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La mortalidad laboral fue la gran tragedia del mercado laboral en época de bonanza. Ahora, cuando la intensa destrucción de empleo lo eclipsa todo, lo sigue siendo. Sí, ha caído a un nivel histórico, nunca visto en la serie histórica oficial que arranca en 1990. De enero a junio murieron 430 trabajadores, mientras en el mismo periodo del año pasado se contaron 137 fallecidos más. Pero, aún hoy, una media de más de dos trabajadores al día se dejan literalmente la vida en el tajo.

Junto a la caída del número de muertes (un 24%, contando los accidentes en jornada laboral y los in itínere, en el trayecto de casa al trabajo o viceversa), también ha caído la siniestralidad total. Los 321.367 accidentes con baja registrados por la autoridad laboral hasta junio representan un 28% menos que en el mismo periodo del año anterior, según datos del Ministerio de Trabajo.

El análisis por sectores da pistas sobre lo que hay detrás de la significativa caída de la mortalidad laboral: la recesión. La industria y la construcción -con retrocesos del 41,6% y del 40,4%, respectivamente- registran la mayor caída porcentual de fallecidos. Le siguen, por este orden, los servicios y la agricultura. Las dos primeras ramas productivas son las más castigadas por la crisis. Sólo en el último año, en la construcción se han destruido más de medio millón de puestos de trabajo.

En esta línea apuntan los sindicatos al valorar los datos. “Yo lo achaco a la coyuntura”, explica Marisa Rufino, responsable de Salud Laboral de UGT, en referencia a la caída de la actividad económica en el último año.

De la misma opinión es su homólogo en CC.OO., Pedro Linares. Él, además, apunta a la menor presencia en las empresas de trabajadores temporales (las grandes víctimas de la crisis), que son quienes más sufren habitualmente la siniestralidad laboral, dada su menor experiencia y formación. Linares, además, acoge el dato con alguna cautela. Sospecha que con la crisis ha repuntado la economía sumergida y eso siempre genera accidentes en el trabajo que los registros oficiales no recogen.

Para los responsables sindicales, más allá de la todavía alta mortalidad laboral, que Rufino apunta está entre las más altas de los 15 miembros más antiguos de la Unión Europea, hay otro factor de preocupación. “Con la crisis las empresas ponen en segundo o tercer plano la salud laboral”, señala Linares, “percibimos que se priorizan otras cosas”.

Para justificar este argumento, Rufino recurre al último informe de la Inspección de Trabajo, donde se apunta al aumento de las sanciones a las empresas por el incumplimiento de las normas de salud laboral.

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El País

Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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