Cada accidente de carácter grave o mortal que sufre una persona en su puesto de trabajo tiene un coste de «unos 21.000 euros para la empresa», mientras que el gasto medio en la aplicación de medidas de prevención se queda en 850 euros. Así queda reflejado en un estudio de Osalan, el instituto vasco de salud y seguridad laboral. Con estos datos sobre la mesa, el organismo defiende la prevención como «una inversión en sí misma», y lamenta que la generalidad de los empresarios vascos no comparta esta apreciación y siga considerándola un gasto.
Osalan critica la «falta de cultura preventiva» en Euskadi, que ha hecho que entre enero y junio se produjeran en la comunidad autónoma 25.525 accidentes laborales con baja en el puesto de trabajo (un 18% más que en el mismo periodo del año pasado), a los que habría que sumar otros 2.675 producidos durante el desplazamiento del trabajador -llamados in itinere-. El total de 28.200 siniestros también es un 18% superior al del primer semestre de 2004.
La situación es más grave en el caso de los accidentes mortales, que aumentaron un 40% en total y un 50% sin contar los in itineres. Entre enero y junio murieron en su puesto 36 trabajadores, más otros 9 que fallecieron mientras se desplazaban hacia o desde su domicilio. En la primera mitad de 2004 estos fallecimientos fueron 24 y 8, respectivamente.
La situación es preocupante en el conjunto de Euskadi y llega a ser alarmante en Gipuzkoa. En este territorio, el número de accidentes aumentó un 25,2%, hasta alcanzar los 8.369. De éstos, 7.567 se produjeron en el puesto de trabajo (un 24,1% más), y 802 fueron in itinere (36,8% más). Los mortales aumentaron un 28,5% en total (18 vidas perdidas) y nada menos que un 60% si se cuentan sólo los ocurridos en el puesto de trabajo (16 fallecidos frente a 10 del año pasado).
El director general de Osalan, Natxo Murgia, pidió ayer a los empresarios «que se conciencien por sí mismos» de la importancia de la prevención para evitar accidentes laborales y les emplazó a «cambiar el chip» en esta cuestión. No obstante, recalcó que la lucha contra la siniestralidad es un frente en el que deben implicarse tanto los empresarios como los propios trabajadores y la Administración.
En su opinión, «lo que más resultados daría es trabajar para que en los ámbitos directivos de las empresas se conciencien por sí mismos de que tienen que gestionar la prevención y no limitarse a cumplir formalmente una serie de obligaciones que para lo único que sirven es para tener una serie de documentos en papel por si acaso llega el inspector de trabajo de turno», señaló en una entrevista a Radio Euskadi.
El director de Osalan lamentó que vivamos en una «cultura de la producción, más que de la prevención». Como ejemplo, señaló que «las empresas no tienen obligación legal de gestionar la calidad y la gestionan. En cambio, sí tienen obligación legal de gestionar la prevención y, en general, no lo hacen».
Murgia se refirió al destacado aumento de la siniestralidad y de la mortalidad laboral en la primera mitad del año. Admitió que se han producido más accidentes que el año pasado, pero consideró «erróneo» analizar los datos en plazos cortos. Así, destacó que la comparativa se hace con un año 2004 en el que se produjo un «descenso pronunciado de la siniestralidad» y que pese al aumento registrado, las cifras de 2005 son «inferiores a las de 2003».
Achacó también a la falta de formación el número de accidentes laborales, y aseguró que «temporalidad y siniestralidad están unidos». «La situación se agrava en el caso de la Construcción, sector especialmente maldito -señaló- en el que a la peligrosidad se unen muchas veces la temporalidad y los fuertes ritmo de trabajo».
Criticó por último los «defectos» de la actual Ley de Prevención de Riesgos Laborales, «pensada para las grandes empresas industriales, cuando las pymes son las dominantes del tejido económico vasco».
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