Debemos tener claro que muchos de los riesgos son evitables, y lo son, por tanto, los accidentes y los siniestros. No podemos convivir con la idea de que no podemos hacer más para eliminar o paliar las situaciones de riesgo. En este campo debemos ser ambiciosos y estar permanentemente insatisfechos. Porque tiene que calar hondo una idea básica y es que no podremos hablar de un modelo equilibrado de sociedad o un modelo social europeo si no nos comprometemos en serio con la seguridad en el trabajo.
Una sociedad que pretenda ser solidaria, sostenible y desarrollada y que quiera tener un tejido productivo innovador y competitivo debe poner su énfasis en el fomento e impulso de los aspectos relacionados con una visión más humana de la actividad laboral.
En este sentido, es muy importante la activación de medidas para la conciliación de la vida laboral y familiar; el impulso a la flexibilidad para una mejor adaptación del trabajo al ser humano; la participación e implicación de los trabajadores en la gestión empresarial, y sobre todo, el desempeño de la actividad laboral de una forma segura.
Todos estos elementos forman parte de la misma concepción del trabajo del siglo XXI, la productividad y la competitividad se consiguen con una mayor vertiente humana del trabajo. Inseguridad en el trabajo, y centro de producción avanzado, moderno, competitivo y con futuro son conceptos incompatibles. Debemos tener siempre presente el objetivo de la prevención de los riesgos laborales, por respeto a la vida de los que día a día desarrollan su trabajo sabiendo que el puesto de trabajo es su principal patrimonio y porque no es posible concebir un tejido productivo que conviva de manera familiar con las situaciones de riesgo.
Por ello, mirando al futuro nuestra obligación es comprometer nuestro empeño institucional para desterrar prácticas productivas inseguras. La prevención de riesgos debe ser una vertiente de la responsabilidad social de nuestras empresas. Nada tiene más valor que la vida y la seguridad de los trabajadores, y de ahí que la integración de la gestión preventiva en las empresas teniendo en cuenta aspectos técnicos, organizativos, sociales y ambientales suponga hoy una obligación para todo gestor responsable.
En este sentido, el Gobierno Vasco cree necesario lograr que la Inspección de Trabajo sea trasferida a nuestra comunidad y por ello estamos dando ya pasos en esa dirección. Disponer de una herramienta tan importante para el control de las relaciones laborales y la prevención de riesgos contribuirá, con toda seguridad, a mejorar las condiciones de trabajo y el clima laboral en las empresas vascas.
Mientras esta transferencia se materializa, tanto la Inspección de Trabajo como Osalan constituyen los instrumentos el Departamento de Empleo y Asuntos Sociales para dar la batalla a favor de la seguridad y la salud en el trabajo, para fomentar e impulsar la prevención y para lograr el efectivo control del desarrollo de la actividad laboral. Están llamados a ejercer un papel protagonista en la actividad preventiva, a desempeñar una tarea fundamental a la hora de analizar e investigar los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales, pero también al establecer políticas para anticiparse con pautas claras para intervenir en la prevención, la formación y la concienciación social.
El Diálogo Social en el ámbito de la prevención de riesgos laborales es si cabe aun más necesario. Así lo han entendido quienes son partícipes del mismo. Y fruto de ello, uno de los primeros acuerdos de la Mesa de Diálogo Social fue precisamente el referido a las estrategias prioritarias en materia de seguridad laboral. Se pactaron siete ejes de actuación materializados en 30 medidas. Además, la Mesa dio un empujón definitivo y sustancial a un proyecto para la prevención de las caídas en altura, que son la principal causa de los accidentes laborales mortales de origen traumático. Me refiero al proyecto Lotu, que constituye una nueva forma de acercarse al problema; una fórmula pionera, innovadora y experimental que se apoya en dos ideas centrales: concentrar riesgos y aunar esfuerzos.
Creo que en estos tiempos de crisis las inversiones en materia de seguridad y salud laboral deben seguir siendo consideradas por las empresas como un factor irrenunciable para continuar mejorando en eficiencia y productividad. Porque, en definitiva, los centros de trabajo o tienen un rostro humano o no podrán prosperar.
Gemma Zabaleta, Consejera de Empleo y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco
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