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En las denominadas ciudades dormitorio, al igual que ocurre en decenas de pueblos del interior, el despertador madruga más de la cuenta y el rugir de los motores se apodera de las calles pasadas las cinco de la mañana. A esas horas intempestivas, cuando el resto de vecinos duerme, un gran número de cuadrillas de albañiles y de empleados del amplio ramo del sector servicios se ponen al volante para trasladarse a la Costa o a la capital a trabajar. Muchos peregrinan hasta 100 kilómetros para poder ganarse un sueldo y se ven obligados a prolongar cada día su jornada durante más de dos horas sobre el asfalto. Un asfalto hostil que, combinado con los ingredientes del cansancio y el estrés laboral, genera un cóctel explosivo y siniestro.

Según los datos del Ministerio de Trabajo, en los últimos seis años se han duplicado los accidentes de camino o regreso al trabajo -bautizados como in itínere-en la provincia de Málaga. Así, mientras en 1999 el número de choques se situaba en los 1.912; a finales de 2005, la cifra alcanzaba los 3.842.

A juicio de los sindicatos, este preocupante salto estadístico está en consonancia con el uso masivo que se hace del automóvil para trasladarse a los centros de empleo y con el aumento de la población que han experimentado los núcleos del extrarradio. Esta realidad implica que los trabajadores tengan que recorrer mayores trayectos en carretera para llegar diariamente hasta sus empresas.

«Los empleados cada vez tienen que hacer más kilómetros para ir y volver al lugar de trabajo, lo que significa que han de ponerse al volante con sueño o tras jornadas a destajo». Quien habla es Manolo Morales, secretario de acción sindical y salud laboral de UGT. Este experto subraya el aumento de percances in itínere registrado en los últimos años al tiempo que critica que las administraciones no den a estos siniestros el mismo trato que al resto de accidentes laborales, «Desde hace tiempo, uno de nuestros grandes caballos de batalla es que se conceda a estos sucesos la relevancia que por su número y evolución merecen», apostilla.

Alfonso Galiceo, secretario de salud laboral de CC.OO., coincide con el diagnóstico de Morales. «El problema es que hay muchos empleados sin centros de trabajo estables. Además, es cierto que las distancias al centro de trabajo han aumentado al ser el extrarradio mucho más amplio. Hoy día, raro es el que sólo tarda diez minutos en ir a trabajar», destaca.

La estadística de Trabajo revela que los accidentes in itínere suponen ya el 10% del total de siniestros laborales en la provincia. A finales de 2005, estos sucesos motivaron 3.842 bajas. De ellas, 3.666 respondieron a choques leves -los más numerosos-, 170 fueron accidentes de gravedad y los seis restantes acabaron con la muerte del trabajador. Desde 1999, las carreteras malagueñas se han cobrado la vida de 74 empleados que acudían o regresaban de su trabajo. Una cifra a la que hay que sumar los dos trabajadores fallecidos de camino a su empresa en el primer trimestre de este año.

Respecto a los sectores más proclives a sufrir este tipo de accidentes, los dos expertos sindicales coinciden en que construcción y servicios son los ámbitos que se llevan la palma, al ser los más proclives a afrontar largas distancias para desplazarse hasta su centro de trabajo. «Hay municipios turísticos como Estepona o Nerja donde su población no absorbe todo el volumen de trabajo. Este déficit atrae a empleados de fuera y fomenta las horas en carretera», destaca Galiceo.

Y a más horas en carretera, más posibilidades de ser señalado por la macabra ruleta rusa del asfalto. Un fenómeno que deja huella en los despachos de los médicos especialistas en salud laboral. El presidente provincial de la asociación de estos profesionales, José Antonio Cardenete, destaca el elevado número de consultas que reciben actualmente relacionadas con los accidentes in itínere. El mayor porcentaje de las lesiones ligadas a estos choques se producen por desplazamientos bruscos de las estructuras corporales, según Cardenete.

Pese a la evolución reflejada en las estadísticas, la Junta no incluye los siniestros de camino al trabajo en el balance anual de accidentes laborales. Juan Carlos Lomeña, delegado de Empleo, explica que esta exclusión se debe a que en este tipo de alcances, no existe ningún elemento preventivo sobre el que se pueda actuar, «por lo que se escapan de nuestro control», precisa. Respecto a los datos del Ministerio, Lomeña alerta de que los datos no son del todo fidedignos, «ya que son las propias empresas las que califican la tipología de los accidentes», y recuerda que conviene relativizar las cifras considerando el aumento experimentado por la población ocupada. Teniendo en cuenta este parámetro, Empleo calcula la tasa de siniestralidad, que en 2005 se situaba en 4,79 accidentes por 1.000 ocupados, dos puntos por encima de la registrada en 1999.

Para frenar estos sucesos, los sindicatos abogan por fomentar la cultura de la prevención y por promover el transporte público entre los trabajadores.

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Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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