanto el ejecutivo pierde dinero. Los accidentes, entre la baja del trabajador, su incorporación, pleitos, recursos o indemnizaciones, etc., puede retrasar años el que la empresa tenga que hacer frente a los pagos al trabajador o a la seguridad social, tiempo después del cual lo más probable es que nuestro flamante ejecutivo ya no este en la empresa. Sumemosle el efecto del “nunca pasa nada” porque en caso de ocurrir algun problema legal, al no ser inmediato, no da sensación de peligro sobre su persona. Esto se puede dar en toda la línea de mando.
4º) En algunas empresas se da la retorcida situación de que los empresarios no exigen que se cumplan las normas de seguridad porque los sindicatos les exigirían inversiones en la materia y a la inversa.
Por ello creo que las empresas en este tipo de contratos, y en general en todo incentivo por producción que se de en la empresa, debería de incluirse factores como la calidad o la seguridad, de manera que no sea más rentable hacer las cosas mal que hacerlas bien. Al ser cualquier problema de seguridad, lease accidente, un hecho que trasciende en su nomina mensualmente o en los beneficios a final de año el ejecutivo o mando responsable ve una inmediatez en las consecuencias de sus acciones y en el sitio que normalmente mas duele: en el bolsillo.
Es cierto que este tipo de incentivos puede tentar a determinados mandos a ocultar los accidentes, pero seamos realistas, seran sólo aquellos mas leves ya que un muerto no hay manera de disimularlo, y para evitar los demas habra que reforzar los, escasos en la actualidad, medios de control.
Bueno, espero que estas ideas sean útiles para una reflexión sobre la situación actual de la prevención de riesgos, y si algún milagro ocurre alguien escuche a los técnicos de prevención.
Jesús Martínez Vigil-Escalera – Tecnico Superior en Prevencion de RRLL, Servicio de Prevención de Riesgos Laborales, Hospital Central de Asturias
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