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Luis Montejo no trabaja en el circo ni es atleta, pero se pasa el día saltando. Es conductor de Bizkaibus y en cada trayecto encuentra 35 pasos elevados donde debe frenar. Esto le supone dar más de 300 saltos al día, 1.500 a la semana, 6.000 al mes… «Tengo molestias en la espalda y eso que aún soy muy joven», asegura. El comité de empresa de Bilbobus solicitó una inspección de Trabajo que analizase los badenes que salpican las calles de Bilbao para obligar a los conductores a reducir la velocidad. «Creemos que es necesario que existan pasos elevados, es una buena idea, pero el ángulo de entrada a algunos es demasiado elevado», afirma Mikel González, delegado de prevención de riesgos laborales del sindicato UGT y conductor de la compañía municipal de autobuses.

No existe una normativa específica que dictamine cuál debe ser la altura y el ángulo de los peraltes, pero sí hay unas recomendaciones que, según el veredicto de la inspección de Trabajo, muchos de los pasos elevados de Bilbao no cumplen. «Superan el 10% máximo de inclinación que se aconseja. Un coche puede sortear mejor ese desnivel pero los autobuses son muy grandes y más pesados por todos los pasajeros que llevamos, por lo que acaban rozando el suelo con la parte trasera del vehículo», apunta González.

Algunos pasos elevados en Bilbao tienen grabado en el cemento la huella de autobuses y coches cuyos bajos no han podido sortear el obstáculo con impunidad. Hay zonas, como la calle Juan de Garay o el Camino Morgan, donde han tenido que rebajar la pendiente porque, según reconoce Fernando González, director de Circulación y Transportes del Ayuntamiento de Bilbao, «eran bruscos, aunque si se entra con cuidado el coche no sufre ningún deterioro». Lo mismo han tenido que hacer en otros municipios vizcaínos como Barakaldo. «Hay ocasiones en las que coincide justo con un cambio en la pendiente de la vía o están situados en una zona en cuesta. En estos casos es muy difícil ser exactos a la hora de construirlos», reconoce González.

Entrar «con cuidado»

Los taxistas de Bilbao también notan como los constantes saltos hacen mella en su salud. «Hay que entrar con mucho cuidado pero aunque lo hagas así, hay muchos que están mal hechos y acabas pegando un buen salto», asegura Ángel Mier, miembro de Radio Taxi Bilbao. «Hay días que termino el turno con fuertes dolores de espalda por tener que andar todo el día arriba y abajo con el coche», resalta.

Los conductores no piden al Ayuntamiento que elimine estas barreras para frenar el ímpetu a los más veloces. «Creemos que deben existir, pero tendrían que rebajar el ángulo de entrada. Si quieren, que pongan más semáforos, pero que los revisen porque no es bueno ni para nuestra salud ni para la de nuestros pasajeros», asegura el delegado de UGT. Pero nunca llueve a gusto de todos y también hay quienes abogan por una mayor dureza de los montículos para obligar al frenado. «Por la noche muchos coches se saltan los semáforos y van como locos, así tienen que respetar más a peatones y vecinos», comenta un vecino de Sarriko.

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El Correo

Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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