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Dos meses sobrevivió el ferrolano J.R.G. desde que se le diagnosticó el terrible mal del amianto. Tras fallecer el 21 de diciembre de 2007, su familia lucha por demostrar las causas reales de su muerte. Y la autopsia de su pulmón, realizada por Hospital Universitari Vall dHebron, certifica que su cáncer se originó tras inhalar amianto durante años en astilleros de Ferrol.

En el juicio celebrado ayer, que quedó visto para sentencia, se solicitaron “las prestaciones de viudedad y orfandad como derivadas de enfermedad profesional”. Según indicó el abogado de la familia, José Manuel Aneiros, “en la autopsia clínica sobre trozo de pulmón se determinó la presencia de cuerpos ferruginosos, muy superiores a estándares habituales”.

El análisis de Vall dHebron confirma que “esa cantidad duplica claramente los valores aceptados internacionalmente”. Y recalca que “estos niveles son atribuibles a la exposición laboral al amianto”.

Según el letrado Aneiros, “esta prueba contundente desbarata la argumentación de abogados de las empresas, y demuestra que sí hace falta un análisis específico para encontrar fibras de amianto”. El fallecido trabajó desde 1978 en los astilleros de Ferrol, “en contacto directo con el amianto en tuberías de presión, calderas y forrado de barcos”.

Con la autopsia a favor, la familia confía en una resolución favorable. Aunque el Instituto Nacional de Seguridad Social (INSS) concluye que en este caso “la muerte se originó por enfermedad común y no hay antecedentes de exposición”.

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El Correo Gallego

Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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