«Se piensa que la silicosis ha desaparecido, pero es erróneo». Con estas palabras, el director del Instituto Nacional de Silicosis, José Luis Alcázar, advirtió de que la enfermedad «sigue siendo grave». De hecho, durante 2004 el instituto registró 264 nuevos casos de silicosis. El 15% de los pacientes «estaban aún en activo, el resto era gente retirada».
No obstante, la silicosis está descendiendo en Asturias gracias a los numerosos programas de prevención puestos en marcha. Ello ha repercutido en que «en la actualidad 35 camas sean suficientes para atender esta patología» cuando «en el punto culmen eran necesarias hasta 272», detalló Alcázar Serrano.
En cuanto a la evolución de la patología en estos últimos años, el pasado año se detectaron en el instituto 375 casos, 111 casos más que en el pasado ejercicio. Si bien en 2000 se registró 212, 52 menos que en 2004.
El director del instituto hizo estas declaraciones momentos antes de que comenzara una jornada de trabajo organizada por la Asociación Internacional de Minerales. 24 empresas de 12 países se reunieron en Oviedo para continuar trabajando en un protocolo para el control del polvo de sílice. Llevan cuatro años estudiando esta materia y el objetivo final es unificar criterios y establecer medidas de control unitarias. También servirá de base para la prevención y para estudios epidemiológicos.
El doctor Manuel Fidalgo explicó que el polvo de sílice ha adquirido gran importancia por su relación con el cáncer de pulmón. El problema del sílice están presente «en la mayoría de las empresas», tales como las mineras, las canteras, las fundiciones, o la cerámica. Actualmente, en España «500.000 trabajadores» están en contacto con sílice. Esto es, «en riesgo», según matizó el director del Instituto Nacional de Silicosis.
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