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Científicos financiados por la Unión Europea desarrollaron un sensor de última generación para detectar benceno, un gas común pero mortal. El trabajo realizado durante la ejecución del proyecto dio origen a una patente y fue elogiado a nivel internacional.

Ciertos sólidos y líquidos emiten compuestos orgánicos volátiles (COV) en estado gaseoso. Es decir, los compuestos se evaporan en el aire a temperatura ambiente (en condiciones normales, lo que los vuelve particularmente peligrosos en casos que involucran bienes de consumo) y una vez en el aire pueden ser inhalados o ingeridos o entrar en contacto con la piel. La presencia de estos compuestos es cuidadosamente controlada y restringida debido a sus efectos negativos para la salud y el medio ambiente.

El benceno es un destacado COV presente en el petróleo crudo y que se ha demostrado que causa cáncer. A pesar de sus efectos dañinos para la salud, el benceno es todavía uno de los compuestos químicos más usados en la industria. Se emplea con profusión en la industria petroquímica y forma parte de disolventes, detergentes y fármacos.

Existen a la venta numerosos sensores que determinan la concentración de gas benceno en una muestra dada medida en partes por mil millones (ppmm). La irrupción de los nanomateriales ha permitido desarrollar sensores altamente sensibles y específicos, gracias a que las superficies de estos materiales tienen propiedades estructurales y químicas especiales a escala atómica y molecular. En otras palabras, los nanomateriales cuentan con sitios de reconocimiento y enlace que les permitirían detectar moléculas individuales de gas.

Un consorcio europeo se propuso aprovechar la capacidad de los nanotubos de carbono (NTC) para activar estos sitios específicos al desarrollar detectores de benceno muy superiores a los actuales, para lo cual contó con la financiación aportada por la Unión Europea al proyecto Nano2hybrids.

Los NTC son nanomateriales que, observados a través de un microscopio de gran aumento, se asemejan a rollos de malla de alambre. Los científicos alteraron la superficie de los NTC añadiéndoles nanopartículas metálicas de diversos tamaños en distintas distribuciones. Para tal fin usaron distintos métodos de deposición, algunos ya existentes y otros desarrollados para el proyecto. Uno de estos últimos fue patentado.

Los procesos se evaluaron al detalle con el fin de identificar sus parámetros críticos y optimizarlos. Los materiales resultantes fueron objeto de una extensa caracterización encaminada a determinar su estructura microscópica y su capacidad para unirse al benceno.

El sensor de benceno de Nano2hybrids incorpora resultados experimentales y de modelos numéricos y es capaz de detectar concentraciones de benceno de menos de 20 ppmm, capacidad que supera ampliamente a los sensores disponibles en la actualidad. Su patente está en trámite.

La página web del proyecto ha recibido reconocimientos internacionales debido a su formato y utilidad y debido al proyecto mismo. De hecho, evaluadores independientes en la Unión Europea la usan como ejemplo de buena práctica para la programación de páginas web.

 

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cordis.europa.eu

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